Poemas dispersos: Luis Lloréns Torres y Luis Palés Matos

Poemas dispersos: Luis Lloréns Torres  

Luis Lloréns Torres es poeta diverso y polifacético. En las Obras completas que divulgó el Instituto de Cultura Puertorriqueña (1968), no se encuentran los poemas que divulgamos aquí: «El mar», publicado en el periódico La Democracia en 1900, y «La dorada Baneque», publicado en el Boletín Mercantil de Puerto Rico en 1913, que dirigía José Pérez Losada en 1913. El primero:

Tú, que tienes alma de poeta; tú, que has comprendido, como nadie, las dulzuras del rico idioma de la naturaleza; tú, que has sentido sobre tu frente el hálito enamorado de las musas en las tibias horas de inspiración, ¿querrás decirme por qué la vista del mar ejerce tan avasallador influjo sobre nuestros espíritus?

R. Tirado Vernier

El mar!… ay! yo quisiera
que en mis humildes cantos
vibras en los acordes
de sus nocturnas danzas,
tan tristes, tan alegres,
tan lóbregas, tan blancas!

El mar es un misterio…
La niña lo contempla
desde los verdes bosques
de la tranquila playa;
para la niña, entonces,
el mar es la esperanza.

El áspero marino
lo mira prolongarse
y sigue navegando
sobre la débil tabla,
y sigue, pero piensa
que el mar es su mortaja.

La esposa inconsolable
se acerca a sus orillas
y busca entre las olas
la prenda de su alma,
y entre las olas piérdense
sus rezos y sus lágrimas!

El mar es un poema…
Yo sé que tú lo miras,
y ves cabellos indios
entre sus ondas claras,
y ves dos ojos negros
brillar sobre sus aguas…

El mar… Yo lo contemplo
llorando, cuando brilla,
moviéndose entre espumas,
la arena de la playa,
como dorados rizos
en una frente pálida!

Ponce, Enero 27 de 1900. [ La Democracia, año X, número 2425, 29 de enero de 1900; p. 3.]

En el segundo, sobresale la rima interna en los versos de dieciséis sílabas con cesura central que escinde los dos hemistiquios octosílabos, a su vez divididos en patrones rítmicos de cuatro sílabas que riman entre sí: «Cien piraguas que en las aguas», «Y la Pinta a vela encinta», «La dorada fue encontrada», «que la bella se querella». En la primera estrofa de la segunda parte del poema, ensaya dodecasílabos, para terminar con una estrofa urdida en endecasílabos:

─¿Dónde el oro?─ interrogaban a la mar tres carabelas.
Y─¡a Baneque, la dorada!─ respondíanles en coro
Cien piraguas que en las aguas imprimían sus estelas.
Y la Pinta a vela encinta se lanzó tras la isla de oro.

La dorada fue encontrada. Toda oro! Toda oro!…
Y hace más de cuatro siglos que la bella se querella.
Porque ve el inagotable oro real de su tesoro.
Mas no alcanza a ver el oro de los rayos de su estrella.

Toda oro!… Un siglo zarparon las naves
saliendo en bandadas de su puerto rico,
volando en sus velas, volando como aves,
como aves repletas de oro hasta el pico.

Toda oro! Verdad que agotadas sus minas.
Mas las cañas son rubias como dorados rizos
y los tabacos fraguan reflejos de esterlinas
y el café brilla en áureos pergaminos pajizos.

Toda oro!… ¡Ni el arca de un rey moro!
Toda oro!… La isla es rica y bella,
Y ella diera en metal todo su oro
Por el oro de luz de su alma estrella.

San Juan de Puerto Rico, Diciembre 14 de 1913. [Boletín Mercantil de Puerto Rico, año 75, número 300, 16 de diciembre de 1913; p. 1.]

