La despedida de un año glorioso de cine

 

Especial para En Rojo

 Es imposible pensar más allá de mi posición en el mundo. Mis películas favoritas del 2023 marcan mis limitaciones económicas y geográficas. También reseño tan solo películas que me gustan o que encuentro interesantes. Entre el trabajo, la familia y otros proyectos, no pierdo tiempo con el cine que olvido minutos después de los créditos finales. Como resultado, hay varios silencios que persisten en mis reseñas y que afectan esta lista. Mi lejanía de la isla me impide ver películas puertorriqueñas como La pecera (dir. Glorimar Marrero, 2023) y Érase una vez en el Caribe (dir. Ray Figueroa, 2023). Cada vez que leo los artículos de María Cristina sobre películas isleñas, me muerde la diáspora. Otro silencio entre mis críticas son las maravillas que se producen más allá de los Estados Unidos. A pesar de que tarde o temprano doy con ellas, son muy pocas las que llegan a los cines que puedo pagar. Haré referencia en reseñas futuras a películas como Fallen Leaves (dir. Aki Kaurusmäki, Finlandia y Alemania, 2023) y Tótem (dir. Lila Avilés; México, Francia y Dinamarca; 2023), entre otras que espero con ansias. Por limitaciones de espacio, no incluyo Spider-Man:Across the Spider-Verse (dirs. Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson; EEUU; Claridad, 6 de junio), Asteroid City (dir. Wes Anderson, EEUU y Alemania; Claridad, 18 de julio), Killers of the Flower Moon (dir. Martin Scorsese, EEUU; Claridad, 31 de octubre), ni The Holdovers (dir. Alexander Payne, EEUU; Claridad, 23 de noviembre) que cuentan entre mis experiencias favoritas del cine este año pero que ya reseñé para Claridad. Tampoco incluyo unas joyas del 2022 que se exhibieron en los cines en el 2023. Entre estas están los sutiles dramas familiares The Quiet Girl (dir. Colm Bairéad, Irlanda; Claridad, 28 de marzo) y L’immensità (dir. Emanuele Crialese, Italia y Francia); la violenta y divertida Sisu (dir. Jalmari Helander; Finlandia, EEUU y Reino Unido); el poderoso mensaje político del thriller, How to Blow Up a Pipeline (dir. Daniel Goldhaber, EEUU; Claridad, 26 de abril); y la excelente consideración de cómo el arte y la vida se entrelazan en Showing Up (dir. Kelly Reichardt, EEUU). Escribo únicamente sobre las cinco películas que más disfrute en el 2023, pero que no pude reseñar.

No hay más grande placer para mí que ver una película que muchos críticos detestan, pero que a mí me fascina. De hecho, aunque la crítica está dividida, Beau Is Afraid (dir. Ari Aster; EEUU, Reino Unido, Finlandia y Canadá) fue una experiencia sin igual. La película sigue al personaje de Beau (bordado por el magnífico Joaquín Phoenix), que en un viaje a través de su siquis enfrenta sus miedos más oscuros hasta llegar a la raíz de todas sus inseguridades. En una épica que dura tres horas, Beau se enfrenta a su aversión a la violencia, a los arácnidos, a encontrarse incapacitado y a su madre (actuada por la divina Patti LuPone), entre otros. Durante su travesía, Beau también se topa con momentos de esperanza que lo mantendrán caminando hacia ese futuro incierto sin quitarse la vida. Entiendo cuán desesperante es el camino de Beau para muchos críticos, pero la exploración de la vida interior del protagonista y el surrealismo que Ari Aster crea combinando momentos de horror, de comedia y hasta de animación, es para mí uno de los logros cinematográficos del 2023.

