Es imposible pensar en Cate, querido compañero fallecido en días recientes, sin recordar su eterna sonrisa. La calidez de sus saludos, la chispa de vida que siempre asomaba en sus ojos alegres. Cate fue la viva imagen del luchador entusiasta, optimista, de los que siempre creyó en las posibilidades de nuestro país y de nuestra gente para construir un futuro de libertad y oportunidades para todos y todas. El brillo de sus ojos se acrecentaba cuando hablaba de las puertas que abrirían los avances tecnológicos hacia un nuevo futuro para Puerto Rico y la humanidad. En eso, fue un adelantado. Hablaba de estudiar el futuro mucho antes de que la irrupción del Internet cambiara el mundo para siempre.
Se dio a conocer durante sus años universitarios, cuando la «generación que tomó las calles», al decir de Manuel de J. Gonzalez, luchaba aguerridamente por la reforma universitaria, el fin del servicio militar obligatorio y la libertad de la Patria, a la vez que se formaba académica y profesionalmente para tomar el batón de un nuevo y mejor Puerto Rico.
Fue activista estudiantil e independentista desde aquellos años mozos. Por eso, fue natural para él militar luego en el Movimiento Pro Independencia ( MPI) y en el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), siempre acompañado por Nitza, su novia eterna, tan firme, entusiasta y aguerrida como él.
Vivió e hizo estudios en Chile en tiempos del gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular, donde fue imbuido del aire de libertad y justicia social que se respiró allí durante aquellos años. Después, como dice Silvio en «El elegido», «vivió la historia de un golpe y sintió en su cabeza cristales molidos», al desmoronarse aquel sueño de una nueva sociedad libre e igualitaria, bajo el horror de la dictadura de Augusto Pinochet.
Ya en Puerto Rico, fue miembro del Comité Central, organizador, Secretario de Zona de Ponce y candidato a alcalde de la Ciudad Señorial por el PSP, en la primera incursión electoral de dicho partido en 1976. Dejó en Ponce una huella profunda entre compañeros y amigos, que lo siguieron siendo durante toda la vida.
En CLARIDAD fuimos beneficiarios de su conocimiento y habilidad como mentor y adiestrador en nuevas tecnologías, durante nuestra transición de las viejas maquinillas a las computadoras. Con su sonrisa perenne y su don de gentes, Cate fue el maestro ideal para guiarnos hacia la nueva era de la información digital.
Roberto Delgado Ramos fue un luchador de todos los días. Un militante de primera fila que nunca se dejó intimidar por los riesgos y peligros de la época convulsa que le tocó vivir. Fue una época bien difícil, que le puso a prueba muchas veces, pero nunca logró quitarle el entusiasmo, ni borrarle la sonrisa.
En estos últimos años, él y Nitza se habían ido a vivir cercanos a su hija y nietos en el estado de Oregon, en Estados Unidos, pero siempre mantuvieron el vínculo con la Patria y sus luchas, con sus compañeros y con su amado pueblo puertorriqueño.
Hoy, en la hora de su vuelo final al infinito, nos unimos en un apretado abrazo a su compañera de vida y luchas Nitza Hernández, a su hija Yara, su hijo Darién, su hermana Sari, nietos y demás familiares para celebrar su vida y recordarlo con profundo cariño y agradecimiento.
Junta Directiva y Colectivo de Trabajo de CLARIDAD, Periódico de la Nación Puertorriqueña