La vida en la mirada de un burro: Eo y Au hasard Balthazar

 

 

Especial para En Rojo

For me, the movies are like a machine that generates empathy. It helps us to identify with the people who are sharing this journey with us. And that, to me, is the most noble thing that good movies can do and it’s a reason to encourage them and to support them and to go to them.       

Robert Ebert

 

En su discurso de aceptación del premio del jurado en el festival de cine de Cannes de 2022, Jerzy Skolimowski le agradeció a cada uno de los burros que aparecieron en su película, Eo (Polonia e Italia, 2022; nominación Oscar Mejor Película Internacional 2023). Marietta es la presencia mágica con la que empieza la película en un circo completamente sumido en rojo. Tako hace todos sus stunts, pero los acercamientos son a Hola por la perfecta redondez de su cara. Rocco y Mela son los burros salvajes y sin entrenamiento. Por eso lo sublime del momento en que la cabeza completa de Mela se disuelve en una maleza de hojas verdes. Sin embargo, los rebuznos son de Rocco. Finalmente, Ettore es el más dulce y pequeño de todos, ideal para los golpes emocionales en la película. El personaje de Eo combina la presencia de cada uno de estos actores. Los ojos grandes de cada burro se tornan en una pantalla llena de emociones en la cual vemos proyectadas las historias de los seres humanos que rodean a Eo. En la película, Eo es parte de un acto de circo. La bailarina con la que comparte su público lo cuida, pero no lo puede proteger cuando lo venden a otro dueño. Entre lágrimas, Eo comienza su viaje por un mundo maravilloso y cruel. Su experiencia es fragmentada, efecto que Skolimowski logra al no profundizar en la sicología de las personas que rodean a Eo. Conocemos tan solo algunas horas de la vida de un joven sacerdote (Lorenzo Zurzolo) que es adicto al juego y que se enfrenta a su tía adinerada (Isabelle Huppert) y los últimos momentos de un chofer de camiones cuya generosidad no es bien pagada, entre muchos otros. Estas interacciones representan diferentes etapas en la vida de Eo. La película está claramente influida por otra gloria del cine, Au hasard Balthazar (dir. Robert Bresson, Francia y Suecia, 1966).

En Au hasard Balthazar, el burro está presente en la vida de varios habitantes de un pequeño pueblo en la campiña francesa. Entre los dueños de Balthazar está Marie (Anne Wiazemsky), una inocente joven cuya atracción amorosa se divide entre Gérard (François Lafarge), el joven criminal que la victimiza, y Jacques (Walter Green), el amor de su infancia. El cariño de Marie por Balthazar contrasta el abuso que el burro sufre en manos de Arnold (Jean-Claude Guilbert), un borracho violento, y del miserable productor de vino (Pierre Klossowski), que lo mantiene trabajando sin descanso. La película de Bresson sigue una línea narrativa convencional. La historia abre con un Balthazar muy joven que es arrebatado de su madre. Marie y Jacques lo incluyen en sus juegos infantiles. Pero tan pronto los padres de Jacques se mudan del pueblo, el burro pasa de dueño en dueño sufriendo los abusos de cada uno. Au hasard Balthazar recuerda al Lazarillo de Tormes y los sufrimientos que padecía con cada uno de sus amos. Similar a la novela picaresca, la historia de Balthazar es un reflejo de una sociedad inhumana donde la nobleza de espíritu es tan solo una debilidad que la engulle el más fuerte. Pero Balthazar carece de la maña del Lazarillo y por esto la película se torna en un retrato más oscuro de su ambiente. De hecho, Bresson utiliza modelos en vez de actores para darle una sensación más real y menos “actuada” a los personajes. Sus miradas frías habitan una ruralía, cuya pobreza nos recuerda a la Italia de los neorrealistas en películas como Ladri di biciclette (dir. Vittorio De Sica, Italia, 1949) y Roma città aperta (dir. Roberto Rossellini, Italia, 1945). En este lugar donde reina la desesperanza, Balthazar es una figura mesiánica que aguanta todos los castigos sin defenderse. Skolimowski y Bresson reconocen la melancolía y el patetismo hermoso en los ojos de Balthazar e Eo.  A pesar de que Au hasard Balthazar e Eo se asemejan en la manera que la cámara constantemente se acerca a los expresivos ojos de los burros, ambos filmes responden a perspectivas muy diferentes. El Balthazar de Bresson pertenece a una iconicidad cristiana que va atada al borrico en el que José guió a María hacia Belén. Cuando Balthazar llega a Marie y Jacques, estos literalmente lo bautizan con su nombre. Pero esta inocencia es muy corta y el resto de su vida se divide en varias etapas de sufrimiento que incluyen palizas, quemaduras, explotación y encerramiento. A pesar de su moralidad religiosa, la belleza de la obra de Bresson mayormente se revela en la espiritualidad y expresión que logra resaltar en los ojos de los animales. En una escena, Balthazar es llevado a un circo. Cuando lo llevan a su jaula, podemos ver la mirada de un tigre y los ojos de un elefante que develan la inhumanidad del mundo que los rodea. El inocente Balthazar que al principio de la historia lleva una corona de flores es muy diferente al Balthazar que cerca del final observa los alucinantes y confusos remolinos de agua que manifiestan su tormentosa vida. Al final, Balthazar camina entre un rebaño de corderos acentuando su sacrificio. Por otro lado, Eo comienza con el burro en un circo. Skolimowski se distancia del subtexto religioso de Bresson. Eo es una metáfora de la experiencia humana. En Bresson, Marie y Balthazar siguen un viaje muy similar. Pero mientras la inocencia de Marie deviene en cinismo, Balthazar nunca pierde un sentido cristiano de humildad. Para Skolimowski, la experiencia de Eo representa por momentos la caricia de un ser amado y en otros el cuchillo que nos degüella.

Pude ver Eo en la pantalla grande, pero me pasó algo muy curioso. La odié. Es algo que me ha ocurrido con películas que ahora adoro como Unforgiven (dir. Clint Eastwood, EEUU, 1992) y Jackie Brown (dir. Quentin Tarantino, EEUU, 1997). Acepto que no estuve preparado para la maravilla que es Eo. De hecho, había visto Au hasard Balthazar hace muchos años y consideré que Eo era una mala copia del clásico de Bresson. Esta semana, decidí revisitar ambas películas tratando de entender la atracción de los críticos por Eo. Como siempre hace el buen cine, ambas películas me redimieron de maneras tan diferentes por cómo sus narrativas emanan de los ojos de un burro. Ambas las pueden ver en el Criterion Channel y estoy casi seguro que el Oscar de mejor película internacional se lo llevará Eo.

 

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