Los espíritus amorosos de All of Us Strangers

 

Especial para En Rojo

 

Las fantasías en las que creemos son reales para los que decidimos vivirlas. No pretendo menospreciar las creencias religiosas o las explicaciones de la realidad de cada cual llamándolas fantasías. Mi fantasía es tan válida como las suyas. Tampoco justifico la imbecilidad de asegurar que la tierra es plana o que la vacuna del COVID es una manera de controlarnos. Las fantasías que atentan en contra de la ciencia o de nuestra capacidad a vivir en sociedad son peligrosas. Las rechazo por completo. Me refiero a aquellas fantasías con las que tratamos de explicar lo que está más allá de lo que podemos comprobar con certeza. Por ejemplo, soy ateo y vivo esta fantasía como mi realidad desde hace años. La reconozco como una explicación muy personal de lo que me rodea y no pretendo imponérsela a nadie. Dentro de mi ateísmo, hay una vertiente muy particular. Comparto mi espacio con los espíritus de esos seres queridos que ya se han ido. Siento el olor a sofrito y a Ben Gay de mi abuela, Tata, en momentos en que necesito un abrazo. Oigo la risa de mi suegra, Doña Geo, en cada chiste que hacemos en casa. Mi hermano y amigo, Miguel, me acompaña en el carro en toda vuelta que doy por el Viejo San Juan. Ayer nos despedimos de nuestro gato de dieciséis años, Tulipa. Estaba enfermo y llegó el momento de dejarlo ir. Esta mañana, sentí los maullidos de Tulipa con los cuales nos despertaba temprano para darle comida. Aunque entiendo las explicaciones lógicas para este suceso, mi fantasía es tan real para mí como la tristeza que siento por su ausencia física. La presencia de seres que han dejado una huella profunda en mí existe, dentro de esa burbuja extensa en la que vivo, y repetir esos nombres me permite compartir un café con cada uno de ellos. Esta es la premisa de la maravillosa All of Us Strangers (dir. Andrew Haigh, Reino Unido y EEUU, 2023).

Aunque usualmente evito incluir spoilers en mis reseñas, me parece necesario analizar algunos detalles de la película que pueden dañar algún giro inesperado. No comentaré el final ya que trae una sorpresa que me pareció bien lograda. Pero hablaré sobre lo que mueve al protagonista, Adam (Andrew Scott), y la relación con sus espíritus. Adam es un libretista que reside en un edificio recién construido. Hay tan solo dos apartamentos ocupados, el suyo y el de Harry (Paul Mescal). Ambos no se conocían hasta que una noche, Harry toca a la puerta de Adam. Harry está bebido y desde la puerta expresa que no quiere pasar la noche solo, pero Adam no lo deja entrar. Adam permanece aislado de todo contacto humano en una burbuja en lo alto de su edificio. Durante una caminata en un parque, cruza una sección con un poco de maleza, toma un tren y se encuentra con un hombre (Jamie Bell) que prende un cigarrillo y lo invita a venir con él. Al llegar a su casa, una mujer (Claire Foy) los recibe con mucho cariño y los invita a pasar para escapar del frio de la noche. El hombre y la mujer parecen tener la misma edad de Adam. En realidad, estos son sus padres que viven atrapados en la época en la que Adam tenía doce años, cuando murieron en un accidente de carro en la víspera de Navidad. Adam los visita y comparte con ellos sus miedos, las conversaciones que nunca pudo tener, las canciones que recuerda haber cantado con ellos y hasta confesiones que nunca les hizo. Esta visita inspira a Adam a salir de su burbuja y así un día invita a pasar a Harry, con el que empieza una bellísima relación romántica. La historia establece un diálogo entre la relación de Adam con los espíritus de su pasado y su nueva conexión con un ser humano al que le abre la puerta.

All of Us Strangers está basada en una novela japonesa escrita por Taichi Yamada, Extraños (1987), que es una historia de fantasmas. Aunque las visitas de Adam a casa de sus padres pueden leerse como encuentros fantasmagóricos, la soledad del personaje sugiere una exploración de su propia siquis y de los traumas que lo han marcado. El edificio despoblado se torna en una alegoría de esa burbuja interior en la que Adam se ha encerrado y que Harry comienza a romper sacándolo de su encierro. Lo que parece ser una premisa sencilla, Haigh convierte en un romance a través del cual el protagonista logra procesar la pérdida que marcó su niñez. Las actuaciones enaltecen la historia. Andrew Scott actúa un Adam que fluctúa entre la adultez tierna con la que lleva su relación con Harry y la vulnerabilidad de su niñez cuando perdió a sus padres. Por otro lado, la seguridad y la empatía del Harry de Paul Mescal sirven como la invitación idónea para motivar a que Adam abandone su soledad. Harry transita un mundo solitario en el presente que se entremezcla con el pasado, que Haigh completa con el ambiente musical que rodea la historia. Dos canciones centrales que marcan momentos sumamente emotivos en la película son “Always on My Mind” de Pet Shop Boys y “The Power of Love” de Frankie Goes to Hollywood. Haigh no solo utiliza estas canciones para evocar la década de los 80 cuando Adam era un niño, pero también para enfatizar el amor de Adam hacia esos seres del pasado. Es encantador ver a la madre y al padre de Adam cantando “Always on My Mind” mientras ponen el árbol de Navidad junto a su hijo y sumamente romántico presenciar la transformación de la relación de Adam y Harry en una estrella brillante acompañada por “The Power of Love.”

Aunque All of Us Strangers ya no está en la pantalla grande, estará disponible en streaming durante la última semana de febrero en Hulu.

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