Mirada al País-El fracaso y la quiebra del bipartidismo neoliberal

 

Especial para CLARIDAD

El neoliberalismo se convirtió en la política oficial del gobierno de Puerto Rico en 1988 durante la administración de Rafael Hernández Colón. A comienzos de 1987, el Secretario de Hacienda, Juan Agosto Alicea, le dejó saber a la prensa que se había organizado un Comité Económico Asesor con el objetivo de organizar la nueva política pública del gobierno. El nuevo organismo preparó un importante documento titulado Estrategia para el desarrollo económico de Puerto Rico: hacia la segunda transformación económica. La nueva política neoliberal, como puede verse, se concibió con la capacidad de poner en marcha una renovación económica comparable con la transformación urbano-industrial de Puerto Rico posterior a la Segunda Guerra Mundial.

El Partido Popular Democrático no tuvo el aliento para echar adelante semejante estrategia. Fue derrotado en las elecciones de noviembre de 1992. Sin embargo, el nuevo gobierno de Pedro Rosselló seguiría el curso de la nueva política oficial con su propuesta de privatizaciones y desregulaciones. Atacó con furor el supuesto gigantismo gubernamental y propuso un gobierno más pequeño y facilitador capaz de estimular el sector privado. Su concepción neoliberal quedó plasmada en un Importante documento publicado en 1994: Nuevo modelo de desarrollo económico. Si el documento elaborado por el gobierno de Hernández Colón contenía, desde su título, una retórica de lo grandioso, con la intención de lograr una segunda transformación de Puerto Rico, el documento del gobierno de Pedro Rosselló no se quedaba atrás. Con el nuevo modelo económico Puerto Rico podría alcanzar y mantener “niveles de bienestar económico comparables a los de Estados Unidos”.

El neoliberalismo, por consiguiente, se adoptó como política oficial del gobierno con una retórica de grandiosidad. Vino sostenida por gobiernos sucesivos, unos PPD y otros PNP, con ideas de grandes transformaciones económico-sociales y con el propósito de “alcanzar un nivel de vida similar al de nuestros conciudadanos en los estados de la nación”, según afirmaba el gobierno de Pedro Rosselló. Los dos documentos citados pueden considerarse como la matriz de toda la política neoliberal adoptada desde entonces por los dos partidos de gobierno. Ninguno de los dos partidos ha producido documentos con mayor claridad de propósitos. Ambos documentos contienen el programa neoliberal como expresión de un nuevo modelo económico de país. No obstante, resulta sorprendente oír a economistas, como Gustavo Vélez, por dar un ejemplo, referirse continuamente a la urgencia de elaborar un nuevo proyecto económico mientras siguen postulando, como salida a la crisis, la misma política neoliberal. No hay tal cosa como una ausencia de modelo económico. Desde 1988 se han impuesto dos variantes de un mismo modelo neoliberal. Pedro Rosselló utilizó el término abiertamente: nuevo modelo económico. Si la economía de Puerto Rico ha entrado en una profunda depresión, si se ha reducido, si el empleo industrial ha colapsado, si la crisis llevó al gobierno a la bancarrota y si ha tenido que emigrar una enorme cantidad de la población, toda esa trayectoria es coherente con el nuevo modelo económico neoliberal.

Por consiguiente, lo que tenemos ante nosotros es el fracaso más estruendoso de la política neoliberal. Si nuestra gente mira a su alrededor, si se mira a sí misma, ¿observa un gobierno más pequeño, facilitador, más eficiente en sus tareas y con capacidad para activar el sector privado? ¿Puerto Rico está mejor en 2022 que en 1988 o en 1994, con una economía más amplia, sólida, con mayor estabilidad y menor dependencia? La consigna repetida hasta la saciedad afirmando la superioridad de la privado frente a lo público, ¿ha desembocado en el crecimiento dinámico del sector privado? La trabajadora y el trabajador asalariado, el estudiantado, las comunidades, ¿viven en mejores condiciones de trabajo y remuneración, mejores condiciones de vida, y mejores condiciones de estudio? La contestación de la mayoría de la población a estas preguntas sencillas permiten evaluar el nivel del fracaso neoliberal. En Puerto Rico no hay una ausencia de modelo económico. Lo que hay es un modelo vigente fracasado. Cualquier intento de sacar a Puerto Rico de la crisis más terrible de su historia no puede transitar por el camino del fracaso. Si el modelo neoliberal responde a una política pública que se ha identificado estructuralmente con los dos partidos de gobierno, es urgente sacar del gobierno a esos dos partidos. Tiene sentido hablar del bipartidismo neoliberal por su vínculo con la crisis. Ninguno de esos dos partidos puede sacar a Puerto Rico del inmenso pantano de la crisis. A la crisis hemos llegado bajo su dirección y ambos insisten en continuar con la misma política.

