Amistad social y mística bolivariana

 

 

Especial para En Rojo

En Brasil, en el pasado domingo 25 de febrero, más de cien mil personas se congregaron en la calle más importante de São Paulo, encabezadas por los apóstoles del discurso del odio y de la violencia en Brasil. En esta manifestación, personas que, en enero de 2023, habían participado en actos ilegales y han invadido y provocado destrucción en el Congreso Nacional y en las oficinas del gobierno y del poder judiciario, exigían amnistía para sus crímenes. Invocaron la democracia para tener derecho a destruirla. Cuando les conviene, utilizan la defensa de la democracia, pero no para los pueblos indígenas, no para las comunidades afrodescendientes, no para las minorías sexuales. Están en contra de la igualdad entre hombres y mujeres y no aceptan la diversidad de género.

Todos los estudios sociales muestran que las desigualdades sociales han empeorado en todo el mundo y también en nuestro continente. En Brasil, apenas unas pocas familias tienen una renta equivalente a casi la mitad de la población brasileña.

Cada día está más claro que la democracia social y política no es posible sin democracia económica y sin cambiar la actual forma de organizar el mundo, que genera hambre y miseria para millones de seres humanos y la progresiva destrucción de la vida en el planeta Tierra. Independientemente de cualquier afiliación religiosa o política, es urgente escuchar lo que ha dicho el Papa Francisco: «En el mundo de hoy, o nos salvamos todos, o nadie podrá salvarse.»

En Brasil, en toda Latinoamérica y en el Caribe, sin duda, la mayoría de las personas que están a favor de la barbarie dicen ser cristianos y desean que nuestros países sean regidos no por una Constitución laica, sino por la Biblia, leída fanáticamente y privilegiando textos culturales que hoy la humanidad más crítica y civilizada no puede, en conciencia, aceptar.

Qué insulto al Dios de Jesús que es un Padre misericordioso y, como canta María, «derriba a los poderosos de sus tronos y levanta a los pequeños. Enriquece a los hambrientos y despide a los ricos sin nada».

Como enseñaba el reformador Martín Lutero: «Dios prefiere la blasfemia y el insulto de quien es justo a la alabanza y el favor de quien comete injusticia».

En estos días, en toda nuestra América, la patria grande, los grupos y personas amantes de la justicia ecosocial y de la Vida, recuerdan la grande figura del presidente Hugo Chávez que partió de ese mundo en el 5 de marzo de 2013. El actualizó para nosotros la herencia del liberador Simón Bolívar y nos ensenó que la verdadera Política solo si puede hacer con Amor.

En estos días de Cuaresma, en Brasil, la conferencia de los obispos católicos propone como programa de Pascua para este año que intensifiquemos entre nosotros y el mundo lo que el Papa Francisco llama de «amistad social» y que corresponde a esa dimensión social y política del amor. Esto significa responder à la propaganda del odio y la violencia a través de una cultura de diálogo y colaboración entre las personas.

En 1943, en un campo de concentración, mientras esperaba la muerte, la joven mística judía Etty Hillesun escribió en su diario: «Los nazis pueden hacer con nosotros muchos males, pero no pueden hacernos odiar. No tienen ese poder. Sólo nosotros, y no podemos ni debemos caer en su trampa. Pueden robarnos todo menos nuestra humanidad», es decir, nuestra capacidad de amar y dialogar. Esa es la mística bolivariana que Che Guevara definía como luchar sin perder la ternura.

 

 

 

 

 

 

 

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