Especial para En Rojo
Por toda la cordillera de los Andes, desde Colombia y Ecuador hasta el extremo sur de Argentina, el 1 de agosto se celebra el Pachamama Rami, fiesta en honor de la Madre Tierra, cuando la tierra se prepara para el cultivo. Para las culturas andinas, la Pachamama es la deidad que representa a la Gran Madre, el universo representado en la tierra en la que vivimos y en la siembra de vida que ella nos regala.
Para la tradición bíblica, la Tierra y el universo no son divinos. Sin embargo, en el siglo XVI, el rabino Luria enseñó el Tzim-tzum de Dios. Así explicaba que, cuando creó el universo, el Amor Eterno se quedó embarazado. Para dar a luz, aceptó reducirse, es decir, perder algo de sí mismo. En el parto, la fuerza del amor fue tan grande que los recipientes de contención se rompieron y las chispas divinas se esparcieron por todo el universo. Así pues, el universo no es divino en sí mismo, pero está divinizado. Recibe la luz del Amor Divino y es su expresión. El Salmo 19 lo celebra cuando canta: «Todo el universo revela tu presencia, las estrellas sin fin manifiestan tus maravillas. Un día anuncia tus palabras al siguiente. Noche a noche transmite tu conocimiento».
Una lectura fundamentalista de la Biblia ha legitimado el antropocentrismo, que considera al ser humano dueño del universo y con poder sobre la naturaleza. Las religiones, especialmente el cristianismo, tienen grande deuda histórica con la humanidad. Están llamadas a ser instrumentos de paz y de justicia eco-social. En los últimos tiempos, hemos redescubierto espiritualidades que revelan la vocación humana de cuidar la vida y proteger el medio ambiente.
Las organizaciones científicas y observatorios internacionales hablan del Día del Sobrecarga de la Tierra. Es la fecha del año en que la demanda de recursos naturales por parte de la humanidad supera la capacidad del planeta para producirlos o renovarlos. Es como si sobrepasáramos el límite, entráramos en números rojos y utilizáramos el «descubierto» de la Tierra. Hace algunas décadas, esta fecha era el 29 de diciembre. En 2024, eso ya ocurrió en ese 1 de agosto. Hoy, para satisfacer los niveles de consumo de la humanidad en su conjunto -y eso incluye toda la estructura construida para sostenerla- se necesitarían 1,7 planetas.
Por supuesto, el consumo de la humanidad, no es igualitario. Se sabe que, en media, en Estados Unidos, una persona dispone de 44 litros de agua al día. Mientras tanto, en algunos países africanos, la cantidad diaria de agua de que dispone una persona es inferior a medio litro.
De hecho, es el sistema capitalista, el que se revela cada vez más incompatible con el cuidado de la vida y el respeto de los ecosistemas.
Resulta irónico y casi una broma de mal gusto que el día etiquetado por los científicos ecologistas como Día de la Sobrecarga de la Tierra sea el mismo en lo cual las comunidades andinas y algunos pueblos indígenas celebran el Día de la Pachamama. Sin duda, esta coincidencia revela que las espiritualidades indígenas, basadas en una relación de respeto y amor a la Madre Tierra, pueden ayudar a la humanidad a redescubrir la sabiduría que los pueblos indígenas llaman el Buen Vivir. Se trata de una forma de vida que abarca la relación de respeto entre las personas, el cuidado de la Madre Tierra y de la naturaleza, así como el cultivo de la interioridad de cada persona, en armonía con el Amor Divino. Esta es la base de una nueva esperanza de Vida. Es la raíz que hace posible el sueño del mañana para nosotros, para la humanidad y para el sistema de Vida en nuestro planeta.