En pantalla grande: Top Gun: Maverick y Downton Abbey: A New Era

 

En Rojo

Durante mi breve estadía en Puerto Rico, pude ver tres filmes (Picando alante fue la primera), gracias a que las salas de cine durante el verano tienen tandas de 1:30 en adelante y aprovecho del placer de estar en una sala con aire acondicionado en vez de freírme en la casa o la calle. Escogí Top Gun:  Maverick porque quería revisitar mi crítica de 1986 y porque soy seguidora de Tom Cruise, y si me añaden a Jennifer Connelly, pues tengo todas las de ganar. Y, por supuesto, Downton Abbey por haber gozado y sufrido la serie de 2010 al 2015 y después el regalo de un largometraje en 2019, y ahora un maravilloso reencuentro en 2022: Downton Abbey: A New Era.

Top Gun: Maverick

Director Joseph Kosinski; guionistas: Ehren Kruger, Eric Warren Singer, Christopher McQuarrie; escritores: Jim Cash, Jack Epps Jr., Peter Craig, Justin Marks; cinematógrafo Claudio Miranda; elenco: Tom Cruise, Val Kilmer, Miles Teller, Jennifer Connelly, Ed Harris, Jon Hamm, Glen Powell, Bashir Salahuddin, Charles Parnell, Monica Barbaro, Lewis Pullman, Jay Ellis, Danny Ramirez.

En mi crítica del Top Gun original, aseguraba que sería un éxito de taquilla tanto por su montaje como por el atractivo de los personajes principales y su juego, muy serio, de retarse continuamente. La parte negativa y dañina era en su definición de hombría: “todos los personajes masculinos son unos machos completos, asertivos y dominantes con las mujeres y con los hombres flojos.” 35 años después, esos jovencitos que se comían al mundo por delante, son cincuentones débiles o solitarios, que siguen atados a sus recuerdos de juventud, pero ahora más cercanos a la humanidad que desplegaban cuando sufrían una pérdida personal. Tanto antes como ahora, estxs soldadxs (de la rama de las fuerzas militares que sea) se supone que se distingan por su disciplina, iniciativa (hasta cierto punto), valentía al enfrentar el peligro y la fraternidad (no existe sororidad) que les garantiza apoyo en los momentos más peligrosos de sus misiones. Esto último es una falacia porque, aunque se forman nuevas amistades, los prejuicios y fantasías de distinguirse no importa a quién se lleven por el medio siguen imperando y transformando a esx soldadx. Este ambiente de competencia fue parte esencial de Top Gun (1986) y lo es en esta secuela o renovación, como señala Richard Brady en The New Yorker.

Aunque en Top Gun: Maverick se sigue glorificando la profesión de soldado, el patriotismo falso no es parte de la retórica. El entrenamiento parece más una competencia de juegos de video, pero con aviones y desafíos de verdad. El resultado es un entendimiento de lo que cada pilotx puede alcanzar y la importancia de trabajar en equipo, aunque haya desigualdades entre el grupo. Además, el propósito final no es cumplir la misión, sino regresar con vida para poder seguir creciendo en aspectos profesionales y, especialmente, humanos. Al Capitán Peter Mitchell (Tom Cruise), mejor conocido por Maverick (TODXS los personajes tienen apodos: Iceman, Rooster, Hondo, Cyclone, Warlock, Phoenix, Payback, Fanboy, Hangman, etc.), ser el hombre del pasado que regresa a entrenar a este grupo élite, su experiencia y discurso tienden a destacar la parte humana en vez de la estrictamente militar.

Downton Abbey: A New Era

Director: Simon Curtis; autor y guionista: Julian Fellowes; cinematógrafo: Andrew Dunn; elenco original: Maggie Smith, Hugh Bonneville, Elizabeth McGovern, Michelle Dockery, Laura Carmichael, Penelope Wilton, Phyllis Logan, Jim Carter, Robert James-Collier, Joanne Froggatt, Brendan Coyle, Lesley Nicol, Sophie McShera, Kevin Doyle, Raquel Cassidy; elenco invitado: Hugh Dancy, Paul Copley, Laura Haddock, Dominic West, Jonathan Zaccai.

