Sobre las cartas de Szymborska

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En 2016, cuatro años después de la muerte de Wisława Szymborska, la editorial Znak publicó en Polonia Najlepiej w życiu ma Twój Kot (Lo mejor en la vida lo tiene tu gato o El que mejor vive es tu gato), la correspondencia entre ella y quien fue su última pareja, el escritor Kornel Filipowicz. El título proviene de una carta del 5 de octubre de 1968: „Kornelu Kochany! Najlepiej w życiu ma Twój Kot, bo jest przy Tobie” (“Kornel querido: El que mejor vive es Tu Gato porque está a tu lado”). A este libro le siguieron otros, publicados por la misma editorial y por a5, que nos permiten leer la correspondencia que mantuvo con los poetas Zbigniew Herbert, Joanna Kulmowa, Ryszard Krynicki y Stanisław Barańczak.

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Los motivos para publicar la traducción de un libro polaco en español a veces tienen poco que ver con la calidad literaria o su importancia. En muchos casos, va desde algo tan básico como el dinero que pueda recuperar la editorial, pasando por las preguntas sobre quién leerá el libro y si se entenderán las referencias importantes o un desconocimiento básico del contexto social hará imposible la lectura, entre otros. De Wislawa Szymborska nos ha llegado su poesía, sus lecturas no obligatorias, su correo literario y una biografía, escrita por Anna Bikont y Joanna Szczęsna. Sin embargo, por distintos motivos, quedan varios libros escritos sobre su vida y su obra que no han llegado a nuestro idioma. Quedaba también su correspondencia. Sobre esto último, y en relación con la mencionado anteriormente, en una de mis visitas a Polonia me comentaron lo difícil que sería, por ejemplo, traducir la correspondencia que mantuvo con Herbert pues muchas de las cartas escondían juegos, referencias que requerirían largas notas al calce, e incluso silencios que solo ellos entendían para evitar la censura que tuvo lugar en los años ochenta.

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En 2023 se celebró en Polonia el centenario de Szymborska. Además de las actividades en su honor se publicaron nuevas ediciones de su poesía y de su prosa. Fuera de Polonia, una de las editoriales que apostó por la poeta para celebrar sus 100 años fue la editorial española Las afueras. De la mano de la traducción de Teresa Benítez, Abel Murcia y Katarzyna Moloniewicz nos llega la correspondencia de la poeta con Filipowicz, esta vez bajo el título de Escribe si vendrás. La correspondencia entre una pareja de escritores también trae complicidades que no llegaremos a entender del todo, pero nos permiten asomarnos a una intimidad literaria e intelectual, llena de humor y amor, que es a la vez el pequeño testimonio de un mundo y su época.

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Como señala la nota de los editores polacos y la “Breve guía de campo para una correspondencia”, Szymborska conoce a Filipowicz en 1940, pero las primeras cartas son de 1966. Para ese momento ella tiene 42 y está divorciada desde hace doce años del poeta Adam Włodek con quien mantendrá una amistad hasta el final de su vida. Él tiene 52, viudo desde hace ocho por la muerte de Maria Jarema, pintora y escultora. Durante el tiempo que transcurre la correspondencia ambos viven hacia el oeste de Cracovia, en las calles que hoy llevan los nombres de Królewska (ella) y Julisz Lea (él). La primera carta de toda la correspondencia es una foto de unos monos que Filipowicz le envía a Szymborska (a quien le fascinaban estos animales) a la que le siguen unas breves notas desde Praga, Munich y de su visita a la tumba de Chéjov en Moscú. Unos meses después, ya en 1968, a Szymborska le prescriben una estancia en un sanatorio en la ciudad de Zakopane, conocida por sus montañas y lugares turísticos, además de contar con una residencia de escritores. Esta última ciudad es clave; parte de la correspondencia se da o porque Szymborska está en Zakopane o porque Filipowicz está de pesca por alguna otra ciudad polaca. El intercambio epistolar se extenderá hasta 1985, cinco años antes de la muerte de Filipowicz.

