Gaza: El “Plan de los Generales”: exterminio por hambre y sed bajo la metralla

 

Layla Nassar

 

El asesinato del líder de Hamás, Yahya Sinwar, en Gaza, después de un año de guerra genocida de Israel, no terminará ni con la organización ni con el arraigo de la resistencia palestina. Es un golpe moral, que completa el descabezamiento de la dirección del movimiento, pero difícilmente cambiará nada sobre el terreno ni en el curso de la guerra.

La muerte de Sinwar llega tras el asesinato en Teherán de Ismail Haniye, líder de la oficina política y de Mohamed Deif, jefe militar, además de los principales mandos de las brigadas Ezzedeen al Qassam, el brazo armado del movimiento. Llega tras el asesinato en Beirut del emblemático líder de Hezbollah, Hasan Nasrallah. Israel ha asesinado, encarcelado y torturado a muchos dirigentes palestinos (islamistas, comunistas, nacionalistas), pero no ha acabado con la resistencia ni ha conseguido direcciones más favorables a sus intereses.

No se trata pues de Sinwar o de otro nombre sino de la ocupación israelí de Palestina durante más de un siglo y Hamás designará ahora a un nuevo dirigente. El mensaje de Sinwar y del 7 de octubre era que, contra lo esperado por Israel y sus aliados, el pueblo palestino se rendiría a la ocupación y eso no ha pasado, al contrario, y ello a pesar del espantoso coste humano del genocidio de Gaza, la intensificación de la colonización de Cisjordania o la represión de los palestinos que viven en el territorio de Israel. Hamás escogerá a un nuevo líder que probablemente continuará con la misma política y habrá que ver qué capacidad tiene la organización para recomponerse y evitar un caos interno. Israel puede acabar militarmente con el aparato militar de Hamás pero sabe que las ideas no se matan a golpe de bombas.

Netanyahu ya ha dicho que el asesinato de Sinwar no pone fin a la guerra de Gaza. La ofensiva israelí no pretende sólo la desarticulación militar y política de Hamás y es evidente que tampoco la liberación de los rehenes del 7 de octubre es prioritaria para el gobierno de Netanyahu. Israel pretende una reconfiguración demográfica de la Franja, con el desplazamiento masivo de la población norteña hacia el sur. Algunos sectores que ganan cada vez más peso abogan por una reocupación al menos parcial de Gaza, de donde Israel se había retirado unilateralmente en 2005.

Tras un año de bombardeos indiscriminados sobre Gaza que han matado a decenas de miles de palestinos (muchos más de los 42.000 que se han podido contabilizar en los registros oficiales) Israel se apunta la victoria de la liquidación de Sinwar. Una victoria que refuerza a Netanyahu pero no casa con el relato israelí. Sinwar no estaba atrapado en un túnel rodeado de rehenes como aseguraban los poderosos servicios de inteligencia israelíes que no han logrado infiltrarse en Gaza, sino que le mataron por casualidad, mientras combatía a los ocupantes. Fueron fuentes militares israelíes las que dieron la noticia, que Netanyahu salió horas más tarde a confirmar, sin poder apropiarse personalmente del golpe.

Pese al terrorífico coste humano y la destrucción masiva de la Franja, un nivel de violencia sin precedentes en los cien años de historia de ocupación de Palestina, Israel está lejos de conseguir sus objetivos en Gaza: ni ha desarticulado a Hamás ni tiene a alguien para sustituirle como autoridad en Gaza ni ha liberado a los rehenes. El mismo día que se anunció la eliminación de Sinwar, los familiares de los secuestrados en Gaza emitieron un comunicado desesperado instando a Netanyahu a poner sobre la mesa un acuerdo para su liberación, algo que el gobierno israelí no parece plantearse.

Tampoco la guerra en Líbano está terminando de dar los resultados esperados. Hezbollah, decapitado, sigue lanzando cohetes y misiles a diario sobre el territorio israelí y la lista de soldados israelíes muertos en Líbano no para de crecer, mientras Israel bombardea pueblos y ciudades en todo Líbano, donde ha causado una grave crisis humanitaria.

En este contexto se habla cada día más del llamado «Plan de los Generales», la propuesta de un grupo de exgenerales que habla abiertamente de una limpieza étnica en el norte de Gaza. El plan consiste en someter a sitio el territorio de la Franja al norte del corredor de Netzanim, que Israel abrió al inicio de la guerra y bloquear la entrada de ayuda humanitaria hasta que la población, y con ella los combatientes palestinos, mueran literalmente de hambre.