Con este tipo de poemas, considerados «modernistas» por la crítica de aquel entonces ─refiriéndose a las rupturas formales con la poesía tradicional─, se topó con el rechazo de algunos. Así sucede en la crítica de Manuel Álvarez, quien desde Monzón (Portugal) rectificaba el 18 de septiembre de 1913 aquellas audacias que Lloréns Torres extrema en sus Sonetos sinfónicos (1914). De estos, se publicó en el Boletín Mercantil de Puerto Rico el que llevaba por título «Mi arco iris» (en la edición de Sonetos sinfónicos, se titula «Arco Iris» y lleva algunos retoques), con una reescritura curiosa que el crítico realiza para ofrecerle al público la oportunidad de confrontar y evaluar lo que consideraba una debilidad en la poesía de Lloréns Torres y de los poetas afiliados a «extravagancias» que, según él, había ocasionado el «modernismo, del que están contaminados, lastimosamente, poetas de tan altas prendas como Lloréns Torres, a quien rindo admiración y afecto» (Manuel Álvarez, «Crítica literaria: En frente de “Mi arco Iris”», Boletín Mercantil de Puerto Rico, año 75, número 239, 11 de octubre de 1913; p. 1). Los poemas se divulgaron en ambas versiones:

1

Mi brazo duerme bajo el plumaje de tu cuello.
Huelo tu carne hembra. Y oigo tictear tu corazón.
Mientras la negra cascada de tu cabello
lame en la alfombra la cabeza del león

Esbelta en tus más sabias esbelteces
te miro toda echada junto a mí,
en este lecho donde tantas y tantas veces
el incienso de mi pasión te encendí.

Ahora más que nunca te palpo y te veo.
Y es ahora cuando más te alejas
de la luz conque te bañó siempre mi deseo.

Te alejas contra toda mi voluntad.
Vuelas de mi corazón. Me dejas.
Y te vas a lo más lejos de mí: a la realidad.

2

Mi brazo se adormece debajo de tu cuello,
Y oigo tictear tu corazón. su carne huelo, y oigo latir tu corazón,
en tanto que en la alfombra tu mata de cabello
se esparce y acaricia la frente del león.

Esbelta en tus más sabias y amables esbelteces,
te miro toda echada, rendida junto a mí,
en este lecho donde sinnúmero de veces.
Mi amor, cual un incienso, gozoso te encendí.

Ahora, más que nunca, te palpo, admiro y veo
y ahora, como nunca, me indicas que te alejas
del sol en cuya lumbre te baña mi deseo.

Te alejas, me abandonas, mas no es mi voluntad
que vueles de mi pecho, pues vas, si así me dejas,
de mí a los más lejos: la ingrata realidad.

El crítico explica las razones para reescribir el poema:

«Según se ve, la medida de estos versos es la del primer verso de la composición anterior, el cual se modificó, no por cambiar arbitrariamente el verbo dormir y eliminar el substantivo plumaje, sino porque no se puede hacer la debida pausa entre los hemistiquios, sin que desaparezca la sinalefa, y resulte el verso, por lo tanto, con una sílaba de más. En la reforma se han respetado asonancias dentro de un mismo verso, contraposiciones o encuentros de acentos, casi todas las palabras y la totalidad de las voces que constituyen los consonantes. El trueque de algunas frases, como la negra cascada de cabello, no muda la esencia de Mi arco iris, y el hecho de que no se diga el color del cabello no rebaja la gracia, ni la belleza, ni la preciosidad de la mujer evocada. Tan guapa, garrida e irisada puede ser esa mujer con áurea como negra cabellera.

Aquí debemos dar por sabido que entrambos sonetos son de Lloréns, de quien son, efectivamente, a pesar del citado ajuste. Sentado esto, preguntemos: ¿cuál es el peor? […]

Cuando yo, en la grata compañía del maestro Fernández Juncos, vuelva a tener el contento de hablar con mi amigo Lloréns, en su recóndito camarín de la calle del Cristo, le diré que la musa de Padilla y de Brau, por ejemplo, tiene un sitio de honor en el Parnaso español, porque esa musa, tersa como un mármol del Partenón, fragante como un lirio de Siria, símbolo de la majestad, no usó faldapantalón, ni faldasaco, ni sombrero batea, ni ninguna de esas otras prendas que están acabando con el arte, el buen gusto y el recato, en competencia con la musa modernista, insinuante, quizá, como una figura de cera, tal vez, como una hortensia, pero sin la serenidad eterna del mármol, sin el perfume de los matices del lirio«.

