Especial para En Rojo
Nadie podría imaginar que, en pleno siglo XXI, tras la triste experiencia de las guerras del siglo pasado, la humanidad aún tuviera que sufrir un escenario con tantos conflictos armados. Actualmente, el mundo registra 64 guerras que involucran a gobiernos y, en algunos casos, a regiones fronterizas de varios países.
Aunque la prensa internacional se centra en lo que ocurre en Ucrania, es importante que el mundo sea consciente de la guerra en el sur de la India contra Pakistán, que involucra a personas de Sri Lanka y afecta a países vecinos. En África, países como Somalia, Nigeria y Argelia se enfrentan a guerras civiles que adquieren carácter internacional. En Sudán, dividido por la guerra entre Sudán y Sudán del Sur, el conflicto armado adquiere el carácter de exterminio de un pueblo pobre. En Yemen, la guerra que se prolonga desde hace décadas no parece tener fin.
Al mismo tiempo, en el sur de la República Democrática del Congo, continúa inexorable el genocidio promovido por Paul Kagame, presidente de Ruanda, que pretende llevar a cabo una limpieza étnica y anexionar parte del Congo a su país. Como esto ocurre en África, aunque provoca diariamente muchas víctimas inocentes, no merece los titulares de los periódicos. Estos se contentan con informar sobre el genocidio que el gobierno de Israel comete contra el pueblo palestino. El mundo ve por televisión escenas como la de soldados israelíes abriendo fuego contra niños en fila para recibir comida, en puesto de ayuda en Gaza. (cf. Internazionale, 11 de julio de 2025, p. 53).
Desde la primera década de este siglo, el Consejo de Seguridad de la ONU ha perdido su poder. Los dueños del mundo ya no necesitan fingir que respetan convenciones éticas y normas internacionales que, en otros tiempos, sus países firmaron. Ya no hay ley. Y las armas ni siquiera necesitan manos humanas para matar. Este año, en Ucrania, los drones fueron responsables del 70 % de las muertes, tanto de militares involucrados en el conflicto, como de civiles, mujeres y niños que, por casualidad, se encontraban en el lugar de los asesinatos programados.
Lamentablemente, cada vez más, la comunidad de naciones se hunde en un abismo de cinismo. Con algunas excepciones, los gobernantes de los países se convierten en meros administradores de los conglomerados financieros que dominan el mundo. Hasta hoy, resuenan falsas propagandas que ven lo que llaman comunismo como amenaza para el futuro de la paz. Sin embargo, ahora que los monstruos se han quitado la máscara, es difícil asociar a Trump, Netanyahu y otros señores de la guerra con la izquierda. En todo el mundo, quienes hacen la guerra son hombres de la extrema derecha.
En septiembre de 2025, en la ONU, en su discurso de apertura de la Asamblea General, Lula, el presidente brasileño, afirmó: «Este debería ser un momento de celebración para las Naciones Unidas. Creada al final de la Guerra, la ONU simboliza la máxima expresión de la aspiración por la paz y la prosperidad. Hoy, sin embargo, los ideales que inspiraron a sus fundadores se ven amenazados como nunca antes en toda su historia.
El multilateralismo se encuentra ante una nueva encrucijada. La autoridad de esta Organización está en jaque. Asistimos a la consolidación de un desorden internacional marcado por sucesivas concesiones a la política del poder. (…) Existe un paralelismo evidente entre la crisis del multilateralismo y el debilitamiento de la democracia. (…) Cuando la sociedad internacional vacila en la defensa de la paz, la soberanía y el derecho, las consecuencias son trágicas. En todo el mundo, fuerzas antidemocráticas intentan someter a las instituciones y sofocar las libertades. Cultivan la violencia, exaltan la ignorancia, actúan como milicias físicas y digitales, y restringen la prensa. (…)
Las democracias sólidas van más allá del ritual electoral. Su vigor presupone la reducción de las desigualdades y la garantía de los derechos más elementales: alimentación, seguridad, trabajo, vivienda, educación y salud. La democracia fracasa cuando las mujeres ganan menos que los hombres o mueren a manos de sus parejas y familiares. Pierde cuando cierra sus puertas y culpa a los migrantes de los males del mundo. La pobreza es tan enemiga de la democracia como el extremismo. (…) La única guerra en la que todos pueden salir ganando es la que libramos contra el hambre y la pobreza. Ese es el objetivo de la Alianza Global que lanzamos en el G20, que ya cuenta con el apoyo de 103 países». (https://agenciabrasil.ebc.com.br/internacional/noticia/2025-09/
Desde la sociedad civil se alzan voces. La gente común comienza a organizarse en manifestaciones por la paz y la justicia. En Europa, ya en la última década del siglo XX, organizaciones de la sociedad civil organizaron una ONU de los Pueblos, no para sustituir a la actual de los gobiernos, sino para complementarla y darle fuerza desde la base. Desde principios de este siglo, en diversas sesiones, en diferentes continentes, el Foro Social Mundial reunió a miles de miles de personas y dio visibilidad a la sociedad civil internacional. En varios países, un grupo representativo se constituyó como Ágora de los Habitantes de la Tierra y llegó a organizar un documento de identidad de ciudadanía del planeta. Aunque ningún país ha reconocido la validez de dicho documento, es una señal de que, por mucho que la locura parezca imponerse a la inteligencia amorosa, la humanidad tiene como vocación la convivencia amistosa y no el odio. Lo que constituye al ser humano es la búsqueda de la comunión y la vocación de cuidar.
Entre los pueblos indígenas, hoy organizados a nivel nacional e internacional, se fortalece la propuesta del Buen Vivir, que se construye desde abajo y de manera artesanal. El Buen Vivir se da cuando damos prioridad al bien común sobre el bien individual, incluso el necesario y justo. Supone que nos relacionemos con la Madre Tierra y con la naturaleza como seres vivos, miembros de la comunidad de la vida y no como mercancía. Evidentemente, el cambio individual no basta para cambiar las estructuras de la sociedad, pero sin duda puede ocurrir lo que, en su época, afirmaba el obispo Helder Camara: «Una sola golondrina no hace verano, pero lo anuncia». Esta propuesta supone nuestra participación en toda movilización social justa contra la iniquidad que impera hoy en el mundo. Al mismo tiempo, nos recuerda el consejo que, hace más de 70 años, daba Mahatma Gandhi: «Empieza por ti mismo el cambio que quieres ver en el mundo».
El autor vive en Brazil, es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros.


![“Dime, ¿qué es lo que está pasando”[1]: Mirada de mujer en mi 2025](https://claridadpuertorico.com/wp-content/uploads/2025/11/esto-se-lo-conto-a-218x150.jpg)
