Un cumpleaños que fue un disfraz

Rondan las 8:00 de la noche y ante una gran representación de la clase artística con consciencia social del país, Mari Mari Narváez dirá al micrófono que la realización de la “actividad intelectual” acabada de iniciar era el pretexto para celebrar el sexagésimo noveno aniversario del querido poeta, pintor y exprisionero político, Elizam Escobar.

Todos y todas en el público se reirán de lo que dice Mari Mari. Elizam, ataviado con uno de los sombreros que siempre lo distinguen, también sonreirá. Esa es la magia del arte consciente y de la comunión que propicia entre sus creadores y creadoras: se tornan inseparables la lucha, el arte, la amistad y la celebración de la vida.

Parecería que Escobar prefiere celebrarse con presentaciones de libros que con festejos de cumpleaños. Para complacerlo, coordinarán una actividad en la que la presentación de su Obra Poética será el disfraz de una fiesta de aniversario. El Museo de Arte Contemporáneo en Santurce será el espacio escogido para el lanzamiento del poemario y para cantarle a la vida de este luchador incansable. ¿Por qué no festejar ambas cosas a la vez?, pensaron quienes coordinaron la velada.

Es miércoles, 24 de mayo de 2017 y Escobar agradece sesenta y nueve años de vida. Justo en esta ocasión, agradecen junto a él muchos de sus amigos y amigas, esos que también admiran la gesta patriótica del homenajeado y pueden atestiguar la calidad de persona y de artista que es.

Varias velas encendidas custodian una mesa larga reservada para los camaradas de Elizam que han vivido años tras las rejas por defender la independencia de Puerto Rico. Hace tiempo no se sentaban juntos a la mesa porque faltaba Oscar López Rivera. Y allí estaba repartiendo abrazos con su cuerpo menudito y su mucha ternura luego de la victoria de la unión de pueblo. ¡Gran obsequio para Elizam en sus sesenta y nueve!

De fondo las cuerdas de varios instrumentos suenan. Además, lo hace el piano que toca Tato Santiago. Se escucha “Gracias a la vida”. Canción dos veces extraordinaria: uno por la letra escrita por Violeta Parra; dos porque quien la canta esta vez es Chabela Rodríguez.

Más tarde, declaman poesía Che Meléndez y los jóvenes Alejandro Molina e Isamar Anzalotta. Les sigue en la declamación el propio Elizam. Los versos escogidos para compartirle al público son de su Obra. Luego Elizam también canta. Es feliz. Durante la noche, pasarán por el micrófono Andy Montañez, la alegría de Teófilo Torres con su personaje de Pateco, y las palabras de Cancel Miranda y de Oscar.

En fin, reinó el arte aquella noche en el patio interior del Museo. “La vida no tiene sentido; hay que dárselo. Y el arte sirve para eso”, me expresó una vez Elizam, quien desde que estuvo en prisión practica el arte libertador. No resultaría extraño que los tantos artistas presentes durante esa velada de festividad se hagan eco de esa expresión.

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