Graciano Matos Santiago: Vida Ejemplar

 

 

Por José E. Velázquez Luyanda

El 13 de junio de 2021, a la edad de 72 años, perdimos a Graciano Matos Santiago, querido compañero y ex militante del Partido Socialista Puertorriqueño, luego de una heroica batalla de 14 años contra el cáncer. La vida de Graciano fue el prototipo del puertorriqueño en Puerto Rico y la diáspora. Nacido en East Harlem (El Barrio), Ciudad de Nueva York, asistió a escuelas primarias y secundarias en Puerto Rico, graduándose de la Escuela Superior Central en Santurce. Después de un breve paso por la Universidad Interamericana de San Germán, Graciano regresó al Bronx, Nueva York.

Quizás debido a su humildad, muchos de los que conocían a Graciano no sabían que él era un higienista industrial, obteniendo una licenciatura en Ciencias en Salud y Seguridad Ocupacional de la Universidad Estatal de Nueva York, y una Maestría en Ciencias en Salud Ambiental de Hunter College (CUNY). A lo largo de su vida, trabajó para proteger la salud y la seguridad de todos los trabajadores y se desempeñó como Oficial de Higiene de Laboratorio en el City College de Nueva York, desde 2001 hasta su fallecimiento.

Como muchos activistas puertorriqueños en la diáspora, Graciano entendió que las condiciones económicas y sociales de los puertorriqueños en Estados Unidos estaban directamente relacionadas con el colonialismo estadounidense en Puerto Rico. Su pasión por la justicia social lo llevó a convertirse en un líder de la Seccional del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), que buscaba fusionar la lucha por la independencia de Puerto Rico con las luchas sociales, económicas y políticas de los puertorriqueños en los Estados Unidos.

Como miembro del PSP, Graciano estuvo al frente de luchas por la justicia ambiental, por el derecho a la vivienda, contra las malas condiciones laborales, y por las reformas educativas. Durante muchos años, trabajó como organizador sindical y se desempeñó como delegado del Profesional Staff Congress (PSC), un sindicato de empleados de CUNY.

Fotos cortesia de la familia Matos

La casa de Matos en El Barrio se convirtió en un centro abierto de apoyo para todos los presos políticos, desde los cinco presos nacionalistas puertorriqueños, hasta la más reciente campaña para liberar a Oscar López Rivera. Sus esfuerzos de solidaridad incluyeron la oposición a la guerra de Vietnam, contra el apartheid en Sudáfrica, el apoyo a una patria palestina y el apoyo inquebrantable a la revolución cubana.

Un rasgo impresionante de la vida de Graciano fue lo apasionado que era al asegurarse que toda su familia fuera parte del movimiento. En alianza con su esposa, Carmen Vásquez, sirvió como mentor, guía e inspiración para generaciones de su familia, incluyendo a sus dos hijos, Camilo y Emil, así como para muchos amigos y colegas.

Graciano quería a Puerto Rico, disfrutaba de sus montañas y playas, y pasaba horas interminables cultivando la tierra durante sus muchas visitas. Era un ávido lector y le encantaba escribir, publicando tres libros: The Little Bee / La Pequeña Abeja, un libro infantil bilingüe; Antonio Cruz Colon: Mis Memorias y La Verdadera Historia de la Revolución en Jayuya, que narra la revuelta nacionalista de 1950 en Puerto Rico; y Cuentos de Mi Barrio, publicado recientemente en Puerto Rico.

En un último mensaje, Graciano destacó la necesidad de una organización marxista, leninista, que dirija los muchos movimientos de la sociedad civil, dándoles organización y disciplina, o de lo contrario “serán como Don Quijote golpeando contra los molinos de viento.” En un velorio, realizado el 19 de junio en El Barrio, mensajes sobre su legado fueron expresados por el expreso político Antonio Camacho Negrón; los exdirigentes del PSP, Andrés Torres y José “Che” Velázquez; las poetas Prisionera y Mariposa; y la expresidenta del PSC-CUNY, Barbara Bowen, entre otros.

Nada más apto que las palabras de Camacho Negrón para describir la vida de Graciano Matos Santiago:

Mi amigo Graciano reflejaba muchos de los atributos del

nuevo hombre descrito por el Che Guevara. Creía en un mundo

mejor, donde reinaba la justicia y la igualdad, donde los más fuertes

no pisa al más débil. Y dedicó su vida con entusiasmo, dedicación

y compromiso con su mayor ideal, la independencia de Puerto Rico.

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