Simplemente telenovelas

 

 

Especial para En Rojo

 

De ahora en adelante, quien quiera estudiar el fenómeno de las telenovelas en Puerto Rico tendrá que contar con este nuevo libro de Víctor Federico Torres, Yo lo que quiero es amor: Historia documental de las telenovelas de Puerto Rico, 1955-1975 (San Juan, Ediciones Gaviota, 2023). La labor de Torres para este proyecto es un ejemplo de la dedicación y el rigor de un tenaz investigador. El libro ofrece un caudal de información sobre el género en Puerto Rico durante las dos décadas que nuestros canales de televisión las produjeron. Para recopilar estos datos, Torres tuvo que desempolvar archivos, rebuscar en revistas populares y rastrear a unos cuantos de los participantes en la producción de esas telenovelas que aún viven. Hay que reconocer la inmensa labor hecha por Torres quien, tras publicar textos sobre temas académicos y tras una larga carrera como bibliotecario, ha publicado tres libros sobre personalidades de la cultura popular puertorriqueña: Marta Romero, Bobby Capó y Johnny Rodríguez.

No cabe duda que las telenovelas han sido y siguen siendo un producto cultural de importancia por el inmenso impacto que tienen sobre su público. Por ello son tema que hay que explorar y Torres, por su formación como bibliotecario e investigador y, sobre todo, por su interés en la cultura popular, es candidato idóneo para tal labor. El resultado de su trabajo, este nuevo libro, así lo confirma.

Yo lo que quiero es amor… es un libro dominado por los datos que su autor fue hallando. Sus primeras cuatro secciones, casi las tres cuartas partes del libro, son inventarios de las telenovelas producidas por cuatro canales boricuas: Canal 2 (WKAQ-TV), Canal 4 (WAPA-TV), Canal 11 (WKBM) y Canal 7 (WRIK). En los primeros dos casos, los canales que más telenovelas produjeron, hay subdivisiones determinadas por el horario en que estas se presentaban. Cada entrada de las telenovelas incluidas recogen la información esencial sobre la misma: título; momento en que se presentó; autor; director; reparto. En algunos no toda esa información se nos ofrece porque no se conservó en los archivos ni se comentó en la prensa. En algunos casos, cuando tiene más información, Torres nos ofrece una sinopsis de la trama y algún comentario suyo o de alguna publicación del momento. Este formato que se sigue fielmente tiene mucho que ver con las fichas bibliográficas que Torres, como bibliotecario produjo por años.

Dada la rigurosa estructura que Torres adopta para darnos esta información la lectura de estas secciones del libro es predecible y hasta puede ser monótona. Por ello creo que hubiera sido preferible no comenzar el libro con esta sección bibliográfica sino incluirla al final como apéndice. Pero no cabe duda de que estas páginas serán de inmensa utilidad para futuros investigadores ya que Torres ha adelantado mucho de su trabajo.

Hay que apuntar también que de cuando en vez Torres puede darnos una sinopsis de la trama de la telenovela y así se rompe con la monotonía de las fichas bibliográficas y nos da una pequeña muestra del melodrama que dominan esas telenovelas. A veces la lectura de esos resúmenes de la trama nos lleva a las carcajadas. No puedo dejar de citar, al menos en parte, el de Retorno al pasado (1958): “ Una mujer de familia aristocrática llega a un circo. Su padre la echó de la casa porque estaba embarazada. En el circo hace amistad con otra mujer que tiene una pequeña hija. Muere en el parto, pero antes de fallecer le pide a la amiga que cuide de la niña como suya y que nunca le hable de su pasado.” Y podemos continuar porque la trama es predecible y ya la conocemos, a pesar de que en esta hay castillos, venenos y puñales, todos nada creíbles y hasta extravagantes. Y por ello mismo resultan absurdamente cómicos.

En otras partes del libro, que me parece deberían haber venido primero, Torres presenta temas recurrentes en las telenovelas: la rivalidad entre hermanos, los triángulos amorosos, la joven desvalida que triunfa al final, la madre soltera, las familias disfuncionales. Me parece que se debía ampliar esta sección. La estructura narrativa y la caracterización de los personajes de las telenovelas son tan predecibles que, sin llegar a crear fórmulas como las que ofrece Vladimir Propp para los cuentos de hadas, podría presentarse los patrones de acción y de personificación que caracterizan el género.

También Torres comienza a apuntar ciertos problemas sociales e históricos que afectaron la producción de las telenovelas en Puerto Rico. Por ejemplo, menciona cómo el cambio de horarios de la tarde a la noche se debe al cambio en la situación laboral de las mujeres, quienes muchos ven como el público mayoritario si no exclusivo de las telenovelas. Pero dedica más atención a otro hecho problemático: el dominio de los exiliados cubanos en la producción y actuación de las telenovelas. No cabe duda que en Cuba antes de la Revolución se había desarrollado el género del melodrama radial y televisivo mucho más que en otros países latinoamericanos. (Recordemos a Félix B. Caignet y su inmortal El derecho de nacer.) La influencia de las compañías de publicidad estadounidense que controlaban el mercado cubano antes de 1959 fomentó ese desarrollo. Tras la Revolución llegaron a Puerto Rico productores y actores cubanos que lograron dominar la producción de telenovelas en la Isla. También habían llegado argentinos y españoles, pero, como confirma Torres, el impacto de los cubanos fue determinante y repercutió no sólo en los mecanismos de producción de las telenovelas sino en cuestiones ideológicas que se sintieron aún más allá de la televisión. Este tema no se recoge en una sección aparte del libro sino que está disperso por todo el texto.

Para 1975 las telenovelas boricuas desaparecen y llegan las mexicanas y las venezolanas y las colombianas y las turcas. ¿Por qué mueren nuestras telenovelas? Torres apunta a factores económicos en la producción de las mismas, pero también hay que recalcar el cansancio del público ante tramas predecibles y ante caras ya demasiado conocidas. Las telenovelas de nuestros días parecen romper con la carácter melodramático que la define. Por ello, aunque al final Betty termina con don Armando, las nuevas telenovelas rompen un tanto con su patrón básico, introduce humor y refleja tímidamente las circunstancias sociales. Además desarrollan acciones secundarias que nos sacan de la trama principal. Las nuevas telenovelas juegan, un poco al menos, con el gran patrón del melodrama que siempre reina. En cambio nuestras telenovelas no rompieron con ese patrón y eso también ayudó a su desaparición.

Todavía hay mucho que explorar sobre este fascinante campo. Pero no me cabe duda de que quienes sigan por este camino simplemente tendrán que contar con este libro de Víctor Torres.

 

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