Villa Esperanza: Tierra para todos

Por Cándida Cotto/CLARIDAD

ccotto@claridadpuertorico.com

Las y los rescatadores de la comunidad Villa Esperanza le hacen honor al nombre original de sus terrenos rescatados en el barrio Galateo, sector El Josco, en Toa Alta, inmortalizado en la literatura puertorriqueña por el cuento El Josco, de Abelardo Díaz Alfaro. El tesón y la bravura le han permitido mantener su comunidad rescatada.

Jorge Olivo Zayas. Fotos: Mari Blanca Robles López

Maritza Rosado Concepción y Jorge Olivo Zayas, miembros de la Junta Comunitaria, recuerdan que cuando se estableció la comunidad en el 2010 hubo intentos de desalojos por parte de la Autoridad de Tierras. En un principio, hubo unas 500 familias que después se fueron reduciendo. En la actualidad, la comunidad está integrada por 132 familias, la mayoría de ellas matrimonios jóvenes con tres a cuatro hijos.

Más allá de los primeros intentos de desalojo por parte de la Autoridad de Tierras, nunca ninguna otra agencia se ha acercado a la comunidad, para nada; ni siquiera para decirles que los terrenos servirían para otros fines, por lo que la comunidad ha sobrevivido por sus propios esfuerzos para establecerse y tener los servicios básicos de agua y luz, aunque de manera precaria.

“Yo le digo servicios prestados de la luz y el agua, pero nosotros no queremos tener una vida como esa, sino que nosotros queremos tener una calidad de vida mejor, de que todo sea legal. Nosotros queremos tener un mejor servicio de agua, de luz, como lo tiene toda la comunidad que vive alrededor de nosotros, y esa es la lucha que estamos dando aquí en la comunidad, tanto eso, como la carretera, los encintados; todas las cosas para establecer una comunidad por la ley”, reclamó Rosado Concepción.

Por su parte, Olivo agregó: “Desde el principio hemos dicho que no queremos las cosas regaladas. Nosotros queremos aportar y hacer las cosas en ley”. La líder comunitaria comentó que según las historias que les han contado, hasta por la misma Autoridad de Tierras, los terrenos, 28.8 cuerdas se utilizaron primero para siembra, luego fueron impactos por ganado, pero se dejaron de usar por no ser muy favorables a la agricultura, y con el tiempo quedaron baldíos.

Para poder permanecer en su comunidad, las familias de Villa Esperanza temprano tomaron conciencia de la necesidad de la organización. “Nos dimos cuenta de que para nosotros poder realizarnos, en la comunidad tenemos que estar organizados; haber una junta comunitaria, que es la que lleva el control de la comunidad. En eso nos apoyó la Oficina de Asistencia Legal de la Universidad de Puerto Rico. Nos asistió mucho en lo que es legal para poder rescatar esta comunidad y para que fuera lo que es hoy en día”, reconoció Rosado Concepción.

Se refiere a la creación de la entidad legal sin fines de lucro: Villa Esperanza Tierra para Todos. Es a través de esta organización que la comunidad pudo entablar conversaciones con la Autoridad de Tierras. En octubre del 2014 pagaron $5,000 a esa autoridad para que realizara la mensura de los terrenos, y en el 2016, se logró un acuerdo colectivo de pagar $2,000 mensuales de renta a la agencia. Para establecer el contrato, la comunidad además les adelantó $9,000. “Desde el principio establecimos que estábamos dispuestos a negociar la adquisición y el uso de los terrenos para construir una comunidad que contara con la infraestructura; para formalizar los servicios básicos de agua y energía eléctrica y la habilitación de aceras y calles y áreas de recreación para la niñez.”, reiteraron los líderes comunitarios.

