Dios, derechas e izquierdas

Especial para En Rojo

Más ahora que antes, uno de los temas en las campanas electorales en nuestros países es sobre si Dios apoya à la derecha o a la izquierda. La historia revela que las Iglesias siempre han condenado toda y cualquiera revolución y eso en nombre de Dios. Ahora, en tiempos de elecciones, algunos obispos y pastores pentecostales y evangélicos, así como también uno u otro sacerdote y obispo católico, hacen todo lo posible para demostrar que Dios ha aceptado ser cable electoral de los candidatos que ellos, pastores, defienden. Además de eso, quieren desmoralizar y demonizar a sus oponentes, a los que llaman indiscriminadamente izquierdistas, sin preocuparse de saber lo qué puede significar eso. Intentan desviar la discusión de los problemas concretos del país y llevar al centro de las campañas electorales el proyecto de mantener la moral sexual vigente y los estándares de la familia tradicional. En el domingo 23 de enero pasado, Renato Cardoso, obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, en São Paulo, declaró públicamente que «un verdadero cristiano no puede ni debe estar de acuerdo con las ideas de la izquierda» y explica: «La izquierda predica contra el matrimonio convencional y destruye la red familiar y quiere salvar al pueblo, utilizando el asistencialismo manipulador» (Cf. Carta Capital, 24/01. 2022).

Cualquier persona con un mínimo de sentido crítico se da cuenta de que estos ministros religiosos hablan de Dios y de la fe, como si fueran dueños de la marca Dios. Como si Dios hubiera firmado un contrato de exclusividad con ellos y sus grupos.

Dios es Misterio y, como afirmaba el místico medieval Maestro Eckhart: «todo lo que se dice de Él revela más sobre la persona que lo dice que sobre Dios«. En el budismo no se menciona a Dios. En las tradiciones de origen africano y de los pueblos nativos, los cultos se hacen à las manifestaciones divinas en la naturaleza. Según la Biblia, la primera recomendación divina en el Sinaí es de no utilizar el nombre de Dios.

A lo largo de la Biblia, hay una pregunta incesante: ¿cómo se sabe si la profecía que alguien anuncia viene realmente de Dios? El apóstol Pablo propone dos criterios como respuesta: 1 – verificar si esa palabra confesa a Jesús como Señor. (Jesús y no la Iglesia). 2º – si su mensaje ayuda a edificar (construir) la comunión de la comunidad (1 Cor 12). Por tanto, discursos que siembran divisiones y crean fake-news vienen de falsos profetas.

La misión de quien es discípulo o discípula de Jesús es continuar la acción del Maestro que, según los Evangelios, no predicó a sí mismo, sino dio testimonio del proyecto de amor y justicia que Dios tiene para el mundo.

Por eso, cuando vean a pastores, obispos, o sacerdotes pactando con gobernantes genocidas o con jueces deshonestos, sepan que esos ministros religiosos son impostores y se merecen lo que afirmaba el cineasta Woody Allen: «Dios debe ser un buen tipo, pero a ciertos amigos suyos no recomendaría a nadie».

El autor es monje benedictino y escritor

 

 

Artículo anteriorHistórica votación al Salón de la Fama ( 1)
Artículo siguienteCrucigrama Mariblanca Sabas Alomá