Otra maravilla fue Oppenheimer (dir. Christopher Nolan, EEUU y Reino Unido). Christopher Nolan es de esos directores que, hasta en películas que brillan por sus imperfecciones, no deja de parecerme interesante. En su más reciente película, Nolan se enfoca en la figura que lideró el equipo de físicos que creó la bomba atómica. La película aumenta la tensión con el brillante diseño de sonido de Richard King, la edición de Jennifer Lame y la cinematografía de Hoyte Van Hoytema hasta llegar a la explosión final. Esta no es solo la de la bomba atómica, sino también el desenlace de la lucha de voluntades entre Oppenheimer y Lewis Strauss, el triste académico y burócrata que persiguió al físico. Oppenheimer, con las sonrisas enigmáticas de Cillian Murphy, y Strauss, cuya villanía Robert Downey Jr. llena de una fragilidad del ego comparable con el envidioso Antonio Salieri (F. Murray Abraham) de Amadeus (dir. Milos Forman, EEUU y Francia, 1984), son el centro de la película. Aunque la película deja fuera mujeres que fueron clave en la creación de la bomba, las actuaciones de Emily Blunt en el papel de Kitty Oppenheimer y Florence Pugh, que hace de Jean Tatlock, son presencias poderosas que desafían los espacios masculinos que dominan las películas de Nolan.

Past Lives (dir. Celine Song, EEUU y Corea del Sur) es otra maravilla del 2023. La película sigue a Nora (Greta Lee) y a Hae Sung (Teo Yoo), dos jóvenes adultos coreanos que se reencuentran en Nueva York después de que sus familias se separaron cuando eran niños. Los silencios que marcan la tensión amorosa entre Nora y Hae Sung todavía me emocionan. Nora está envuelta en una relación con Arthur (John Magaro), un hombre que entiende las necesidades de su pareja y cuya confianza en ella demuestra su inteligencia emocional. La despedida final entre Nora y Hae Sung es impresionante, especialmente por la delicadeza que Celine Song logra en su primera película.

No deja de impresionarme que después de la monumental The Wind Rises (Japón, 2014), que supuestamente era su última película, Hayao Miyazaki pudiera superarla con la compleja experiencia que es The Boy and the Heron (dir. Hayao Miyazaki, Japón). En la historia, después de perder a su madre, Mahito (Soma Santoki y, en la traducción al inglés, Luca Padovan) se muda con su padre (Takuya Kimura/Christian Bale) a casa de su familia materna en el campo. Mientras Mahito sufre su pérdida, el niño encuentra un mundo mágico guiado por una extraña garza (Masaki Suda/Robert Pattinson) que le promete traer a su madre de nuevo a la vida. La película es casi imposible de resumir y merece ser vista muchas veces para entenderla completamente. No piensen que por ser una película animada The Boy and the Heron carece de múltiples niveles de significado. Miyazaki crea una narrativa épica al estilo de Akira Kurosawa y una gramática visual incomparable. No obstante, los pericos que comen carne humana son una explosión cómica única de Miyazaki.

Me moría por ver Poor Things (Irlanda, Reino Unido y EEUU) porque soy fanático de su director, Yorgos Lanthimos, y del elenco que incluye a Emma Stone en el papel de Bella y a Willem Dafoe en el rol del Dr. Baxter. Aunque mis expectativas eran altas, la película no me decepcionó. Poor Things logra crear un mundo de fantasía steampunk por la combinación perfecta de la novela de Alasdair Gray y el libreto de Tony McNamara, la cinematografía de Robbie Ryan, la música de Jerskin Fendrix, los vestuarios de Holly Waddington y el diseño de producción de Shona Heath y James Price. En este universo raro inspirado en la época victoriana británica, Bella es un estilo de mujer Frankenstein que su “padre” creó como un experimento. Bella se embarca en un viaje de descubrimiento sexual y de la experiencia humana que culmina en una afirmación poderosa de su propia humanidad. El experimento del Dr. Baxter superó sus expectativas y, por su propio esfuerzo, se tornó en una mujer independiente en control de su destino. A pesar de que una lectura feminista debe cuestionar la manera en la que Bella se empodera a través de una dolorosa objetivación sexual, la película es una verdadera obra de arte.

El 2023 fue un festín de cine inolvidable.

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