Las máscaras ibéricas pre-cristianas, parte III

 

Especial para En Rojo

Trasfondo

El pie forzado de este ensayo ha sido la posible relación pasada y actual entre las máscaras ibéricas precristianas (Portugal y España) y los Vejigantes de Puerto Rico. ¿Hay, como han sugerido estudios hispanófilos, incluyendo el trabajo fundacional de Ricardo Alegría, una herencia ibérica derivada de los juglares, payasos festivos, diablitos y Caretos? – tal vez lo que describe Cervantes: “llegase uno de la compañía que venía vestido de bojiganga, con muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tres vejigas de vacas hinchadas; en cual moharracho, llegándose a don Quijote, comenzó a esgrimir el palo y a sacudir el suelo con las vejigas y a dar saltos, sonando los cascabeles . . . (“Don Quijote”, II, xi, 627).

El contexto de la novela indica que este “bojiganga” –lo que parece convertirse en “bejigante” en el léxico puertorriqueño en 1747 (Alegría, 1954; Harris, 2001)—es parte de una tropa rodante de actores que asumen estos papeles de fiesta en fiesta. Esto es un poco diferente que fiestas oriundas de un lugar y da la impresión de un grado de especialización, si no profesionalismo en la actuación—lo que sabemos que sí fue el caso en el teatro español de la época.

La segunda parte de Don Quijote se publicó en 1615, pero ya para el 1591, Shakespeare describe un “mummer” –traducción de bojiganga al inglés—muy similar como un “wild Morisco/Shaking . . . his bells” en “Enrique VI”, parte II, 3.1. ¿Sería este bailarín “Morisico”/”mummer”/”Morris”/”Moorish” igual al “bojiganga”, a los Caretos ibéricos, a los eventuales “bejigantes” del siglo 18 en Puerto Rico? Lo que tanto Cervantes como Shakespeare describen son formas precristianas sobrevivientes en una Europa ya cristiana, ya convertida a través de varios siglos de proselitismo activo y militante. Sin embargo, no mencionan máscaras.

Sin duda, hay una impresión táctil y visual inmediata de similitudes entre los Caretos ibéricos y los Vejigantes puertorriqueños. Fui a los pueblos al noreste de Portugal en diciembre 2018 y febrero-marzo de 2022 para explorar esta supuesta herencia e investigar cómo se traduce en las prácticas y los artefactos concretos actuales de tres elementos fundacionales: máscaras, vestuarios y desfiles.

Los Caretos de Varge, Ousilhão y Podence en Bragança y de Lazarim en Viseu en Portugal y el Zangarrón de Sanzoles en Zamora en España, son parte de la cultura celta que cubría grandes espacios geográficos de Europa y precedía la hegemonía católica del siglo 10 en adelante. Por eso, hay tanta insistencia en la literatura sobre los Caretos en la nomenclatura de “máscaras precristianas”, precisamente porque esto significa pre-europeas no en términos geográficos, sino como la idea de “la civilización europea” que va formándose con la expansión teológica y política de la iglesia católica y conversión de casi toda la población continental.

Desde las Cruzadas, y ciertamente desde Marco Polo en adelante, emerge esa noción eurocéntrica de la exclusividad –que incluye la construcción de superioridad blanca—de los estados imperiales de la “civilización occidental”. La creatividad “precristiana” tiende a socavar esa construcción restrictiva y devolvernos a una mayor fluidez cultural en que las culturas de Europa, África, el Medio Oriente y hasta Asia intercambiaban e influyeron con mayor facilidad.

Esto es lo que Graeber y Wengrow (“The Dawn of Everything”, 2021: 239-244) describen como “zonas culturales” mesolíticas que cubrían e intersectaban de manera intercontinental. Las formas y tecnologías de cosechar y cocinar, de vestir y bailar, de cazar y casarse, de crear herramientas y artefactos, de celebrar y tocar música y hasta de festejar y representarse no eran exclusivas. Nómadamente, cruzaron fronteras geográficas, lingüísticas, étnicas y religiosas compartiendo su conocimiento cultural.

Este intercambio no cesó con el desarrollo de la agricultura y el establecimiento de ciudades. La influencia cultural africana visitó a Europa antes y a través de Egipto, Grecia, Roma y la ocupación islámica. Existía una riqueza cultural precristiana de influencias intercontinentales o universales que incluía fiestas de máscaras, vestuarios y desfiles.

