La desesperanza de Haití, un plan orquestado

Entrevista a Camille Chambers

CLARIDAD

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“Estamos asistiendo a una situación de asfixia. Prácticamente están asfixiando al pueblo haitiano, y es una situación fabricada totalmente. Es una situación que cada vez pone al pueblo de Haití en una  precariedad mayor, una situación muy difícil”.

El estado de inseguridad que vive el hermano pueblo haitiano, que provoca que cientos arriesguen su vida en un viaje por mar hasta nuestras costas no se atribuye solo a una guerra de pandillas, es algo más que eso: es un plan orquestado por el imperialismo estadounidense, por el capitalismo internacional, para imponer su modelo, ese llamado neoliberal. El fin ulterior es apoderarse de sus recursos naturales, de la tierra. Así lo evidencia la exposición del activista político haitiano y profesor, Camille Chambers, en entrevista telefónica desde Haití.

“Este proceso de deterioro viene desde muchos años y es el resultado directo del proyecto de la derecha de Haití, apoyada por Estados Unidos y los países imperialistas”. En estos momentos, en la práctica, esos intereses están creando una situación de desesperanza total para justificar una eventual intervención militar. Estas intenciones son cada vez más visibles no solo a través de las declaraciones oficiales, sino también  a través del comportamiento de las pandillas y los grupos armados creación del imperialismo y de la oligarquía, que es parte de todo el sistema de dominación imperialista en Haití. En estos momentos se trata de miles, de gente que está perteneciendo a grupos armados, sobre todo, en la capital, afirmó.

Chambers subrayó que aunque este fenómeno ahora es mucho más masivo, es una acción recurrente  que se ha utilizado siempre para acallar al pueblo haitiano y eliminarlo del ruedo político. “Siempre han utilizado dos formas de violencia: la violencia clásica a través de las cuerpos públicos —policía y el ejército— y también los grupos armados informales”.

Narró que esta práctica empezó con el grupo paramilitar Tonton Macoute, creado por el presidente Francois  Duvalier. Después de los Duvalier, a partir de 1986 el país ha tenido siempre grupos con distintos nombres cometiendo atrocidades contra la población, tratando de instalar un clima de miedo  para frenar la movilización popular. Señaló que un hecho  significativo es que recientemente,  a la altura del golpe de Estado contra el presidente Jean Bertrand Aristide en el 1991, el golpe fue organizado por el jefe del ejército, Raoul Cedras. Después de algunos años, unos documentos desclasificados revelaron que Cedras, al mismo tiempo que dirigía el ejército haitiano, era y recibía un cheque  de la CIA (Agencia central de Inteligencia de Estados Unidos).

Durante ese tiempo había también un grupo paramilitar extremista que cometía masacres, violaciones de mujeres y quemaba casas, dirigido por un miembro de la CIA  llamado Tuto Costas. “Es decir, siempre, siempre, hemos conocido la articulación en dos tácticas de represión contra la población: la de las fuerzas públicas clásicas y la de grupos informales”. En el caso actual, se ha visto un crecimiento  de esos grupos que tienen un poderío increíble, muchas armas de guerra y que gozan de una impunidad casi total, indicó.

El activista político dijo que era  muy importante subrayar que este fenómeno de las pandillas y grupos paramilitares creció con la presencia de la ocupación militar de la MINUSTAH (la llamada Misión de Estabilización de la ONU) que ocupó a Haití  del 2024 al 2017. Argumentó que el trabajo que hizo la  MINUSTHA  fue convertir a los jefes de pandillas en líderes comunitarios, ofreciéndoles proyectos, recursos financieros y casas. El resultado de esto ha sido que, por ejemplo, hace unos días dos grupos paramilitares atacaron al pueblo de Noialles, el cual es referente mundial en la artesanía de hierro. Este pueblo tiene 75 talleres de objetos decorativos de hierro.

“Son gente pobre. Es muy claro que no es un asunto del pandillero clásico; que se trata de destruir el país, se trata de un genocidio, de desarticular el país. Por eso tenemos ataques contra hospitales, ataques contra escuelas, contra templos religiosos. Cuando uno analiza los actos que cometen estos grupos, se nota claramente que no es una cosa solo de vandalismo, es una cosa política, es una agresión política, una agresión cultural para desarticular la sociedad después de haber destruido gran parte de las instituciones estatales”, manifestó Chambers.

