A un año de su partida, recordamos al amigo y compañero Jaime Córdova, publicando un poema de su autoría que nos hizo llegar su compañera de vida, Teresa Rodríguez Cruz. ¡Jaime Córdova presente! amf
Cuando juegue beisbol otra vez
será en la liga mexicana de los años cuarenta.
Con un equipo de nombre inolvidable:
Alijadores de Tampico o Pericos de Puebla.
Tal vez, Venados de Mazatlán.
Todos con gorras de tres picos,
medias de franjas y apellido en la espalda.
Acabo de recibir una oferta
del Veracruz-México.
Están últimos, pero no importa.
Tienen un grupo divertido.
Están Olmo, Clarckson, Bragaña, Dihigo, Terris McDuffie.
Son los tiempos en que beisbol y bolero convivían.
«El sacrificio ha sido en vano”
suena a verso de Agustín,
“Doble matanza” es corrido mexicano
cantado por Cuco Sánchez,
“Fusilado en el hogar”,
son huasteco cantado por la soldadesca de Pancho Villa.
Mañana es mi debut.
Espero no irme en blanco.
Los mexicanos son impacientes.
Dos días malos corridos
y te devuelven a tu casa en el barrio Cuchillas de Moca.
No puedes esconderte.
Ahí está tu nombre en la espalda.
Desde lo alto de las gradas
alguien grita: “iVamos, boricua, órale!”
Lo miro de reojo.
Solo veo sombrero y espuma en el bigote.
No aporté nada,
pero creo que me quieren.
Restrellé el bate contra el barro,
pisoteé la gorra, hablé malo a los vientos.
Ahora todos saben
que ofrezco el pellejo en cada jugada.