La organización les permitió además llevar a cabo otras acciones de cabildeo con las cuales lograron que en esta pasada sesión legislativa se aprobara la resolución, RC 222, para viabilizar el traspaso de los terrenos de la AT al Departamento de la Vivienda. La licenciada María Hernández, de la Clínica de Asistencia Legal, explicó que la resolución, que se supone está pendiente de la firma del gobernador, tiene el propósito de solicitar la transferencia de los terrenos al Departamento de la Vivienda. Según la resolución, una vez el gobernador la firme, esta debe pasar al Comité de Evaluación y Propiedades Inmuebles, para que evalúe y transfiera por el precio nominal de un dólar los terrenos al DV y a la Oficina para el Desarrollo Socioeconómico y Comunitario, y que estos a su vez los segreguen y les otorguen títulos de propiedad a las familias.

La comunidad confía en que el comité apruebe el traspaso, además reconocieron el apoyo del alcalde Clemente Chito Agosto, el cual incluyó a Villa Esperanza como uno de los proyectos de su municipio para recibir fondos del CDBR (Community Development Block Grant- Disaster Recovery).

“Hemos estado realizando actividades para el desarrollo y fortalecimiento de la comunidad, contando con el apoyo de diversas instituciones públicas y privadas”. Entre estas instituciones, además de la Clínica Legal de la Facultad de Derecho de la UPR, están el Instituto para el Desarrollo de las Comunidades de Mayagüez, la Escuela Graduada de Trabajo Social de la UPR, la Facultad de Ingeniería del RUM, el Servicio de Extensión Agrícola, la Escuela de Arquitectura y la Escuela Graduada de Planificación, ambas también de la UPR. A través de la UPR, la comunidad también ha recibido la colaboración de instituciones educativas de fuera de Puerto Rico, como la Escuela de Ingeniería de Purdue University en Indiana. Rosado Concepción destacó entre las organizaciones la gestión de la Iglesia Pentecostal de la Comunidad, quien realiza un campamento de verano, así como la solidaridad de una brigada de construcción de la organización cristiana Mision Discovery, proveniente de Nueva York.

María nos sacó del anonimato

Maritza Rosado expresó sobre la destrucción que dejó el huracán María, que tiró al piso prácticamente a todas las casas de la comunidad: “Su paso fue como una explosión. Según vino el huracán, así subimos nosotros en las redes sociales”, Sin embargo, aún le asombra la atención y la gran cantidad de ayuda que recibió y continúa recibiendo la comunidad. “La ayuda fue una cosa increíble, cómo nos reconocieron a nosotros si nosotros no estábamos reconocidos en ninguna parte. ¡Increíble, jamás pensé que esta comunidad fuera a tener unas ayudas tan increíbles!”

Tras el paso del huracán, fue a través de la Junta Comunitaria que se canalizaron las colaboraciones que llegaron. El Centro Comunitario se convirtió en el Centro de Operaciones, se hizo un censo de las necesidades de cada familia que permaneció, para reconstruir la comunidad, y se hicieron afidávits para gestionar compensaciones de FEMA. La comunidad Villa Esperanza a su vez compartió la ayuda recibida con otras comunidades, comunicándose mediante un chat con la comunidad Villa Sin Miedo, Villa Cañona y Parcelas Suárez. Según cada una de estas recibía algún tipo de ayuda, ya fuese comida, ropa y otros artículos, una vez atendida sus necesidades, el resto que no necesitaban se compartía.

“Recibimos tanta ayuda que pudimos repartir en las escuelas y otras comunidades; hasta en urbanizaciones privadas de Toa Alta”, recordó contento el líder comunitario Olivo Zayas.

Ambos líderes comunitarios reconocieron y destacaron lo importante que fue la organización comunitaria después del azote del los huracanes Irma y María. “La mayor parte de las familias pasamos estos fenómenos en la comunidad. Nos apertrechamos en el Parque de Pelota, y al día siguiente, nos aprestamos a levantar de nuevo nuestras casas, que quedaron hechas escombros”.

“Somos verdaderamente una comunidad autogestionada y participativa. En este proceso hemos crecido como ciudadanos ocupados no solo de sí mismos y nuestras familias, sino también de nuestra familia extendida y próxima, que son nuestros vecinos. En Villa Esperanza se ha revivido el espíritu de ayuda mutua comunitaria que predominaba en los años cuarenta”, concluyeron los líderes.

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