La Guerra de la Restauración en República Dominicana: entre discursos de identidad y solidaridad

La memoria intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.

Jacques Le Goff

La escritura de la historia es necesaria para mantener la existencia de la memoria colectiva. Es por ello que entendemos que la historiografía es mucho más que escritura, obras históricas y sus autores. Hay algo más en ese espacio creado por los estudiosos de la historia. ¿Qué símbolos y significados quedan manifestados? Una mirada a la historiografía sobre el Caribe es un buen ejemplo de ello. A través de la literatura histórica caribeña nos adentramos a discursos de identidad, libertad y solidaridad. Y sí profundizamos en ello es que, en efecto, el despotismo la opresión, y la discriminación han sido parte también del mismo discurso.

¿Qué nos dice la historiografía acerca de la Guerra de la Restauración en República Dominicana? Precisamente esta semana se cumplen 160 años del suceso que la provocó. Fue en el 1861, un 18 de marzo, cuando tuvo lugar la reincorporación del país caribeño a España, por iniciativa del general Pedro Santana. Luego de esta anexión es que inicia la Guerra de la Restauración en el 1863. Esta revolución se extiende hasta el 1865 y la podemos describir como una de “origen popular” –hombres y mujeres con menos recursos económicos fueron protagonistas en este acontecimiento– y en la que se desarrolló un “lenguaje singular”.

Para algunos historiadores, en la Guerra de la Restauración del pueblo dominicano es que se encuentra la independencia real de la nación y la movilización de todo un pueblo que se resistía a volver a la opresión del antiguo amo imperial. El historiador Roberto Cassá sostiene que “la principal diferencia entre la Restauración y la Independencia nacional es la intervención del pueblo como sujeto activo. Además, que el rompimiento se da con respecto a España”. La participación del pueblo le dio un significado distinto a este acontecimiento; y, sin duda alguna, romper una vez más los vínculos con el antiguo opresor fue un acontecimiento memorable. No obstante, no podemos soslayar que los dominicanos de la época también tenían presente en su memoria el imaginario de un gobierno haitiano injusto. El historiador Moya Pons le sigue el rastro a la relación entre haitianos y dominicanos, y nos lleva hasta la presidencia de Jean Pièrre Boyer, iniciada en el 1818. Bajo el mandato de Boyer es que Haití invade a Santo Domingo en el año de 1822; una ocupación que duraría hasta el 1844.

En lo que a la Guerra de la Restauración se refiere, para Juan Bosch, fue el acontecimiento más sobresaliente de la historia de la nación, a la vez que subraya el desconocimiento de este suceso entre los mismos dominicanos. Según Bosch, “se desconoce el esfuerzo colectivo gigantesco, heroico y las hazañas militares que libraron los hombres y mujeres que participaron en ella”. La incursión del pueblo en el escenario revolucionario es hartamente significativa, puesto que permitió el desarrollo de un “lenguaje de resistencia” y de “solidaridad” en el Caribe. El concepto de “lenguaje de resistencia” es utilizado por la historiadora Anne Eller en su investigación, y a través del “escenario de este lenguaje” que ella relata, nos permite conocer personajes y episodios específicos de la Guerra de la Restauración dominicana. En el artículo “Las ramas del árbol de la libertad: La Guerra de la Restauración en la República Dominicana y Haití” (2015), su autora –Anne Eller– relata la existencia de un hombre, conocido con el nombre de Manuel de Frías –quien era de “cierta edad” y jornalero de la ganadería– y destaca el hecho de que es por medio de este personaje que se esparce el “rumor” del restablecimiento de la esclavitud y como, eventualmente, esto desencadenó una serie de sucesos que redundarían en el “efecto revolucionario”. También Eller pone de relieve el rol protagónico de las mujeres dominicanas en este escenario de guerra. En palabras de Eller, “las declaraciones de múltiples juicios revelan que a menudo eran mujeres quienes difundían las noticias de la próxima insurrección; iban de casa en casa […] llamando a sus vecinos a huir al campo”.

La imagen de un pueblo con un rol protagónico en la guerra ha permeado en los discursos de varios historiadores, escenario que ha promovido, a su vez, el desarrollo de relatos dirigidos a la presencia evidente de una identidad propiamente dominicana. Otras interpretaciones que nos interesa poner de relieve son las de los historiadores Emilio Cordero Michel y Francisco Antonio Avelino. El primero se refiere a este suceso como “un verdadero proceso revolucionario de origen popular que marcadamente reunió objetivos de liberación nacional, sociales y raciales en la más hermosa gesta del siglo XIX”. Por su parte, Antonio Avelino argumenta que: “la Guerra de la Restauración fue el inicio del final procesal de la concepción colectiva de la identidad nacional como llegaron a sentirla e imaginaron su onticidad los dominicanos de la segunda mitad del siglo XIX y el siglo XX”.

