La happycracia como solución y método alternativo del mercado sociopolítico de Puerto Rico

 

 

Especial para En Rojo

 

Tomando como punto de partida el momento histórico- cultural que se vive, tanto a nivel micro como macrosocialmente, del saque puede apreciarse un tipo de rompecabezas como la flagrante tercera guerra mundial. Lo característico de este hecho y fenómeno social son las desestabilizaciones socioeconómicas que sacan a flote los múltiples choques civiles entre Estado versus pueblo. Dichos efectos secuenciales se evidencian con mayor detención ya postcovid-19 debido a que el encierro mismo, distanciamiento social “forzado”, inoculación de rebaño, entre otros parámetros de corte tanato-políticos (planificación técnica de la muerte) afloraron a la progresiva sucumbida del globo terráqueo.

Al situarnos en un año muy particular lleno de diversas eventualidades bajo distracción u ofuscamiento como es el avecinamiento de las elecciones, juegos olímpicos, integración de Irán y Gaza al campo de guerra entre Israel versus Palestina, la incesante inflación y deflación en Latinoamérica, integración de la inteligencia artificial al campo intelectual/académico, la esquizofrenia colectiva entre otros acontecimientos sin precedentes, resulta imprescindible traer a la mesa demagógica-populista el método happycrático . Mediante estos giros sociopolíticos y psicoemocionales irreversibles que van forjándose desde hace unos dos lustros atrás, ha ido emergiendo en países en vías de desarrollo y coloniales como Puerto Rico toda una tautología de cómo llevar a cabo el estado de aplatanamiento y/o autoenajenación social.

En efecto, si ejemplificamos la recreación retórica de transmitir la coacción psicoemocional de las masas a nivel social en estas delicadísimas fases beligerantes y posthumanas en que nos situamos, el remedio distorsionador que propulsa el modelo sociopolítico actual es la happycracia. Tanto es así, que la panacea que inyectan los medios de comunicación de masas (podcasts, radio, televisión, prensa e influencers fatulos) para aplacar esa sensación de ansiedad y/o desestabilización psicosocial es la “Casa de los famosos”.  De este modo, la agresiva propaganda politiquera que anda arropándonos por doquier, también refuerza el imaginario social. Así que, el disque “libre” derecho democrático al voto pueda ilustrarse a flor de piel e incluso minimizarse con la feroz contienda que traen consigo las fallidas primarias de este próximo 2 de junio del 2024; es un claro producto de la lobotomización idónea que emana el circo mediático de “La casa de los famosos”. Ahí es que reside la idealización profética de vanagloriar figuras como Maripily, Patricia Corcino o al mismo Clovis del presente programa secular para contrarrestar la ignominia sociohistórica que afronta, tanto Puerto Rico como la sociedad cosmopolita civil que habita en la isla.

Según Cabanas & Illouz (2021) el concepto de la happycracia apuntala a las nuevas prácticas de control, gestión y toma de decisiones intersubjetivamente. Una excelente muestra de esta actividad lo es vía virtual sea con la medición de lo que nuestros “likes o me gusta” para aprobar un posible enaltecimiento a la definición identitaria, personal, simbólica e imaginaria ante el mundo. Revistas de alto impacto como es “Harvard Business Review” señalan que el impacto que tiene la felicidad en las sociedades moderno-tardías/informáticas es imprescindible para definir e inclusive resaltar lo qué sería un buen civil contemporáneo. (p.108, 2010).

Así que, si entrelazamos bien el sinsentido que cobra la “Casa de los famosos” en los constantes bombardeos que recibe la psicología de masas con la “Maripily-maniacomanía” cosechando “valor y sacrificio” la traducción de este sinsabor adquiere un sentido significativo para el imaginario social puertorriqueño. Tales manifestaciones van interpretándose, concibiéndose y visualizándose en el nuevo imperativo happycrático de rellenar ese vacío y desesperanza vía informativa que meritoriamente debería difundir el aparato ideológico mediático.

Quiérase decir, que son las mismas crisis socioeconómicas las que propulsan una resignificación axiomática del mercado como bien nos expone Deleuze & Guattari (1973) dado que es bajo ese proceso que el capitalismo se atempera las circunstancias del momento. Este evolutivo, pero sutil efecto ha hecho allanar silentemente al dolor en un mero tormento corpóreo pasajero siguiendo la línea del filósofo norcoreano Byung Chul-Han (2021).

