Las explosivas consecuencias de una conversación entre mujeres: Women Talking

 

Especial para En Rojo

 

El cine transforma lo más rutinario en algo interesante. El día a día tiende a ser aburridísimo. Pero tan pronto una cámara apunta hacia esa rutina, lo cotidiano adquiere significado, se torna en narrativa visual. No quiero decir que todo lo que una cámara graba es entretenido. No obstante, lo grabado responde a la visión del que observa y su manera muy particular de leer la realidad. En una película como Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (dir. Chantal Akerman, Bélgica y Francia, 1975), una mujer cocina, atiende a sus clientes sin casi intercambiar palabras, se baña, prepara la mesa, come con su hijo en el silencio de la cotidianeidad, arregla la cama y se acuesta. Aunque la película casi carece de diálogo, el lenguaje corporal de la mujer grita su desesperación mientras ejerce una acción tan mundana como mondar una papa o brillar un par de zapatos. La película de Akerman fue declarada por un grupo de 1,600 críticos como la mejor de la historia del cine en la revista Sight and Sound. Esta superó a clásicos como Citizen Kane (dir. Orson Welles, EEUU, 1941) y Vertigo (dir. Alfred Hitchcock, EEUU, 1958). Aunque la naturaleza de todas las listas es provocar a los lectores a cuestionarlas, ciertos críticos tronaron contra Jeanne Dielman argumentando que esta ocupaba el primer lugar por el género, la sexualidad, el feminismo y la muerte de Chantal Akerman. La visión tan limitada de estos críticos los hace considerar los textos fílmicos de Welles y Hitchcock, entre otros, como estéticamente superiores por ser supuestamente apolíticos. No le resto poder a la obra de Welles y Hitchcock, que están entre mis directores favoritos. Sin embargo, sus visiones claramente masculinas no deben ser tomadas como “naturales.” Sus políticas de género son tan claras como las de Akerman en su obra. La directora torna sutilmente la cotidianeidad de su protagonista en una creciente angustia cuya culminación nos toma por sorpresa. Los cuestionamientos de muchos cinéfilos sobre el merecido logro de Jeanne Dielman revelan lo necesario y revolucionario de las perspectivas que cuestionan la norma. El poder de las voces de mujeres es central para la más reciente película de Sarah Polley, Women Talking (EEUU, 2023).

Polley coescribe el libreto con Miriam Toews, la autora de la novela. La historia, que se basa en hechos reales que ocurrieron en una comunidad Menonita en Bolivia, se concentra en un grupo de mujeres de diferentes edades que fueron sedadas y violadas. Los crímenes nunca son retratados, pero sus consecuencias físicas y mentales son impactantes. Mientras los hombres de la comunidad llevan a uno de los violadores a las autoridades, las mujeres se reúnen para votar por la acción que tomarán. Sus tres opciones son perdonar a los violadores; quedarse y pelear por su respeto; o abandonar su comunidad para siempre. Los intercambios entre los personajes capturan la resistencia, el trauma, y las complejidades de cada argumento en relación a sus acciones futuras. Sus conversaciones develan un universo de emociones encontradas y de cuestionamientos que alterarán la única realidad que estas mujeres han conocido en sus vidas. El trabajo del director de fotografía, Luc Montpellier, resalta las tonalidades grises de la comunidad. Su fotografía hace sentir a la película como si fuera en blanco y negro. De esta manera, Montpellier torna la comunidad en un espacio anacrónico y aparentemente irreal, muy similar al Gilead de The Handmaid’s Tale. Sin embargo, estas mujeres que no han tenido acceso a la escuela, que desconocen el mundo que existe más allá de las fronteras de su comunidad y cuyo rol es limitado a parir y a las faenas de la casa, luchan por ser escuchadas independientemente de la acción que apoyan.

La dirección de Polley y las actuaciones sólidas le dan vida y fuerza a cada una de las mujeres. Mientras Janz (Frances McDormand) pelea por el perdón a los violadores para que nada cambie, Salome (Claire Foy) está dispuesta a quemarlo todo para que los violadores paguen por sus delitos. Por otro lado, la impresionante serenidad de Ona (Rooney Mara), que está embarazada de uno de los depredadores, contrasta la agresiva actitud de Mariche (Jessie Buckley), que prefiere enfrentar el abuso físico de su esposo antes de abandonar la comunidad. La estructura de la película resalta el diálogo entre las mujeres. Tanto como en My Dinner with Andre (dir. Louis Malle, EEUU, 1981), donde Andre Gregory y Wallace Shawn, dos teatreros reales, se encuentran en un restaurante de Nueva York para teorizar sobre la esencia del teatro, la realidad y el arte en general, la acción de Women Talking se enfoca en un diálogo entre un grupo de mujeres. Las conversaciones entre los personajes en ambos textos fílmicos son emocionantes y demuestran el poder de transformación del cine que torna una discusión en una profunda manifestación de humanidad. A pesar de esta conexión, My Dinner with Andre mantiene una estructura donde cada personaje tiene un punto de vista que nunca será alterado. Gregory domina la primera parte de la conversación elucubrando sobre la espiritualidad del teatro y los retiros artísticos que le han abierto los horizontes. Shawn está en desacuerdo con la visión de Gregory ya que esta responde a un privilegio que la mayoría de nosotros no tenemos. Sus diferencias son claras y los personajes nunca alcanzan una resolución. La conversación entre ambos amigos concluye cuando Gregory paga la cuenta y cada uno sigue su camino. A pesar de que el personaje de Shawn no goza del estatus social de Gregory, ambos gozan del privilegio de filosofar sobre el arte y la vida sin consecuencias reales. Por otro lado, el diálogo en Women Talking rechaza un conflicto entre dos posiciones claras. La película retrata un sinnúmero de voces que resaltan la complejidad de sus argumentos. Las consecuencias de su diálogo harán temblar a toda una sociedad. Women Talking está entre las películas más poderosas del 2022. No se la pierdan.

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