Entonces vemos la inversión de lo que normalmente asumimos: como un acto de proselitismo, la iglesia intentó domesticar –catolizar—las fiestas y otras manifestaciones culturales “paganas” de las poblaciones “bárbaras” para poder entender y controlarlas. Incorporaron lo que no pudieron eliminar y el calendario católico reemplazaba el que había existido anteriormente. Entre otras cosas, fue un ensayo para lo que pasaría con las manifestaciones culturales originarias y africanas en el Caribe y las Américas después de 1492.

El cuento se complica más por que ya había una población africana en España antes de 1492 como resultado de la exploración portuguesa y española de la costa oeste del continente desde los 1430. Por eso, llegaron ladinos africanos como esclavos, marineros y soldados a Puerto Rico y Santo Domingo con Colón y Ponce de León y para el 1520, africanos esclavizados ya habían llegado de África.

Actualidad de las máscaras

Al concluir la primera parte (En Rojo, 21 abril 2022) de este ensayo sobre las fiestas invernales navideñas que documenté en diciembre de 2018 en Bragança, Portugal, escribí: “Estas fiestas mantienen su estructura y estilo año tras año. El mundo alrededor puede cambiar dramáticamente, pero los elementos básicos de festejar con máscaras, vestuarios, procesiones y música tradicional de gaita, tambor y bombo sigue su propio ritmo. Es un día en que los habitantes, y quizás especialmente los Caretos, pueden mirar atrás hacia los ancestros que ocuparon estos mismos espacios hace más de dos mil años. Con suerte, por compartir el espacio, podemos mirar hacia atrás con ellos”.

Esta cita también sirve como una definición metafórica del término yoruba egungun, que refiere a los ritos, fiestas, celebraciones y actuaciones que llaman con sus máscaras, vestuarios, bailes, música y comidas a los ancestros –los sin cuerpos– para que regresen, vivan y gocen temporeramente a través de los cuerpos y acciones de los vivos. Utilizar egungun para describir fiestas precristianas ibéricas lo saca de su contexto africano para verlo como una manera de experimentar nuestra memoria generacional, ubicar nuestra identidad en el presente y proyectarla hacia el futuro.

Con ajustes menores, se podría escribir casi lo mismo sobre las fiestas de Santiago Apóstol de Loíza. Hace dos mil años atrás los espacios eran africanos y no puertorriqueños, y trasladar los participantes al espacio nuevo de Puerto Rico añade elementos que complican, pero no cambian la naturaleza del proceso. Las fiestas de Loíza, y del Caribe en general, son doblemente africanas: por vía directa a través de los africanos –esclavizados y no esclavizados– que llegaron a Puerto Rico del siglo 16 en adelante y por Europa y la formación de fiestas y tradiciones milenarias precristianas que cubría África, Egipto y Medio Oriente, Grecia, Europa Central, Italia, la península ibérica, Europa Atlántica y hasta Inglaterra e Irlanda.

Fotos: Lowell Fiet

La tradición de fiestas que trajeron los españoles a Puerto Rico –si así fuera el caso—ya era familiar a los recién llegados africanos. No tenían solamente una predisposición natural, sino que llevaban consigo la memoria cultural africana y a la vez universal de máscaras, fiestas, desfiles y música. En otras palabras, los Caretos caribeños que los españoles querían llamar Vejigantes ya existían antes y bajo otros nombres en las tradiciones vivas de la población africana que llegó a Puerto Rico al lado de los españoles. No hubo amnesia cultural ni una pérdida de su historia. Asumir los santos y días sagrados católicos fue su manera de resiliencia y sobrevivencia política dentro del ambiente hostil y explotador del siglo 16.

Creer en una raíz ibérica tiene una historia en las aproximaciones académicas y populares a las fiestas de Santiago Apóstol de Loíza, pero es una visión no solamente limitada y parcial, sino ignora lo más fundamental de lo que relaciona las fiestas y máscaras ibéricas y sus contrapartes puertorriqueñas: las características universales que subyacen las artes populares de ambas zonas.

Lo que vi en las fiestas invernales de Portugal y España representan una mezcla de similitudes y diferencias. Por ejemplo, las máscaras talladas de madera son similares a otras máscaras europeas y africanas, pero las máscaras de Puerto Rico están talladas de los cascos de coco. No vi ninguna máscara de tela metálica (“wire screen”), aunque estas máscaras, originalmente de Austria y casi universales en el Caribe y América Latina, llegaron aquí en el siglo 19 a través de Madrid. Según el pueblo de las fiestas, las máscaras ibéricas similares a las de los Caballeros están hechas de planchas de metal liviana pero también de cuero y en tiempos anteriores de corcho y madera. Además, el personaje del Caballero no existe como tal y la máscara de metal-cuero corresponde al Careto-diablito universal, como lo son todos.