La pertinente metodología que facilitó sentar las bases para que el dolor pueda ser cosificado fue la misma pandemia. Esta, gracias a los grandes intereses financieros farmacéuticos como Pfizer, Moderna, Janssen, etc. más allá de perseguir una sociedad sana y salva, edificaron una cuasi “perfecta” atmósfera de “felicidad”. Dicho antídoto fue vaticinado en conjunto a la forzada agenda sociopolítica del venidero regreso a la “normalidad” y “plenitud”, hechos que sabemos que jamás se han aproximado a lo que éramos sociohistóricamente, ¿Cómo logró orquestarse este tácito crimen? Ha sido mediante el desarrollo de la carencia de sentido, la avidez de novedades, satisfacción inmediata, búsqueda de la felicidad, hiperconsumo y la fabricación de necesidades que la happycracia logra enmarcar en productos fetichizables o ideales para sobrellevar la vida cotidiana.

Por tal motivo, según nos subrayan Cabanas & Illouz (2021)

La felicidad se ha erigido como un producto tan central en el capitalismo del siglo XXI porque las mercancías emocionales de la felicidad no se limitan a ofrecer al consumidor momentos de alegría, tranquilidad, evasión, esperanza, reafirmación, etc. sino, principalmente, porque de forma más o menos explícita estas mercancías emocionales convierten a la felicidad en un estilo de vida, en una mentalidad y, en último término, en un tipo de personalidad para definir en términos psicológicos el ideal neoliberal del ciudadano contemporáneo. (p.123)

Es en ese sentido, que en lugar de estar ejerciendo una democracia representativa a nivel isla como es la que nos han hecho impulsar, se nos insta en el fondo un remedio paliativo como nos delinea Chul-Han (2021). Frente a esta autoinducida condición, queda en nosotros no solo desbancar el erróneo concepto vulgarizado que hemos hecho acerca de la búsqueda de la felicidad neoliberal el cual desvirtúa lo qué es dolor. Además, es fundamental el resignificar al mismo dolor.  Y esto es más que meritorio puesto que el famosísimo aforismo de Nietzsche muy adelantado a su tiempo dijo “Lo que no te mata te hiere de gravedad y te deja apaleado, que luego aceptas cualquier maltrato y te dices a ti mismo, que eso te fortalece”. De ahí la necesidad de salir de las zonas de confort de los espacios hogareños, virtuales, laborales y ociosos para sacudir la retoma de la conciencia social así vamos despertando del letargo happycrático. Gran parte de todo este modelo sociopolítico proviene de encontrar ciertos símbolos y personajes míticos para rendirle culto a sus arduas hazañas. Considero que, una de las efigies que más se alinearían a dichas críticas es la de la célebre estadía de Maripily versus su archirrival “Lupillo” en la “Casa de los Famosos” mientras el país plus mundo se nos desintegra entre la corrupta Junta de Control Fiscal, privatización de los servicios básicos como la educación, cierre de departamentos y cursos en la Universidad de Puerto Rico, mayor criminalidad y feminicidios, entre otras rampantes problemáticas.

Es por ello, que, para concluir con esta reflexión, resulta pertinente el reconceptualizar nuestra noción imaginaria, simbólica y “real” de lo que es ejercer la felicidad debido a que esta siempre ha sido más que un sentimiento que no se internaliza o externaliza, sino más bien que se experimenta desde nuestra experiencia individual según nos declara Nietzsche (1881) en su emblemático texto “Aurora”. Por tal razón, es que la búsqueda de la felicidad aparece como un condicionamiento político de control el cual más allá de ser una sensación muy individual, es a su vez un “issue” o problema social de estos tiempos ultrarrápidos.

Referencias

Baudrillard, J. (2014). La sociedad de consumo. Siglo XXI. México.
Cabanas, E. & Illouz, E. (2021). Happycracia. Paidos. España.
Castoriadis, C. (2007).  La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets. Argentina.
Chul-Han. B. (2021). La sociedad paliativa. Herder. España.
Deleuze, G. & Guattari, F. (1973). El Antiedipo. Paidos. Argentina.
Nietzsche, F. (1881). Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales. Biblioteca Edaf. España.

 

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