Juegos con el espacio y tiempo en El Público

Fotos por: Axel Torres

 

En Rojo

 

La nueva presentación de El Público, por parte del Teatro Rodante Universitario de la Universidad de Puerto Rico en  Rio Piedras, apuesta a unos juegos interesantes entre el espacio, el tiempo y la atención del público observador.

La obra, escrita por Federico García Lorca en los años 1930, se escogió para interpretarse en conmemoración del centenario de la grandiosa Victoria Espinosa, quien fue pieza clave para que la obra se estrenara en Puerto Rico en el Teatro de la Universidad en el 1978. Esta vez, la obra está bajo la dirección de Sylvia Bofill Calero en el mismo espacio: el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Esta vez es acompañada por el Teatro Rodante del Departamento de Drama de La IUPI.

La obra, descrita por el mismo García Lorca como “una de sus obras imposibles” tiene un corte surrealista. La pieza sirve como un acercamiento al director a través de muchos personajes como un director, quien sirve como un tipo de personaje principal, y como éste se acerca a su  praxis como dramaturgo y como es visto por el público que va a ver sus obras. Todo esto mientras el director va adentrándose a otros aspectos personales de su vida tales como su orientación sexual y como estos conceptos son descritos por El Público, funcionando así como un tipo de monologo interno.

Bofill Calero utilizó todo el espacio a su disposición para llevar a cabo la obra. No solamente el espacio dentro del Teatro, también aprovechó el espacio de la Plaza Antonia Martínez para elaborar un tipo de primera llamada y dar inicio a la obra desde las afueras del Teatro y utilizó este momento para entrar al público al Teatro UPR. Este mismo comentario también se puede aplicar al diseño del montaje en el teatro, en el cual empieza sentando al público y lo adentra de unas maneras interesantes a la acción en escena. La creatividad en la cual se utiliza el espacio de una manera creativa e innovadora.

Fotos por Axel Torres Ortiz

Otra elemento que se tiene que resaltar en esta obra es el uso del tiempo. Esta obra duró, de manera estimada, unas dos horas y veinte minutos sin ningún tipo de intermisión (excepto cuando la obra mueve al público del espacio del teatro a sus asientos tradicionales). La obra toma su tiempo en desarrollarse. Muchas veces es extremadamente difícil e incómodo seguir el ritmo de la pieza, hasta para la persona más aficionada del teatro. No obstante, la pieza recompensa inmensamente con una hermosa experiencia a las personas que invierten su tiempo en entender la pieza y logran adentrarse a la misma con una experiencia extremadamente surreal que nos acerca a unos aspectos cruciales de la vida de García Lorca y su praxis como artista.

Otra de las cosas que hay que destacar en esta obra es la actuación del Teatro Rodante Universitario de la Universidad. Una obra de esta magnitud es extremadamente difícil encontrarle un tono de proyección y una manera apropiada de proyectar cada personaje. Las personas involucradas en este aspecto realizaron un extraordinario trabajo en no solamente adentrarse a cada personaje, sino en proyectarlo de una manera en la que no opacara a nadie y que cada uno y una tenga su propio momento de brillo.

 

La obra en muchos momentos se convirtió en un ejercicio de incomodidad en el cual se aprovechó del espacio disponible, se prestó para jugar con la capacidad de atención del público, ya que la acción no se centraba exclusivamente en un solo lugar. No obstante, esta obra te recompensa por invertir en su espacio y su tiempo con una excelente experiencia teatral que a su vez honra la memoria de una de las personas que ayudó a que la obra originalmente se estrenara en los setenta.

 

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