Un feminicida siempre es cobarde

 

Por Adli Mariann Cordero Espada

Una “persona muerta” más no era. Era una mujer asesinada por un feminicida y se llamaba Iraida Hornedo Camacho. Era madre trabajadora y luchadora por la erradicación de la violencia de género.

Dijeron en las noticias “encuentran a líder gremial de la Policía muerto” y le nombran. Al poco tiempo, expresaba el comisionado de la Policía un pésame por las dos “muertes”, una nombrada. “Hoy, Puerto Rico se levanta con la lamentable noticia de la muerte del líder gremial y una persona que le acompañaba…”. Parecía que se trataba de un accidente; de una causalidad.

Seguidamente, se catalogó la “muerte” del “líder gremial” como un “lamentable suicidio”. Insistían en una “persona muerta” junto a él, en el mismo vehículo, que seguía sin ser nombrada. Todavía, no decían en las noticias que se trataba de una mujer. Se le presentaba en segundo lugar, como alguien que, simplemente, estaba ahí, sin mayor importancia.

El foco de toda la atención estaba en el suicidio. Incluso, en notas en las que la cobertura se amplificaba y se comenzaba a hablar de esclarecer el caso y nombrarlo como feminicidio-suicidio, hay un pequeño espacio entremedio que vuelve a poner el enfoque en el suicidio cuando se comparte información sobre la Línea Pas. En contraste, no había nada dirigido a la prevención o acompañamiento para víctimas de violencia de género.

Y es que, además, la Policía, como suele protegerse entre sí, se negaba a afirmar que el hombre, uno de los suyos, era el asesino.

Hacen esto con aparentes buenas intenciones, pero con colectivos inconscientes e influenciados por el Estado y por los medios que perpetúan la violencia, y que nos traicionan y nos hacen pensar que esto fue un suicidio por asuntos de salud mental, como los que sobreviven muchas en este país. No se nombraba como lo que fue, un FEMINICIDIO cometido por otro policía cobarde que no quiso enfrentar las consecuencias de sus acciones, si es que iba a tener alguna.

No es secreto ni novedad que en este país y, particularmente, en la Policía, los feminicidas llueven. Sin embargo, en la cobertura mediática, todavía se privilegia el suicidio de uno de ellos y el asesinato cometido por él, como caso aislado, como si nos echaran paja en los ojos y no estuviéramos en el carrusel de la historia que se repite una y otra vez.

De nuevo, las investigaciones por feminicidios las hacen los feminicidas, y la violencia de género que ejercen policías sigue impune, sin rendición de cuentas.

El problema de violencia de género se sigue ignorando y el de la Policía se sigue ocultando bajo las sábanas blancas y ensangrentadas. Pero, sepan que, ya han quedado al descubierto y todas las luces y los vientos van sobre ustedes que saben brillar por su ausencia y carencia de humanidad. Estamos conscientes, hemos despertado y vamos por ustedes, FEMINICIDAS.

Ya hace tiempo nos respondimos a la pregunta ¿dónde está el estado de emergencia por la violencia de género?; está lleno de polvo entre más papeles y firmas; entonces nosotras seremos y resistiremos.

No les ha bastado con ignorar los nombres de nuestras muertas. Quieren también culparlas de su desgracia, que es la desgracia de este pueblo. Quieren dejar sin justicia a sus hijas y seguir perpetuando en el inconsciente colectivo que matar a una mujer en Puerto Rico es un asunto aislado, de poca importancia, como ir por la calle y aplastar una hormiga.

El estado NO hace ni hará nada aunque le corresponda todo. Por fuerza, nos toca a nosotras. Ellos seguirán sacudiendo cenizas como si fueran polvo y nos querrán esconder a nuestras muertas bajo sus alfombras sucias. Es nuestro el pesar; un feminicida siempre es un cobarde.

Reproducido de todaspr.com

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