Más allá del significado que tenga esta Guerra en el territorio dominicano y haitiano mismo, también se ha destacado en la historiografía la importancia de la misma en las islas de Cuba y Puerto Rico. Tanto Emilio Cordero Michel como Francisco Antonio Avelino argumentaron al respecto. Según Antonio Avelino, “la Guerra de la Restauración fue el incentivo psicológico y el modelo de estrategia militar de la guerra de la independencia de Cuba. […] Los puertorriqueños también iniciaron en Lares su primer movimiento independentista”; y, en esa misma línea argumentativa, Cordero Michel arguye que “sirvió de ejemplo a los pueblos colonizados de Cuba y Puerto Rico, en especial al primero, que inició su guerra de independencia en 1868 usando las tácticas restauradoras”. Por su parte, también Anne Eller expresa la “importancia antillana de la época”. En lo que concierne a Cuba y Puerto Rico, la historiadora resalta que, tres años después, la rebelión llegaría a estos territorios que todavía eran colonia de España; y, además, hace mención del origen de la “bandera rebelde” de Lares que, según ella, fue diseñada por el líder dominicano Gregorio Luperón.

Las ideas relacionadas a una unión de las Antillas se encuentran documentada en una parte de la historiografía caribeña. Betances y Hostos se expresaron en torno a este ideario. En lo que a ello respecta, el historiador Cordero Michel propone que este panantillanismo, o plan de la confederación, surge en enero de 1864 de los hombres de la Restauración –entre los que menciona a Pedro Francisco Bonó, Ulises Francisco Espaillat, Gregorio Luperón, y otros–, quienes fueron los que “lanzaron la idea de la unidad insular dominico-haitiana, primero, y de las Antillas, después”.

Por último, en lo que concierne a la idea de unión de las Antillas, entendemos que fue medular en los discursos que se fueron desarrollando en el período de la Guerra Restauradora. A nuestro juicio, el tema del plan de confederación para las Antillas ha sido “metódicamente” trabajado por los historiadores que hemos estudiado. El asunto de que si surge de algún punto en específico del Caribe es, quizá, de escasa relevancia aquí. No obstante, queremos traer al panorama, ya en las postrimerías de este escrito, que estudiosos de la escritura histórica y literaria de Puerto Rico y el Caribe han observado ideas de la confederación antillana, en La peregrinación de Bayoán de Hostos; una obra que se publicó en la Metrópoli en el año 1863, lo que coincide con el año en que estalla la Guerra de la Restauración, y en ella se hace alusión del suceso: “tú también me entristeces, ciudad funesta a América. El tiempo castiga los crímenes que el hombre olvida, y tú estás Santo Domingo, castigada por el tiempo”.

Nuestro escrito es apenas el inicio de una investigación en torno al tema de los discursos de identidad, solidaridad y libertad en el Caribe. Todavía nos queda mucho por investigar. Sin embargo, estos “primeros pasos” nos han permitido acercarnos a una memoria colectiva propiamente caribeña. La Guerra de la Restauración es precisamente eso. Estamos hablando que trasciende al territorio dominicano y une a otros países de la región. Puerto Rico es parte de esas memorias. Esperamos que “la memoria colectiva caribeña” –los discursos de identidad, solidaridad y libertad– permanezcan en el alma de nuestro pueblo, y algún día “procuremos”, como nación, estar alineados al pensamiento de Jacques Le Goff que compartimos al inicio del presente artículo.

Bibliografía:

Acevedo Marrero, Ramón Luis. Antología crítica de la literatura puertorriqueña. San Juan, Puerto Rico: Editorial Cultural, 2007.

Avelino, Francisco A. “Reflexiones sobre la Guerra de la Restauración”, Clío, Año 70. No. 164. Santo Domingo, junio-diciembre 2002. 

Bedia Pulido, José Antonio. Hostos y Martí: Antillanismo Liberador. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Martianos, 2013.

Bosch, Juan. Guerra de la Restauración. Santo Domingo, República Dominicana: Secretaría de Formación Política, 1996.

Cassá, Roberto. Historia social y económica de la República Dominicana, Tomo I. Santo Domingo, República Dominicana, 2003.

Cordero Michel, Emilio. “Características de la Guerra Restauradora, 1863-1865”. Clío, Año 70. No. 164. Santo Domingo, junio-diciembre 2002.

________________. “República Dominicana, cuna del antillanismo”, Clío, Año 71. No. 165. Santo Domingo, enero-junio 2003.

Córdova Iturregui, Félix. “Bayoán frente a Madrid: Reflexiones sobre La Peregrinación”. Memoria: Simposio Pertinencia del Pensamiento de Eugenio María de Hostos en el siglo XXI. Río Piedras, Puerto Rico: Publicaciones Gaviota, 2011.

Eller, Anne. “Las ramas del Árbol de la Libertad: la Guerra de la Restauración en la República Dominicana y Haití”. Caribbean Studies. Vol. 43, No. 1 (enero - junio 2015).

Hoetink, Harry. El pueblo dominicano, 1850-1900: apuntes para su sociología histórica. Santiago, República Dominicana: Universidad Católica Madre y Maestra, 1985.

Hostos y Bonilla, Eugenio María de. La peregrinación de Bayoán. San Juan, Puerto Rico: Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2001.

Moya Pons, Frank. Historia del Caribe: Azúcar y plantaciones en el mundo atlántico. Tercera edición en español. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Búho y Librería La Trinitaria, 2017.

San Miguel, Pedro L. La isla imaginada: Historia, identidad y utopía en La Española. Segunda edición revisada. San Juan y Santo Domingo: Editorial Isla Negra y Editora Manatí, 2007.
Artículo anteriorCrucigrama: Wichie Torres
Artículo siguiente“Eddie Ferraioli: entre haikus y mosaikus”