Las frustrantes dimensiones de The Flash

 

Especial para En Rojo

No entiendo la obsesión con reconocer los gustos de los fanáticos dentro del cine de superhéroes. La historia de los comics ya ha demostrado que una trama sólida que simultáneamente respete e innove sobre textos gráficos considerados canon es la forma en perpetuar estos personajes y multiversos. ¿Por qué queremos ver la misma historia de Peter Parker transformándose en Spider-Man? Cuando se considera que un hombre blanco no es dueño de estos poderes y se explora cómo responderían un joven afroboricua o una adolescente punk a esa araña radioactiva, florecen universos de posibilidades. En uno de los clásicos del mundo de los comics, Watchmen (escrito por Alan Moore, ilustrado por Dave Gibbons, 1986-87), Moore cuestiona la fascinación general con estas figuras de disfraces coloridos y ética dudosa. El texto nos presenta los Watchmen, un grupo claramente inspirado en el Justice League, que han venido a menos con los cambios históricos que los rodean. Algunos de estos héroes, alabados en el pasado de la historia, han muerto asesinados, otros envejecen en el olvido, y uno planifica unir a toda la humanidad a través de un evento catastrófico donde morirán millones. Con Watchmen, Moore revolucionó la literatura de comics precisamente porque problematiza el género reconociendo la validez y limitaciones de sus mitos en nuestra propia realidad.

Hay una considerable cantidad de cine animado y de acción en vivo que expande en esos lugares comunes establecidos por los escritores e ilustradores de Detective Comics (DC), Marvel y Dark Horse, entre otros. En una de mis películas animadas favoritas del mundo de DC, Justice League: The Flashpoint Paradox (dir. Jay Oliva, EEUU, 2013), Flash altera su historia al correr tan rápido que viaja a su pasado y cambia un evento canónico del personaje, el asesinato de su madre. En esta nueva realidad, la nación de las amazonas al mando de una sanguinaria Wonder Woman y la monarquía de un cruel Aquaman entablan un conflicto violento que marcará el fin de la humanidad. Por esto, Flash se junta a un amargado Batman y a un macilento Superman para detener a un enemigo que solo ansía el fin de la humanidad. La más reciente producción de DC, The Flash (dir. Andy Muschietti; EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda; 2023), está basada en el mismo texto gráfico que The Flashpoint Paradox. Sin embargo, The Flash insiste en un fan service que abarata la historia e, inclusive, mata la esencia de héroes del pasado.

En The Flash, Barry Allen/Flash (Ezra Miller) es el héroe de Central City. Desde el principio, vemos un Allen muy humano que corre al trabajo porque va tarde y que tiene que bregar con un empleado necio del café donde espera su desayuno. Miller logra darle un elemento humano tan necesario al personaje. En un mundo donde dioses como Superman, Wonder Woman, Aquaman y Batman (que es humano, pero cuya fortuna y entrenamiento lo deifican) velan por los mortales, Barry Allen se mueve torpemente a través de sus relaciones y su diario vivir. La actuación de Miller se asemeja a la de Tobey Maguire como Peter Parker en la trilogía de Spider-Man (dir. Sam Raimi; EEUU; 2002, 2004, 2007). Aunque se ve una influencia clara, la actuación de Miller no es derivativa. Inclusive, cuando Allen se enfrenta a sí mismo en un universo donde la madre del personaje no es asesinada, Miller logra marcar una diferencia clara entre ambos personajes. Aunque el humor se siente algo bobo por momentos, el enfrentamiento entre ambos Barry Allens es bastante logrado.

De hecho, The Flash funciona mientras más absurdo se torna el personaje de Allen. En la primera secuencia de acción, Batman (Ben Affleck) demuestra su habilidad sobrehumana deteniendo a unos criminales que llevan un virus que podría liquidar a toda la humanidad. Por otro lado, Flash corre torpemente buscando algo de comer para mantener su energía mientras salva unos bebés que caen de una sala de maternidad. Aunque no lo crea, el terrible CGI (imágenes generadas por computadora) de la escena y los malabares de Flash por detener la lluvia de bebés mientras busca un bocado es de las secuencias más cómicas de la película. Es una maravilla por los malos efectos especiales y por cómo la torpeza de Flash contrasta la precisión de Batman.

Sin embargo, mientras la historia adquiere más seriedad y adentra en el multiverso, su ritmo decae. No se puede evitar contrastar The Flash a otras exploraciones más logradas del multiverso. En el cine de Marvel, la joya animada, Spider-Man: Across the Spiderverse (dirs. Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson; EEUU; 2023); la malentendida Doctor Strange in the Multiverse of Madness (dir. Sam Raimi, EEUU, 2022); y la relativamente sólida Spider-Man: No Way Home (dir. Jon Watts, EEUU, 2021), exploran las figuras interdimensionales que interactúan con los protagonistas de la historia principal. Esas películas de Marvel nos recuerdan lo mucho que disfrutamos personajes de películas pasadas y hasta hacen interesantes figuras de propiedades mediocres, como el Spider-Man de Andrew Garfield de The Amazing Spider-Man (dir. Marc Webb, EEUU, 2012) y su paupérrima secuela que no vale la pena mencionar. No obstante, The Flash reduce la aparición del Batman de Michael Keaton a frases memorables de Batman (dir. Tim Burton, EEUU y Reino Unido, 1989) que no cuadran con esta nueva historia. Peor aún, el único personaje interesante de la mediocre Man of Steel (dir. Zach Snyder, EEUU y Reino Unido, 2013), el terrible General Zod (Michael Shannon), es reducido a un contrincante inconsecuente en la batalla final, que termina siendo un confuso revolú visual.

The Flash carece de la innovación de Justice League: The Flashpoint Paradox, en cuya historia está basada. Aunque cuenta con un buen primer acto y una conclusión fascinante que revela el verdadero antagonista interdimensional de Barry Allen, la mayor parte de la película es un desperdicio de posibilidades. Si usted es fan del cine de DC, puede ser que se disfrute The Flash. Como fanático de la literatura de comics y del cine de superhéroes, The Flash es una frustrante decepción.

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