No obstante, hay un aspecto de la crisis actual que debemos acentuar. El nuevo modelo neoliberal puso su énfasis en el mercado y en el sector privado. La aguda crisis vigente es resultado de la empresa privada y del mercado. No se pueden disociar de ella. El sector privado en Puerto Rico, como se ha constituido bajo la relación colonial, no puede dirigir un movimiento de salida de la crisis. Sencillamente no tiene la capacidad. Los empresarios que han arropado con mayor fervor el neoliberalismo, son los que se han lanzado sin pudor alguno sobre la riqueza pública para convertirla en propiedad privada y menoscabar los servicios esenciales. Son los que han penetrado el gobierno, en alianza con políticos-empresarios, para asaltar la riqueza pública en actos sostenidos de corrupción. Por tanto, solamente tiene sentido hablar de un nuevo proyecto de país si rompemos el bipartidismo neoliberal. Salir de la quiebra de Puerto Rico exige salir del bipartidismo. La recuperación del país requiere la quiebra del bipartidismo.

El proceso de salida de la política pública neoliberal comenzó a manifestarse con agudeza en las elecciones de noviembre de 2016. Hasta ese momento, los dos partidos de gobierno eran capaces de obtener entre 94-95 % del total de los votos emitidos. En 2016 la situación tomó un nuevo giro. Los dos candidatos a gobernador PPD-PNP juntos obtuvieron 80.6% de los votos emitidos. En 2012 habían obtenido 94.8% de los votos. Hubo un descenso de 14.2 puntos porcentuales. Otro descenso semejante al de 2016 ocurrió en noviembre de 2020. Entre 2016-2020 el bipartidismo neoliberal ha bajado dos escalones enormes en su camino hacia la bancarrota. Los mismos que llevaron la economía a la depresión y el gobierno a la quiebra, van con paso firme por el camino de la quiebra política, asomándose al abismo de su propia desaparición. Con la quiebra del gobierno nos condujeron a la recolonización directa con la Ley PROMESA y la Junta de Control Fiscal. Pero la quiebra del bipartidismo neoliberal no tendrá el equivalente de una Junta de Control Fiscal. La quiebra del bipartidismo neoliberal será procesada por dos fuerzas democráticas: las movilizaciones sociales y las movilizaciones electorales. Son dos fuerzas diferentes que tiene el mismo objetivo: sacar a Puerto Rico del corral de la corrupción bipartita, reconstruir su economía mediante la elaboración colectiva de un nuevo proyecto de país y provocar la descolonización en todos sus aspectos.

No hay otra salida a una crisis que tiene hoy una cara múltiple. Se manifiesta en el sistema de salud, en la educación, en la vivienda, en el fracaso de la privatización del sistema energético, en la violencia generalizada y en los crímenes crecientes contra las mujeres. No hay poro en nuestra sociedad por donde no respire la crisis. Para asestar otro golpe severo al bipartidismo colonial es urgente el diálogo multidireccional, la voluntad de entendimiento y la organización de la esperanza. La fuerza de los desposeídos y de los que tienen pequeñas o medianas propiedades está en su número. El diálogo es el instrumento de la fuerza de lo(a)s asalariado(a)s y las comunidades pobres si logramos convertir el número en una poderosa vivencia democrática.

 

 

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