La huelga en Suiza  Dairy

 

 

CLARIDAD

El conflicto huelgario en la empresa Suiza Dairy se ha prolongado desde el pasado 11 de junio y continúa hasta la fecha de esta publicación. Se trata de una huelga en la que en apariencia parecería ser una clásica disputa obrero patronal sobre encontrar un punto de acuerdo en cuanto a la aportación patronal al plan médico.  Sin embargo, detrás de esta disputa existen varios niveles de análisis que ayudan a entender las acciones  tanto de los trabajadores agrupados en la Central General de Trabajadores, como de la del patrono que aunque opera bajo el nombre que todos conocemos, se trata  del Grupo Gloria, una empresa con sede en Perú que participa en la industria de productos lácteos en todo el continente sudamericano, además de tener ramificaciones internacionales en industrias del cemento y la construcción y fondos de inversión.

En el centro de la controversia está sin duda el reclamo de los trabajadores de un aumento a la aportación patronal al plan médico. A inicios del 2013, las partes suscribieron un convenio colectivo en donde el único punto que quedó pendiente a negociar fue la aportación al plan médico para el segundo y tercer año del convenio. En vista de ello, el patrono solicitó tiempo para someter una propuesta. Por lo que el convenio dispuso para retomar este cabo suelto en marzo de este año. La unión procedió a someter su propuesta inicial consistente en un aumento a la aportación de $125. Sin embargo, a pesar de varias reuniones, el patrono nunca presentó una contraoferta. El momento en que más cerca estuvieron de presentarla fue el jueves 30 de junio cuando se comprometieron ante el Secretario del Trabajo a someter una oferta al siguiente día. Contrario a lo indicado, al siguiente día procedieron a informar del cierre de operaciones de manera parcial y temporera, dejando sin empleo a sobre 480 trabajadores principalmente del área de producción y ventas.

La contraofensiva del patrono de ejecutar un cierre patronal es muestra de la intensidad del conflicto. Lo cierto es que la huelga ha tenido el efecto desde el primer día de paralizar la totalidad de la producción de la principal planta de Suiza, localizada en Río Piedras. Esto le ha provocado grandes pérdidas que ya sobrepasan por millones los reclamos de los trabajadores. Entonces, cabe preguntar las razones de la obstinación patronal de no ceder o al menos intentar encontrar un punto medio que permita la reanudación de la producción. Para responder a esto, debemos entrar a los demás niveles de análisis que explican el conflicto.

En primer lugar, se trata de una postura ideológica de clases. Sí. El patrono está muy conciente del impacto que una derrota patronal tendría en las mentes de los trabajadores y trabajadoras del sector privado si una huelga militante que logró paralizar la producción logra vencer. Ante este escenario, su conciencia de clase patronal y capitalista les obliga a “jugar pal equipo” y asumir la contraofensiva aunque le represente costos inmediatos. El 2 de julio se efectuó una primera prueba de fuego en ese conflicto ideológico. Y es que, a la vez que continúa la huelga, la CGT prevaleció en unas elecciones sindicales en Conwaste de Carolina con sobre el 75% de los votos. Esta elección estuvo matizada por la campaña de terror del patrono ayudada por el Municipio de Carolina en la que achacaban el cierre de Suiza a la huelga y militancia de la CGT. Los trabajadores de Conwaste superaron estos intentos de intimidación y abrazaron  a la organización sindical.

Por otra parte, se trata de un conflicto que lleva años dilucidándose en donde Suiza ha reclamado que la intervención de la Oficina de Reglamentación de la Industria Lechera (ORIL) ha impuesto costos de manera ilegal a la industria, afectando la capacidad de generar ganancias.  Según Suiza, estos alegan públicamente que la razón del cierre se debe fundamentalmente a la intervención de ORIL y al alegado incumplimiento con una sentencia dictada por el Tribunal Federal en 2013. En este conflicto está en juego la capacidad de regulación del estado de esta industria y los controles de precio. Es una batalla que transcurre públicamente en el marco legal, pero que se mueve en el ámbito del cabildeo político para obtener mejores condiciones de negocio. Este lamento de Suiza ante los supuestos abusos de ORIL contrasta con el hecho de que Suiza ha sido por años la primera empresa de productos lácteos del País, controlando consistentemente sobre el 60% del mercado. Mercado, que cuenta con apenas otros dos competidores de importancia siendo estos Tres Monjitas y la Cooperativa de Productores de Leche de Puerto Rico, conocida comercialmente como Indulac.

La importancia de la industria lechera tanto para la economía como para el consumo del País, sumado a la realidad de un mercado dominado por solo tres empresas, requiere sin duda alguna una regulación especial por parte del estado. De lo contrario, tanto la calidad como los precios se verían afectados en detrimento de la gente.

La movida de Suiza es una manera de estremecer el mercado y presionar al gobierno para que cedan a sus reclamos. Esto se combina con la radicación de un nuevo pleito en el tribunal federal contra el gobierno y ORIL. El poder económico de Empresas Gloria le permite el lujo de realizar este tipo de movidas que de primera instancia parecería un golpe auto infligido, pero que a la larga apuestan a domesticar a sus empleados y amoldar las normas del mercado a su antojo.

Ciertamente, para los trabajadores el reto es sumamente grande. Hasta el momento, el ánimo en la huelga ha sido extraordinario y han asumido la respuesta patronal como un acto desesperado ante la efectividad de la huelga. Por lo que la calma y la disposición de mantener la presión se han convertido en su mayor virtud.

La movida del patrono no contó con la postura de voces de la CGT y del País que han levantado el reclamo de que la empresa pase al control del gobierno o directamente de los trabajadores. En el caso de los trabajadores, estos han aprendido en el proceso huelgario, la importancia crucial de su labor tanto material como intelectual y su potencial capacidad de correr la empresa con una visión de brindar un bien al pueblo a la vez que se reparten las ganancias de manera más justa. Si bien esta discusión aún está comenzando, la misma abre puertas a un abanico de posibilidades  y de ensayos que nos permitan repensar una economía dirigida por los y las trabajadoras.

Finalmente, este conflicto debe enmarcarse en el contexto de la crisis inflacionaria en que vivimos. Por un lado, se aumenta el salario mínimo y por el otro aumentan todos los productos de la canasta básica, la luz y el agua, por mencionar algunos renglones. Este escenario históricamente se ha resuelto principalmente  de dos maneras: pasándole la factura al pueblo, llevándoles a un mayor estado de empobrecimiento o, provocando una redistribución de las riquezas tanto en el renglón de los recaudos gubernamentales como en el del aumento de salarios y beneficios. Es por ello que la solidaridad con la CGT y los huelguistas es estratégica para alterar los objetivos de quienes pretenden resolver la crisis con más medicina amarga para el Pueblo.

 

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