Esto muestra las pugnas que produjeron aquellos ejercicios formales que llevaron a cabo no sólo Lloréns Torres, sino, entre otros, Vicente Palés Anés, José Polonio Hernández (Peache), Jacinto Texidor y Antonio Coll Vidal, quien llegó a adelantar un ejercicio semejante a la poesía concreta en 1916: un «soneto» titulado «………….», compuesto solamente por puntos suspensivos, incluido en el volumen de versos Trovas de amor, Bayamón, Tipografía El Progreso, 1916:

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…………………………………….. (p. 51)

Como se ve, este tipo de ejercicio crítico y poético merece atención por parte de la historiografía para que tengamos un mejor conocimiento de la literatura desarrollada en Puerto Rico.

Poema de Luis Palés Matos

La obra poética de Luis Palés Matos ha sido editada por tres intelectuales de quilates. Federico de Onís lo da a conocer en 1934 internacionalmente, al incorporarlo a su ya clásica Antología de poesía española e hispanoamericana (1934). En 1957, Onís escribe la introducción para la primera antología del poeta, que publica la Editorial de la Universidad de Puerto Rico. Margot Arce de Vázquez se ocupó de la obra de Palés. El primer volumen de las Obras de Luis Palés Matos que publica también la Editorial de la Universidad de Puerto Rico en 1984, incorpora la introducción de Onís de 1957. Mercedes López-Baralt, en La poesía de Luis Palés Matos (edición crítica), dedica mayor análisis, estudio detenido y cuidado en la ordenación del corpus que conocía. Allí afirma lo siguiente:

De Diego Padró (1937:27) afirma haber escrito otro poema diepálico en colaboración con Palés: “El segundo trabajo diepálico, también hecho en colaboración, se publicó un poco más tarde con el siguiente título ambicioso, que sonaba y aún suena como un porrazo en la coronilla: Intraobjetivismo de intención precubista”. No he podido dar con este poema. (La poesía de Luis Palés Matos, Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995; p. 398.)

El poema, que no aparece en las Obras de 1984 ni en La poesía de Luis Palés Matos (1995), es un soneto alejandrino, todavía con la forma tradicional de esa combinación clásica y con rima consonante. Un verso de Luis Palés Matos da paso a otro de José I. de Diego Padró. Como antesala del diepalismo, este ejercicio está afiliado un tanto al futurismo y al surrealismo. Se publicó antes que «Orquestación diepálica», en el periódico El Imparcial año IV, número 230, 29 de octubre de 1921; p. 2. Helo aquí para beneficio de los estudiosos de la obra de Palés y la vanguardia en Puerto Rico:

P.M.─Un gran resplandor ciego, rompe súbitamente
D.P.─La oscuridad vasta de la noche. Aguzados
P.M.─Cipreses astronómicos crispan hacia el poniente
D.P.─Un extatismo unánime de frailes espantados.

P.M.─Wagner ruge. El tambor del silencio descarga
D.P.─En la sombra, redobles de balumba aquilónica
P.M.─Y el paisaje, sombrío y chinesco, se alarga

D.P.─En una futurista alucinación cónica.
D.P.─Se aboceta en el brusco y sideral biombo
P.M.─La luna, como el ojo de un gran búho perplejo
D. P.─Ante las ecuaciones del panorama combo;

P.M.─La noche abre su Enigma, con tenebrosas manos,
D.P.─Y sobre la penumbra y el mutismo complejo
P.M.─Cunde el vago retumbo de los mundos lejanos.

El autor es Director del Seminario Federico de Onís del Departamento de Estudios Hispánicos de la  Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

 

 

 

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