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Tal vez lo primero que llama la atención a lo largo de toda la correspondencia son los juegos, las bromas, los personajes inventados (condesas, duques, mujeres que coquetean con Filipowicz pero que tienen mala ortografía, creadas por la propia Szymborska), los collages y dibujos hechos de manera muy, muy simple que la poeta comenta a su modo: “Le envío, muy distinguido señor, un cuadro de mi autoría titulado Amanecer para que usted, distinguido señor, sepa que también en provincias germinan grandes talentos que pueden florecer si un Alma Bondadosa se ocupa de ellos y le dedica un artículo en el periódico”. Ambos comentan lo que ven en televisión, incluso algún letrero o grafiti en un baño y hasta intercambian opiniones sobre uno de esos cuestionarios que se encontraban en las “revistas para mujeres”.

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Sin embargo, en medio del humor, que podía ir de la mano con la seriedad, hay lugar para descubrimientos literarios. En estas cartas se revela el entusiasmo de Szymborska por Théodore Agrippa d´Aubigné, a quien traduce al polaco, o sus comentarios sobre lo que sucede en la literatura del momento, como en la carta del 23. 9. 79: “Lo mejor en Dialog son las columnas de Mrożek y en Lit. na św. lo peor es la producción literaria de los escritores iberoamericanos”. Además, leemos sus comentarios sobre las cartas de amor de Goethe, Homo Faber, de Max Frisch, Musil y Walser. De Filipowicz aparece su inconformidad sobre una película búlgara, sobre el cine polaco y sobre Casablanca.

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En una carta del 1968 Filipowicz se queja porque eliminaron un cuento de la segunda edición de sus Relatos escogidos. Dice que ni la censura ni la editorial le avisaron. A los pocos días Szymborska contesta: “Todo esto es muy asqueroso, por un lado, porque te afecta y por otro, porque muestra la situación general”. La situación general se verá desde ese año, pasando por los setenta cuando comentan con regularidad los precios de la comida y la escasez de productos básicos, hasta llegar a los años ochenta cuando entra en vigor la Ley Marcial. Aparecen también comentarios a las protestas de escritores, las reuniones del POUP (Partido Obrero Unificado Polaco), y la esperanza que trae el nombramiento del papa Juan Pablo II.

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El 20 de octubre de 1968 Jacqueline Kennedy y Aristóteles Onassis se casaron en la isla de Skorpios. Szymborska no deja pasar la noticia y al día siguiente le envía un “moderado pésame” a Filipowicz. A esto agrega: “Quizás ese duro golpe para ti te abra los ojos a personas si bien no tan mayores, también menos interesadas. Yo, sin ir más lejos, conozco a una que prefiere unas palabras amables a un yate con una pista de tenis a bordo, y media manzana de tu mano que cien hectáreas de naranjales en la Riviera Francesa”. Dos días después, el 22 de octubre de 1968, la poeta declara su amor diciendo que no solo le gustaría ir con Filipowicz a las exposiciones de pintura francesa, “sino que incluso estaría dispuesta a pasar horas y horas contigo en una muestra que presentara las obras más destacadas del realismo socialista soviético”. Un tercer ejemplo de este tipo de declaración de amor mezclado con los sucesos de la época es la carta escrita desde Zakopane y fechada el 18. 4. 74, en la cual le informa a Filipowicz que junto a una compañera del lugar comentan frente al televisor los besos que se dan los hombres de Estado: “Primera categoría: beso en la boca con un abrazo férreo (Brezhnev y Gierek); segunda: beso en la mejilla y abrazo (Brezhnev y Jaroszewicz); tercera: beso al aire (Brezhnev y Ceaucescu). Gromyko se limita a apretones de manos. Te mando un beso de la primera categoría”.

