La humanidad de los mundos animados: Reseña de Lightyear y Marcel the Shell with Shoes On

 

Especial para En Rojo

 

El cine nos enfrenta a realidades inventadas por una gran comunidad de artistas y técnicos. Este grupo de creadores siempre me recordará a la sociedad secreta de artistas, científicos y escritores que Adrian Veidt, alias Ozymandias, reúne en una isla remota para planificar el final del mundo en la novela gráfica Watchmen (texto de Alan Moore, arte de Dave Gibbons, 1986-87). No descarto esta posibilidad en otras artes. Sin embargo, el cine nos deja ver esas realidades alternas en movimiento a través de una ventana. A pesar de que observar desde afuera algún evento implica cierta desconexión, el cine nos provoca empatía llevándonos a sentir y hasta a experimentar la acción proyectada en la pantalla. Inclusive, la animación nos aleja mucho más todavía de nuestra realidad sin restarle al impacto emocional de sus historias y personajes.

En la serie animada de HBO Max, Primal (dir. Genndy Tartakovsky, EEUU, 2019- ), que se lleva a cabo en una prehistoria llena de elementos de fantasía, el protagonista neandertal lucha por sobrevivir junto a un tiranosaurio. Su alianza es una basada en necesidad y en la urgencia por compañía. En el tercer episodio, el protagonista y el tiranosaurio pelean contra un mamut. Este es el más viejo y débil de la manada. Su lento caminar lo separa del grupo y lo lleva a la emboscada. Guiados por el hambre, el neandertal y el tiranosaurio comienzan su ataque. El viejo mamut no puede contra ellos y cae con las fauces del tiranosaurio apretándole el cuello. Justo cuando el neandertal levanta una roca para darle el golpe de muerte al mamut, el cazador titubea. En el ojo de la criatura, el rudo neandertal visualiza el final de una vida, la muerte de su propia familia y el inevitable ciclo que lo llevará a matar otra vez. Todo esto ocurre sin una línea de diálogo. Sentimos la tragedia de los cazadores y su presa gracias a una gramática visual que vincula la emoción de un mundo salvaje a un espectador que la experimenta desde las comodidades del no menos brutal siglo veintiuno. Esta serie de emociones complejas es precisamente lo que esperaba en la más reciente película animada de Pixar, Lightyear (dir. Angus MacLane, EEUU, 2022). Tal como a Juan Comodoro en la canción de Facundo Cabral, “buscando agua [encontré] petróleo, pero [me morí] de sed.”

Lightyear sale de la serie de películas de Toy Story, donde los juguetes pasan por una serie de aventuras mientras conviven en el cuarto de Andy, el niño que juega con ellos. En la sólida Toy Story 3 (dir. Lee Unkrich, EEUU, 2010), los juguetes se dan cuenta que Andy ya los ha dejado atrás porque se ha convertido en un adulto. La película es un glorioso viaje emocional que culmina con el final de la infancia de Andy. Buzz Lightyear, el hombre del espacio, está entre los juguetes favoritos del niño. Es inevitable esperar que Lightyear tenga una sensibilidad fantástica, especialmente cuando el tráiler usa la canción “Starman” de David Bowie prometiendo un viaje galáctico nostálgico con algo de profundidad. Sin embargo, Lightyear nunca alcanza los logros de las películas previas. La animación es maravillosa y triunfa en representar un mundo que combina la tecnología de ciencia ficción con la cualidad manual de los mecanismos de juguetes. No obstante, con todas las posibilidades que tenían con una historia donde Lightyear se encuentra varado en un planeta desconocido con un grupo de exploradores, la película se enfoca en una acción simplista y vacua. En Primal, la acción devela las complejidades de un mundo inhóspito y desarrolla sus personajes sin diálogo alguno. En Lightyear, el protagonista atiborra la escena de su constante narración para su bitácora imaginada mientras este se resiste a interactuar con un mundo bello que permanece inexplorado. Por otro lado, Marcel the Shell with Shoes On (Dir. Dean Fleischer-Camp, EEUU, 2022) retrata nuestra realidad como una llena de fantasías y problemas en la que el pequeño Marcel valientemente se aventura para encontrar a su familia.

En Marcel the Shell with Shoes On, un caracol con un solo ojo y tenis anaranjados vive en nuestra propia realidad, retratada sin efectos de animación. La película altera nuestra cotidianeidad de discusiones de pareja y programas noticiosos con el viaje de un caracol animado en busca de su comunidad. ¿Pero cómo encontrar a los suyos en un mundo tan amplio? Este es el mayor desafío del pequeño Marcel, que con la ayuda de Dean (actuado por el mismo director) usa las redes sociales y el Internet para dar a conocer su misión. El uso de las voces en la película trasciende el diálogo y nos adentra en la poesía de cada personaje. Así como la voz de Jenny Slate, reconocida por su trabajo en Saturday Night Live, llena a Marcel de una vulnerabilidad contagiosa y una valentía que lo enfrentará a un mundo sin límites; la voz de Isabella Rosellini en el rol de Connie, la abuela de Marcel, manifiesta el calor de un abrazo y un timbre que evoca el apacible fluir del agua entre las piedras. Marcel carece del salvaje instinto de supervivencia del neandertal y el tiranosaurio de Primal. A pesar de estas diferencias, ambos textos nos llevan a considerar nuestra compleja realidad desde diferentes puntos de vista y nos recuerdan que la vida es un constante correr hacia los nuestros.

Lightyear es un entretenido viaje por una de las atracciones azucaradas de Disney World. Esta la pueden encontrar en su sala de cine comercial más cercana. Aunque es probable que Marcel the Shell with Shoes On nunca se exhiba en las pantallas grandes de la isla, no dejen de buscarla. La inocencia y la dignidad de Marcel los llenará de esperanza. De esta manera, el caracolito animado nos enseña a ser humanos.

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