Invitación al estudio del exilio español en las Antillas

 

 

 

Especial para En Rojo

 

 

No cabe duda que la Guerra Civil Española (1936-1939) fue un hecho de inmensa importancia en múltiples países.  Muchos la ven como el preámbulo o el ensayo preliminar de la Segunda Guerra Mundial.  Hasta el Caribe hispano sintió sus repercusiones de manera clara e inmediata, sobre todo por la emigración de españoles defensores de la República que fueron derrotados por las fuerzas fascistas y tuvieron que exiliarse.  Posiblemente todos los países de Hispanoamérica sintieron el impacto de ese exilio.  Pero México y Argentina fueron los que más fuertemente fueron impactados por la llegada de españoles, especialmente de intelectuales que transformaron el ámbito cultural de esos países.  En ambos países los exiliados españoles – que sentían una gran simpatía y afinidad por esos nuevos mundos y, por ello, hablaban de transtierro y no de destierro – transformaron sus sendas industrias editoriales.  El Caribe hispano también fue afectado por la presencia de esos exiliados, aunque no tan profundamente como esos dos países ya mencionados.

El tema de la fuerza transformadora de ese exilio ha interesado a esos mismos exiliados, a sus descendientes y también a historiadores que reconocen que el impacto de esa emigración afectó a muchos. Ahora la historiadora española Lara Caride se suma a la larga lista de estudiosos que intentan explorar el tema.  Lo hace con un pequeño libro titulado El exilio español en Puerto Rico y República Dominicana (San Juan, Ediciones del Flamboyán, 2022).  Este es un breve texto de 77 páginas en las cuales revisa críticamente la bibliografía sobre el mismo, lo que es ya una contribución.  No sé si Caride prepara un libro más amplio sobre el tema o si estas son páginas de una tesis doctoral, pero estas 77 tienen como propósito único el que usualmente se asigna a las primeras de ese tipo de obras: revisar antes de entrar en la tesis o el libro la bibliografía existente sobre el tema, lo que usualmente se llama revisión de la literatura.  No cabe duda de que tal propósito es válido y necesario, pero el lector – al menos el que escribe esta página – se queda con el deseo de saber más, de ir más allá de ese primer paso de esa revisión bibliográfica.  Además las 77 páginas que componen El exilio español en Puerto Rico y República Dominicana traen consigo algunos otros problemas.

En primer lugar hay que preguntarse por qué Caride se enfoca en la República Dominicana y  Puerto Rico.  Por supuesto que tiene todo el derecho de limitar su tema de la manera que quiera y le convenga.  Pero no dejamos de preguntarnos por qué no se incluye también Cuba, donde se sintió también los efectos de ese exilio español.  Esa ausencia queda sin explicar.  Algunas de las fuentes historiográficas que Caride examina, particularmente los estudios de la historiadora española Consuelo Naranjo, incluyen a Cuba en su enfoque.  Caride tiene todo el derecho de limitar su tema a dos de las Antillas, pero debió hacer claro por qué limita su estudios sólo a Puerto Rico y la República Dominicana.

Muy recientemente un joven historiador cubanoamericano, Daniel Fernández, ha estudiado el impacto de la emigración española a Cuba.  No menciono este trabajo porque crea que Caride lo debía haber conocido – el mismo es muy reciente – sino para apuntar que el estudio del tema del exilio español en Cuba a raíz de la Guerra Civil sería iluminador.  Por ejemplo, Fernández descubre como hubo españoles exiliados en Cuba que contribuyeron a desarrollar estrategias para la lucha contra Batista, entre otros muchos campos de acción.  También apunta como hubo exiliados españoles que originalmente fueron a la Unión Soviética y que más tarde, tras la victoria de la Revolución Cubana, emigraron a esa isla.  Por ello, entre otras razones, terminé de leer el breve libro Caride con esa duda: ¿por qué limitar el tema a dos Antillas? ¿Por qué excluir a Cuba?

Según leía El exilio español en Puerto Rico y República Dominicana y recordaba que el propósito del libro es examinar la bibliografía existente esperaba que su autora comentara ciertos libros sobre el tema.  Por ejemplo, Caride asevera que “al margen del estudio de Allan Chase, Falange. The Axis secret army in the Americas, de 1943, que dedica el capítulo 7 a Puerto Rico, no he encontrado mayores muestra de estudio sobre el apoyo franquista en la isla” (42).  De inmediato recordé el excelente libro de Rafael Ángel Simón Arce, “Volarán banderas victoriosas…”: Historia de la Falange en Puerto Rico (1937-1941) (San Juan, Ediciones Gaviota, 2019).  Esta aseveración de Caride me hizo examinar de inmediato la bibliografía de su libro donde hallé que las más recientes fuentes que incorpora son del 2017.  Ello me lleva a pensar que terminó su libro digamos en 2018 y por ello no pudo conocer el libro de Simón Arce.  No es su culpa, pues, esta ausencia de tan importante fuente.  Pero la misma habla muy claramente sobre el problema que padecemos los que queremos publicar en Puerto Rico: la tardanza en la aparición de nuestros trabajos.  Si Caride terminó su libro en 2018, como parece indicar por sus fuentes bibliográficas, le tomó cuatro años verlo publicado.  Por ello su aseveración sobre la ausencia de estudios sobre la Falange en Puerto Rico resulta errada y no es culpa suya.  El hecho es otro reflejo más de las dificultades de publicar en Puerto Rico.

El objetivo principal de este librito es el examen crítico de la bibliografía del tema.  Eso Caride lo hace con rigor, pero a veces sin tomar en consideración todos los factores que pudieron llevar a otros estudiosos a las conclusiones a las que llegan y hasta con prejuicios profesionales.  Por ejemplo, descarta el trabajo del intelectual dominicano Bernardo Vega quien “no es ni académico ni historiador de formación” (49); a la vez toma menos críticamente las conclusiones de otros estudiosos.  Pero en general Caride halla que su campo de estudio está sin explorar plenamente.  Por ello abundan frases que se convierten en constantes en estas 77 páginas, frases tan frecuentes que terminan siendo incómodas.  Se repiten algunas como “queda mucho trabajo por hacer” (38), “da muestra de lo mucho que queda por investigar” (46), “no hallar gruesos estudios sobre este tema” (47), “todavía no hay estudios” (52), “muestra de lo poco que se ha incursionado en el tema”(61). Caride tiene razón al así apuntarlo, pero repite su queja con demasiada frecuencia.  Pero está consciente que la finalidad de su trabajo es alentar a otros a continuar la investigación y esta es una noble actitud.  Por ello las últimas palabras de su libro son una invitación a otros investigadores:

Que sea esta, entonces, una de las entradas posibles para despertar el interés en el tema y avivar a otros estudiantes, profesores e investigadores a continuar la ruta historiográfica que sucintamente hemos presentado hasta aquí.  (72)

 

Este llamado a continuar el trabajo de exploración de este interesante e importante tema es generoso y hasta altruista.  Con una revisión de este trabajo, una revisión que ponga al día la bibliografía – recordemos que el propósito principal de este breve texto es un examen de lo que se ha escrito sobre el tema – estas 77 páginas se podrían convertir en el primer capítulo de un libro que explore el impacto del exilio español en la República Dominicana y el Puerto Rico.  ¿Y por qué no Cuba también?  ¿Será ese el plan de la autora?  Espero que alguien – inclusive ella misma – acepte su invitación y continúe esta importante y necesaria investigación.

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