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Wislawa-Szymborska

En libros como Correo literario, Lecturas no obligatorias, la biografía escrita por Bikont y Szczęsna o el discurso de aceptación por el Premio Nobel queda expuesta de manera sutil la poética szymborskeana. La correspondencia permite ver parte del proceso de creación de los poemas y la complicidad que existía entre ella y Filipowicz. El 15 VII 69 escribe: “Yo, mientras tanto, aquí no me dedico solo a trabajar: he escrito un poemilla (el segundo, porque el primero acabará seguramente en la papelera) y, además unas pequeñas reseñas sobre Andersen y Safo”. Cerca de dos años después, en una seguidilla de cartas que comienza el 9.7.71, comenta sobre los poemas que aparecerán en su libro Si acaso (1972): “me he puesto a trabajar, entre otras cosas, en los poemillas que he prometido mandarle a Rysio M. que acaba de pasar por Cracovia y de comerse lo que me quedaba de la tarta de queso de mi santo. Me espera aún escribir el Correo Literario porque ya es mi turno”. En la carta del 12.7.71, ante la posibilidad de encontrarse con Filipowicz, agrega: “Lo más triste que tengo que decirte es que no sé aún si iré; estoy trabajando en los poemillas y, además, debería acabar uno que empecé hace dos años porque me parece que ya sé qué hacer con él”. Cuatro días después llega la respuesta de Filipowicz: “Si recibo el mensaje a través del Sr. Piasecki, te estaré esperando en el andén. En caso de que no esté, espérame en el vestíbulo de primera clase. Apareceré con toda seguridad… A decir verdad, no albergo grandes esperanzas de que vengas. Es un viaje demasiado largo y agotador, además no puedo (ni quiero) rivalizar con tu musa”. Y diez años después, el 6 10 81, luego de mencionar el racionamiento de comida y la escases de cigarrillos, escribe: “En el ámbito espiritual, voy avanzando con dos poemillas y, además, he leído Nostromo de Conrad en una traducción que te pone los pelos de punta”.

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No podían no aparecer en esta correspondencia los gatos de Filipowicz. Si uno de ellos sirvió de inspiración para el poema “Un gato en un piso vacío” (“Morir, eso no se le hace a un gato. / Porque qué puede hacer un gato / en un piso vacío”.), en esta correspondencia no solo son un tema recurrente (como cuando uno de ellos desaparece y luego lo encuentran), sino que incluso el llamado Rayas, “el gatito más bonito de todos tus hermanos”, será el destinatario de la “urgente” carta del 23 de septiembre de 76. Junto a la preocupación, porque es un gatito con una “naturaleza bondadosa y distraída”, vienen los consejos: “Tienes que llegar a ser fuerte y resuelto como ellos [sus hermanos]. El mundo puede ser despiadado con jóvenes gatitos con tendencia a soñar”.

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Cuando se habla de la poesía de Szymborska a menudo se olvida que leemos una traducción. Traducir a Szymborska, me han comentado también, puede parecer en apariencia una tarea fácil, pero una sola palabra puede llevar el tono del poema por un camino completamente equivocado: la ironía y sentido del humor pueden pasar a ser un patetismo cursi. Sospecho que igual puede pasar con la prosa de Filipowicz. Si a nuestro idioma ha llegado este libro que ya ha sido reconocido en España como uno de los mejores publicados en 2023 y que apela tanto a quienes están interesados en la literatura polaca o en Szymborska, como a quienes no, es gracias a la labor traductora de Teresa Benítez y de la pareja Abel Murcia y Katarzyna Mołoniewicz. Benítez es la traductora de dos novelas breves de Filipowicz, publicadas en la misma editorial (Memorias de un antihéroe y Un romance de provincias). Abel Murcia, por su parte, ha traducido junto a Gerardo Beltrán la poesía de Szymborska y de Tadeusz Rozewicz, de manera individual a Ewa Lipska y, junto a Mołoniewicz, varios libros de Szymborska y de Ryszard Krynicki, entre otros. Gracias a su labor, en este libro percibimos de manera cercana no solo las palabras, sino el tono en el que seguramente fueron escritas. Lo que leemos, entre otras cosas, es la traducción del sentido del humor y del amor.

 

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