El plan fue publicado a finales de septiembre por el llamado Foro de Mandos y Soldados en la Reserva, formado por 1.500 oficiales, que ha criticado la estrategia del ejército israelí impuesta hasta ahora en Gaza. El foro está dirigido por Giora Eiland, un general en la reserva que había formado parte del Consejo de Seguridad Nacional israelí y ahora asesora al gobierno. Se le considera un militar de centro-izquierda, que, por ejemplo, apoyó a los reservistas que el año pasado, en el marco de las protestas masivas contra la reforma judicial de Netanyahu, prometieron no unirse a filas si les llamaban, aunque después del 7 de octubre se unieron a las fuerzas de élite para atacar a Gaza y ahora también al Líbano.

Eiland lleva un año abogando por aún más mano dura contra los palestinos de Gaza. Ha defendido la «destrucción total» de la franja, provocar una «severa crisis humanitaria» y favorecer la propagación de epidemias para «romper el espíritu de lucha de Hamás». «Cuando Gaza se muera de hambre, cientos de miles de palestinos estarán enojados y serán los que promoverán un golpe contra Sinwar”, ha declarado. Su estrategia se resume en decir que Israel se ha equivocado empleando sólo la fuerza militar en Gaza y que para acabar con Hamás lo que hace falta es matar de hambre, de sed y de enfermedades a la población civil.

El plan consiste en una primera fase hacer huir a la población del norte de la Franja, como se hizo al principio de la guerra. Pero entonces entre 400.000 y 600.000 palestinos decidieron quedarse o volver al norte cuando comprobaron que el sur tampoco era seguro y que la guerra iba para largo. La segunda fase consiste en convertir el norte de Gaza en una zona militar cerrada donde no entre comida, ni agua ni combustible, y considerar a todo el mundo que se haya quedado como combatientes, con la única opción de «rendirse o morir de hambre». Tras ello, prevén, «podremos entrar en la ciudad de Gaza sin encontrar apenas ningún enemigo».

Coincidiendo con el primer aniversario de los ataques del 7 de octubre, parece que Israel ha puesto en marcha este plan, con la nueva ofensiva en el norte de Gaza. Nuestros compañeros de la Unión Independiente de Comités Obreros Palestinos con los que llevamos meses impulsando una campaña para hacer llegar ayuda a los barrios de Jabalia, que está en el centro de la ofensiva, nos han podido explicar de primera mano cómo los bombardeos aéreos, el sitio, el hambre e incluso como el ejército israelí está utilizando robots que entran en las zonas más pobladas con potentes bombas para causar el máximo de destrucción sin arriesgar las vidas de sus soldados. “Sobreviviremos y nos encontraremos aquí en Gaza y también en Barcelona. Sois camaradas maravillosos y luchadores leales. Envío mis saludos a todos los camaradas y espero que nos encontremos pronto. No importa cuánto genocidio, hambruna, desplazamiento y destrucción cometa la ocupación, seguiremos resistiendo hasta que Palestina sea libre. Somos fuertes con todas las personas libres del mundo, y fuertes con nuestra justa causa.», nos decían en un mensaje que nos pudieron hacer llegar el 11/10/2024.

Expulsar a la población del norte de Gaza y reocuparla, el plan de los ministros de ultraderecha del gobierno de Netanyahu, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, parece que ahora se ha convertido en el plan del gobierno. El bloqueo total de la ayuda humanitaria en el norte de Gaza forzó incluso una protesta formal de EEUU a tres semanas de las elecciones de noviembre, y Tel Aviv respondió con un lavado de cara dejando entrar a un puñado de camiones. El Plan de los Generales parece ser ahora la doctrina oficial.

Desde el 2006 cuando Israel impuso el bloqueo de Gaza, con el apoyo de EEUU y la UE, decimos que la Franja es la mayor prisión al aire libre del mundo, con condiciones de vida imposibles. Ahora puede quedar reducida a mitad del territorio, un territorio reducido a escombros sin hospitales, escuelas, infraestructuras de agua ni cultivos. Sin nada de lo que hace posible la vida. El mundo será un sitio aún mucho peor si esto ocurre, y no sólo para el pueblo palestino. Es hora de multiplicar los esfuerzos levantando la voz y movilizándonos para impedirlo. Mientras siga la resistencia del pueblo palestino es nuestra obligación. Nos va el futuro de todas.

 

Layla Nassar es miembro de Lucha Internacionalista.

 

 

 

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