La magia del escritor Julian Fellowes (Gosford Park, The Young Victoria, “Downton Abbey”, Downton Abbey, “The English Game”, “The Gilded Age”) es desarrollar historias que retratan la jerarquía de la sociedad inglesa (en el caso de “The Gilded Age” la newyorkina de 1880), sus conflictos externos e individuales dentro de un marco histórico cambiante con múltiples personajes y, aún así, sin que lxs espectadorxs puedan perderse dentro de este laberinto gracioso, ofensivo, cruel y celebratorio. En este último encuentro de los habitantes de la propiedad de Downton Abbey, la familia se ha extendido con múltiples niñxs (hijxs de lxs tres hijas de Lord Robert, conde de Grantham: Mary, Edith y Sybil)—que casi no vemos porque, como “buena” tradición inglesa, su educación formal es en internados—y nuevos miembros de la familia (esposxs y primxs). La matriarca, la condesa viuda Violet Crawley (una excepcional Maggie Smith), se ha integrado a Downton por requerir cuidos especiales por su edad avanzada. El filme también extiende la familia al comenzar con la boda del irlandés (referente muy importante desde el principio de la serie) Tom Branson con una distante prima de su 1era esposa, Sybil. En la otra mitad de la casona, aunque la servidumbre se ha reducido desde el comienzo de la historia en 1912, permanecen los mismos resuelvelotodos de la familia: cocinera, ayudantes, mayordomos con todas sus divisiones, chóferes, ama de llaves, doncellas personales, sirvientxs de todo tipo para atender y mantener la propiedad. De ellxs son pocos los que todavía viven en la propiedad ya que se han ido independizando al casarse, tener hijxs, heredar o comprar pequeñas propiedades en los alrededores de Downton.

Si la visita de los reyes era el factor que alteraba la normalidad de los habitantes de Downton Abbey, en el filme de 2019, ahora a la entrada de la década de 1930, es el uso de la casa y los terrenos para la filmación de una película de Hollywood. Según han cambiado/evolucionado los tiempos, la familia Crawley ha tenido que ajustarse sin colapsar la estancia y poder seguir su modo de vida aristocrática, aunque con menos ingresos y gastos (el que otras fortunas se añadan a la de Gratham a través de matrimonios y herencias también ayuda bastante). Por eso, la propuesta de una productora de películas de pagar por usar sus facilidades es aceptada por Lady Mary, a pesar de las protestas del resto de la familia. Para nosotrxs lxs amantes del cine, esta entre historia es un deleite visual, sonoro (sí, aunque se esté filmando una película muda) y dramático. Esa invasión de los constructores de otras historias es especialmente bienvenida por la servidumbre que no solamente estarán involucrados en todos sus aspectos (hasta interrumpir escenas por su presencia involuntaria), pero este contacto también cambiará el curso de la vida de algunos.

Por otro lado, lxs espectadorxs tendremos la oportunidad de ser parte de la visita que hacen algunos miembros de la familia al sur de Francia para visitar la propiedad que la matriarca Gratham ha heredado de un antiguo admirador y enamorado. La rigidez de la aristocracia inglesa—y su servidumbre—se pondrán a prueba con el clima, las actitudes relajadas de ricos propietarios que creen en disfrutar de la vida sin seguir las normas de una aristocracia antigua. Habrá caminatas en pequeños pueblos muy calurosos, celebraciones pequeñas y medianas al aire libre y música y baile modernos, popularizados en “America” como algunos Crawley se refieren desdeñosamente a ese país.

Quizá lo que hace que nos enganchemos en la historia de Downton Abby de Julian Fellowes es su humanidad: nadie es totalmente buenazo o malvado; todos son frágiles y vulnerables aunque lo escondan con discursos aprendidos, defensivos u ofensivos sin distinción de clases o preferencias políticas.

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