A su juicio, la intención de provocar migraciones masivas desde  Haití está muy relacionada con el plan económico de largo plazo para el país, debido a las intenciones de empresas internacionales de instalarse en Haití y apoderarse de las tierras, de los recursos del subsuelo. “Han querido hacer salir a la gente que pueda defenderse porque en el plan económico del imperialismo necesitan tomar las tierras de los campesinos para las transnacionales y saben que en la tradición haitiana eso va a suscitar mucha resistencia. Hay que prevenir esa resistencia expulsando prácticamente a la población y creando condiciones casi donde la gente no puede vivir”.

El instrumento para estas pretensiones es el llamado CORE Group, un ente impuesto por la ONU, el cual denuncian los activistas haitianos es el que controla las decisiones del primer ministro, Ariel Henry.  Este ente está integrado por un representante de los gobiernos de EE.UU., Canadá, Brasil, Alemania y Francia; un representante especial del Secretario General de la ONU y un representante especial del secretario de la OEA (Organización de Estados Americanos).  Chambers afirmó que los miembros de este organismo saben lo que está pasando en Haití, viven en el país y trabajan muy cerca con los sectores políticos. Por lo general, se quedan callados y no hacen ninguna expresión cuando ocurren las masacres.

El profesor de la Universidad pública de Haití observó que estas personas  no son parte de los blancos de las pandillas, pero que a nivel de Puerto Príncipe las pandillas han instalado un clima de terror, que la gente tiene miedo, casi no se puede circular de noche y en la práctica han desaparecido todas las actividades culturales. En particular, las pandillas se instalan en los barrios que han tenido  mayor protagonismo político en las protestas de los últimos años.

En planes otra ocupación de la ONU

 Al presente, el llamado Consejo de Seguridad de la ONU tiene pendiente de votación una resolución que propone una nueva ocupación militar en Haití. Chambers expresó que el pueblo está  luchando contra esa posibilidad. Destacó que saben que la agenda de esa ocupación no es para resolver el problema de las pandillas, sino que, al contrario, es para mantener en el poder al actual primer ministro de facto, que no tiene ninguna legalidad y que está ejecutando el plan de la oligarquía.

“Nosotros nos oponemos a esa ocupación militar y nos oponemos a que dicen que va a ser una misión humanitaria porque sabemos que gran parte de las misiones humanitarias del comité de seguridad están ocupadas por los mismos dirigentes que controlan a Haití ahora”, afirmó en referencia a los que integran el CORE Group.

Ya este viernes, 21 de octubre, el Consejo de Seguridad  aprobó una resolución presentada por México y Estados Unidos, dirigida al congelamiento de activos, a prohibiciones de viaje y al embargo de armas al país. Para Chambers, estas sanciones, supuestamente dirigidas hacia los jefes de pandillas e impedir la importación de armas es una  burla, porque  hace dos años se aprobó una medida similar y no  produjo ningún resultado. Relató que el comercio de armas continúa y en ningún momento han acusado a las empresas estadounidenses que venden armas clandestinas en Haití.

La organización civil

 Mientras, en medio de la situación de inseguridad, por parte de la sociedad civil hay una red  muy estructurada de organizaciones sociales, las cuales son la raíz de todo el ciclo de movilización que se ha desatado en estos últimos cuatro años. La red incluye una coordinación de organizaciones campesinas que reúne a las cuatro más importantes (una coalición de organizaciones feministas, coordinaciones sindicales, grupos de jóvenes universitarios y de los barrios) que están presentes en la concertación  política organizada: el Acuerdo de Montana. El activista explicó que este acuerdo propone una transición de ruptura con las instituciones actuales ligadas a la oligarquía y está apoyado por más de 700 organizaciones sociales y políticas y 300 personalidades:“Es un espacio de consenso que el imperialismo no quiere reconocer, no acepta, porque no corresponde a sus objetivos estratégicos. Así que están difundiendo la narrativa para decir que en los pobres gobiernos de Haití no hay consenso, que la gente no quiere sentarse a discutir. Es totalmente falso, porque el Acuerdo de Montana abrió un proceso de concertación política incluyente, abierto, donde hay muchas organizaciones diferentes en acuerdo para romper con la situación de interferencia y ocupación que no permite que el país se desarrolle realmente.

“Estamos en un momento decisivo, en un momento de difícil para el pueblo de Haití, que está viviendo un momento trágico, donde en estos momentos no hay gasolina, hay muchos hospitales que ya no tienen oxígeno, hay hospitales que están cerrando sus puertas porque ya no pueden funcionar. Así que es una situación trágica sumamente difícil, una situación donde necesitamos la solidaridad internacional”.

Camille Chambers concluyó la entrevista afirmando que una forma concreta de  mostrar solidaridad requiere que los pueblos se manifiesten contra la ocupación militar y que se explique la verdad de lo que está pasando  en Haití.

 

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