Existen Locas y otros personajes femeninos, pero este personaje trasvestido es otra característica de fiestas africanas y universales y no exclusivo a Puerto Rico y el Caribe. No hay equivalente en Puerto Rico a la careta grande que los Caretos utilizan en procesión. Muchos de los Caretos caminan con palos, pero no noté ninguna vejiga actualmente en uso. Los personajes de las fiestas de carnaval del pueblo de Lazarim, que geográficamente queda más céntrico, muestran una talla de madera y vestuarios más afín a las fiestas invernales de Italia, Austria y la península balcánica. Sus vestuarios de fibras naturales también parecen más vestuarios de esas regiones y de África y no de los otros pueblos o de Puerto Rico. La lista sigue ad infinitum.

Mantener la memoria

La Diputación de Zamora, España y la Cámara Municipal de Bragança, Portugal han creado un proyecto conjunto que incluye el establecimiento del impresionante Museo Ibérico de la Máscara y del Traje en el sector antiguo de la ciudad de Bragança y un catálogo explicativo que detalle casi cada fiesta invernal de máscaras de España y Portugal.

No obstante, yo estaba más impresionado por los museos locales: la esquina de la casa del pueblo de Aveleda y su récord local que incluía una variedad de materiales de máscaras y la única vejiga que vi mientras estaba allá. El Centro Cultural de Vinhais, además de una biblioteca de recursos sobre las fiestas, privilegiaba una exposición extraordinaria de máscaras de madera. El pequeño y recién inaugurado museo del Zangarrón de Sanzoles de Zamora, España recrea una tradición centenaria en un ambiente contemporáneo.

En febrero-marzo 2022 visité el Centro Interpretativo de la Máscara Ibérica de Lazarim. Es de dos pisos de salas de exposición y actividades de taller. También escribí (parte II de este ensayo) sobre la “Casa do Careto” de Podence, un museo de un piso establecido en 2009 con varias salas de exposición dedicadas a los Caretos y su historia. La UNESCO declaró el Carnaval de Podence Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 12 de diciembre de 2019. Son museos oficiales con plantas físicas, personal y facilidades y colecciones permanentes en pueblos de 250 a 700 personas y son un reflejo de un profundo sentido de orgullo e identidad cultural.

El centro cultural de Loíza, en una esquina de la plaza frente a la entrada a la iglesia, no tiene recursos ni exposiciones similares. La recién inaugurada sala de exposiciones del parque de la Cueva María de la Cruz ofrece, en parte, una facilidad con la capacidad de hospedar una colección permanente, pero no ha sido posible mantenerlo como el espacio continuamente abierto y activo. El también recién inaugurado (9 de octubre de 2021) Casa Museo del Vejigante Miguel Ángel Pérez Santiago en Playa de Ponce representa un paso mayor en la dirección de crear un espacio similar de orgullo artístico y cultural para los Vejigantes de Puerto Rico y como una manera de mirar atrás a través de 500 años de colonialismo y desde allá siglos atrás hacia sus ancestros africanos y universales.

Una manera de concluir

En Puerto Rico, la iglesia y gobierno colonial intentaron controlar las maneras de festejar –que incluyeron el uso de máscaras—de la población africana por imponer el calendario sagrado de los santos católicos. Los afropuertorriqueños los aceptaron como una fachada en un proceso de innovar, reinventar y crear nuevas fiestas y nuevos personajes africanos.

 ¿Cómo preservar y adelantar las identidades, creencias y prácticas saludables de los ancestros para resistir la presencia e intervención continua colonial que ha durado durante más de 500 años? Como los tambores y otros instrumentos de percusión, viento y cuerdas, como la bomba y otras formas musicales de ritmo, movimiento y baile, las máscaras, vestuarios y desfiles son formas de expresión creativa precristianas y responden a la naturaleza e inteligencia humana. Responder a celebraciones o calendarios religiosos –la fiesta de San Esteban o Carnaval o las fiestas de Santiago Apóstol—es un aspecto secundario y variable. En efecto, cambian el color pero no el olor ni los pétalos de la rosa.

 

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