Félix Ojeda Reyes: El último mambí puertorriqueño.

Félix Ojeda Reyes. Foto Ricardo Alcaraz

 

En horas de la mañana del domingo 3 de septiembre, Edwin González, delegado de la Misión de Puerto Rico en Cuba del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, me informó del deceso, ese día, del historiador puertorriqueño Félix Ojeda Reyes.

La noticia nos conmovió, pues, además del amigo, con Félix, sin lugar a dudas, desaparece, en la otra ala del pájaro, el más puro espíritu mambí del independentismo boricua del siglo XIX.

Conocí a Félix en la década del 90 del pasado siglo, en una época en que un grupo de apasionados historiadores cubanos y puertorriqueños revivíamos las huellas del mambisado boricua en las guerras de independencia de Cuba. En la Isla grande, Emilio Godínez Sosa investigaba a Ramón Emeterio Betances; Ramón de Armas, junto a José Antonio Bedia, a Eugenio María de Hostos; Josefina Toledo a Sotero Figueroa y Lola Rodríguez de Tió. En mi caso, las figuras del mayor general Juan Rius Rivera, el poeta Francisco Gonzalo Marín “Pachin”, y los combatientes puertorriqueños.

En la isla hermana, encabezaba la escuadra de historiadores la noble Loida Figueroa Mercado, secundada por Miguel Santiago, Antonio Gaztambide, el joven agrónomo y apasionado patriota Luis Alberto González Sotomayor, graduado en Cuba, y el incansable y emprendedor Félix Ojeda Reyes, entre otros.

En una verdadera fiebre historiográfica, cada dato que en una u otra ala del pájaro se encontraba, se compartía en pos del conocimiento de las raíces del antillanismo y del ideal independentista boricua. En las salas del Archivo Nacional o de la Biblioteca Nacional de Cuba, hurgábamos entre montones de papeles, para reconstruir aquella historia de hermandad. En la necrópolis de Colón, se identificaron y visitaban las tumbas de los héroes puertorriqueños de la independencia cubana.

En Paris, un alma generosa, Paul Estrade, martiano raigal, hacía suya la historia del independentismo de Cuba y Puerto Rico en el siglo XIX. En México haría lo propio el doctor Alfonso Herrera Franyutti, la nobleza hecha persona.

Imbuidos en aquel espíritu, en 1998, los cubanos llegamos a fundar, adjunta al Centro de Estudios Martianos, la Cátedra Ramón Emeterio Betances, sin dudas la figura más relevante del independentismo boricua y cubano de corazón.

Por razones diversas, la vida nos dispersó. La muerte temprana nos arrebató a Godínez, a Ramón y a Loida, pero allí estaba enérgico y oportuno Félix para no dejar caer la bandera y dedicar toda su vida, como si fuera un sacerdocio, al estudio de las raíces del independentismo boricua. Impaciente, como demoraba mi biografía sobre el general Rius Rivera, me consultó, por ética, si podía escribir la suya; y nació un excelente libro y un documental.

Con Paul se enfrascó en rescatar toda la documentación generada por Betances en unas Obras Completas. Era un sueño del prematuramente fallecido Emilio Godínez. Ya habían concluido el trabajo, cuando le escribí convidándolo a incorporar al proyecto, los muchos documentos que Emilio dejó inéditos, y a La Habana viajó en octubre de 2017. Como el más humilde investigador, en la oficina del director del Instituto de Historia se le habilitó un puesto de trabajo y allí se entregaba, sin descanso y con gran interés, a su obra creadora. De aquel trabajo, nació un nuevo tomo.

Para Félix todo vínculo con la idea de la independencia en Puerto Rico, era una línea de trabajo. Por los días de su estancia en el Instituto de Historia, se presentó un libro del historiador cubano Francisco Pividal Padrón titulado El movimiento 26 de julio en Venezuela y quienes lo apoyaron, obra que abrió el apetito investigativo de Félix, esta vez respecto a los puertorriqueños que se unieron a la causa antitrujillista en el primer semestre de 1959 y que dieran la vida en aquella isla, cuando tomaron parte de la fracasada expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

En el Instituto de Historia supo del proyecto en elaboración de las Obras Completas de Antonio Maceo y Máximo Gómez, que asumió de inmediato como propio, enviando cuanto documento de ambos paladines encontró en diferentes archivos del mundo.

En aquella visita de 2017, lo invitamos a la presidencia del II simposio internacional Revolución Cubana. Génesis y desarrollo histórico, realizado en el Palacio de Convenciones de La Habana. Él y el mejicano Antonio del Conde Pontones, El Cuate, dueño del yate Granma, desde el estrado, dirigieron sendos mensajes de solidaridad y fidelidad a la Revolución Cubana y a Fidel.

Por esos días visitaba la isla el joven realizador puertorriqueño Tito Román, quien presentó su impactante film documental “El Antillano” sobre Betances. Del intercambio entre los tres, comenzó Félix a soñar con un nuevo film, esta vez sobre el general Rius Rivera.

Antes de partir de regreso a su querida Borinquén, me pidió lo llevara a la ciudad de Santa Clara, en el centro del país, para rendir honor al comandante Ernesto Guevara. Fue una visita emotiva, de la que él mismo escribiera, sentidamente. Y es que Félix llevaba el internacionalismo y la solidaridad en lo más profundo de su corazón y su mente. No casualmente uno de sus hijos se nombra Ernesto, como el “Che”.

En Puerto Rico se dedicó a trabajar con jóvenes, a crear valores, a revivir el ideario integracionista antillano. Hablamos y soñamos proyectos al respecto, que la Covid – 19 detuvo.

Desde allá me alertaba del contrabando internacional, en especial en Estados Unidos, con la venta de documentos históricos extraídos de Cuba y subastados inescrupulosamente. Todo lo de Cuba le interesaba, le alegraba y también le dolía.

Para Félix, Cuba y Puerto Rico eran hermanas gemelas. Betances lo inspiraba en su independentismo y antimperialismo y reencarnaba en él. Revolucionario consecuente, su vida fue, hasta su muerte, un culto al independentismo puertorriqueño y sus raíces. Lega a Cuba, Puerto Rico y América, una obra de imprescindible consulta. Fue el último mambí puertorriqueño.

 

 

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