Claro de poesía-Durísimos olvidos

 

A mediados de la década del setenta, una joven Lilliana Ramos Collado completaba el conjunto de poemas que tituló Avión de papel sobre la Isla de Pascua. La colección debía aparecer junto con Proemas para despabilar cándidos bajo el sello qeAse, pero al final su autora optó por sacar los libros por separado. Proemas se publicó en 1981 y, hasta donde he podido indagar, de Avión de papel solo vieron la luz algunos textos en el número de abril de 1983 de la revista Reintegro, de donde he tomado la muestra que incluyo aquí. El que Lilliana no haya publicado Avión de papel como libro es intrigante. Se trata de su primer poemario, y en él se aprecia una voz singular e impetuosa en completo dominio de su medio. Sin menoscabar la altura que alcanza en sus libros publicados, me atrevo a sugerir que en los trabajos de Avión de papel ya están, condensadas y bien definidas, las coordenadas de su poética literaria. Hablo de la gracia con que orbita las vanguardias, sobre todo la gravedad del planeta Vallejo; la atención naturalmente obsesiva a la densidad del lenguaje que persigue fijar una imagen paisajística del ruedo interior y la imaginación colectiva, el estremecimiento del sujeto ante la sacralidad de la tarea. Esto no es poca cosa en una poeta de veinte años.

 

 

única canción de amor posible en Río Piedras

 

lunes
de tres en tres
un aguacero tabula en comillas
un paleolítico presente
yerbas de bondad
originaria en la esquina

un niñito sin pelos
mastica leches
un espejo dobla su pómulo
y recuerda cómo serían las cosas
si éste fuera otro planeta
sin Café La Torre donde rascarse la cabeza
sin la calle con su matorral de ocio
sin policía montada e invisible

y ahora
enfrente y detrás de mí
viéndonos tomar café la cara se me hace trizas
y no acabo de entender el lugar que ocuparías
en mi mesa
en todos estos días prosaicos y poco coloridos
y tengo que emocionarme
y ponerme redonda y chapucera
aguantar el sol perfecto como un cigarrillo apagado
de tanta contemplación
porque no estamos en otro
planeta y aquí tenemos que guardar
todas las estrellas en anchas bolsas
de granito y picotearnos las manos y
amarrarlas

los poetas en la Isla

trinando sobre acero
siempre en bandadas de a mil
han invadido a Río Piedras los poetas
se sientan en La Torre
y discurren minuciosos
sobre el paradero actual de la belleza
se amordaza el tiempo entre sus dedos
y sus tiras de papel van socavando a manotazos la
rala realidad
la realidad real que desconocen
así es que
van sacando sus tinturas de ilusión
y maquillando aquí y allá con sus
cuartillas
enderezando este caos
colgando un guindalejo a la maldad
a la astucia del
sueldo de hambre que otros
ganan
y en esta su labor
los poetas ponen
lo mejor de su ron y de su ánimo
lo más puro de su cráneo y su café
y empinan sus codos por el
camino de la elocuencia
tronando más que nunca
contra los que compraron el fuego
a un Prometeo empobrecido

pero
¿qué hacen de verdad estos poetas?
pues
los poetas sangran por una herida
calcada a flor de piel
se agarrotan
de tanto hablar de polvos cósmicos
alborotados huyen del trabajo
poniendo gasas a su tierno corazón
empeñándose en que el hombre fue hecho
vertical
y a ras de cielo viven para siempre
despatarrados de dolor a la caída de una hoja
comiendo bien que mal
bebiendo mucho bien que
mal
y van cerrando poco a poco ojitos
y no se acaban de tragar que
aquí el hombre tiene precio
que se cotiza en mercados su fuerza de trabajo
que la FUERZA DE TRABAJO
quiere decir: no chistar

que NO CHISTAR quiere decir: somos libres
que SOMOS LIBRES es igual a
temblar por las noches
temiendo el fin del mundo
que EL FIN DEL MUNDO ocurre siempre
a fin de mes
y que A FIN DE MES los hombres mueren o
se vuelan la tapa de los sesos
por querer televisor por
querer carrito más del año
por
no saber la clave del asunto

y junto al poeta
sueña una multitud
que ya olvidó a su contrincante
que sella presta y rauda sus ojitos
queriendo más la postalita que la realidad

y junto al poeta
se revuelcan todos de gozo entre sus sábanas
y cada mañana
se humedecen millares de ojos
ante el espejismo de una
opulencia inacabable

y junto al poeta
también cada mañana
todos ponen gran tesón en no escuchar
cómo el mundo se va haciendo pedacitos
cómo el crédito se va parando de su silla
para darle un mal golpe al niño huero
y juntos
poeta y multitud
no chistan
y juntos son
libres
porque han descubierto
la belleza con su manto de estrellitas
y no miran más allá y
son felices.

el mar

y el hombre que quería escapar de la
Isla
se lanzó al mar
el mar abarcaba la Isla postiza
era un mar repleto de sólidos objetos y de
sólidos nombres de objetos
y de inmóviles recuerdos sólidos y de durísimos olvidos
y sobre sus lajas el hombre caminaba en otra dirección
otra distancia

caminó sobre la piedra fuerte del mar
sobre la piedra azul con metal afilado
escalaba las peñas azules encrespadas

duras
duras eran las fases de este mar
y el hombre las pisoteaba hiriéndose la lengua del pie
el hombre mascullaba el mar y lo rompía en briznas de hierro
y de metales turbios y de elementos que lustraba
contra su pecho
y el mar en su furia maciza
hizo más intrincados los caminos
puso trampas
colocó agudas puntas para entorpecer las laderas de su
ola

el hombre ya trotaba
ya corría
ya esquivaba las gargantas donde la estalagmita
trinchó la voz
de otros hombres hace tiempo

salir
salir
y entre dientes el hombre masticaba sílices
su mandíbula resoplando
con fuerza trincándose
escupiendo los guijarros del pavimento del mar
de este mar tan denso

y ya al otro lado
más allá de una fisura horadada en la roca
azul
hecha su piel un harapo
su mano punzada
su rodilla roma
su mirada un poco indescriptible
el hombre logró desconocer la Isla
y no tuvo ya rostro
en el espejo pétreo
ya llegaba a inseguro puerto
se alejaba de la Isla dominada

(De Avión de papel sobre la Isla de Pascua)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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