De chinas, botellas y Diego Salcedo

 

 

 

Dicen que la primera baja en las guerras es la verdad, porque tan pronto comienzan los disparos, las partes en el conflicto comienzan a mentir no solamente para justificar la violencia, pero también para mantener a sus huestes entusiasmadas en la lucha a su favor. Pero eso no ocurre en las guerras nada más. Ocurre en la economía y en las relaciones sociales, en particular en aquellas sociedades en las que el objetivo por ganar más y más bienes y riquezas es lo primordial. Se miente a través de los medios de comunicación para tratar de demostrar que un producto es mejor que otro haciendo representaciones sobre la calidad que rara vez un consumidor puede probar. Lo mismo ocurre no solamente con la venta de bienes, pero también con la venta de servicios, y con el paso del tiempo, la mentira se ha ido normalizando, quedando los consumidores y los ciudadanos resignados con las lamentaciones de lo poco que se puede hacer. Pero hay un mundo en el cual la mentira está institucionalizada. Así ha sido a lo largo de la historia ante la competencia de castas, elites y políticos por conquistar el poder, el mal concebido prestigio y la mala adquirida honra de ocupar una posición de liderato gubernamental.

En Puerto Rico se miente sin temor o vergüenza y descaradamente, no solamente durante las campañas electorales, pero a lo largo del cuatrienio. Eso ha sido así desde hace más de cien años y mientras eso ocurre, casi toda la gente se hunde en un mayor cinismo, con mayor resignación o con una gran indiferencia mirando para el otro lado por la conclusión de que esa realidad no cuenta con remedio alguno. Solo basta con poder sobrevivir día a día contando con un plato de comida, algún medio de transportación, ropa y una cama para dormir.

Sin lugar a dudas el contrato del gobierno de Puerto Rico con LUMA, no solamente ha sido un fiasco por la pobre calidad del servicio y la manera en que la élite gubernamental le ha entregado sin costo alguno ese servicio esencial y sin reserva, exigencia o supervisión alguna a unos intereses privados foráneos. Es además otra muestra de cómo las privatizaciones se han convertido en negocios redondos para el sector privado porque después de la firma del contrato, no solamente se convierten los servicios esenciales en mercancías para ganar dinero indiscriminadamente, pero también en mecanismos de política pública para socializanr las pérdidas distribuyendo el costo de las mismas entre toda la población de forma regresiva puesto que a los ricos y acaudalados poco les cuesta, y porque después de todo, en el sector privado todo se hace mejor.

Volviendo a las mentiras, no obstante los aguajes desde la campaña electoral de que el contrato habría de ser revisado, de que la compañía iba a ser no solamente supervisada, pero además fiscalizada, y ahora de que se estaba acabando la paciencia con la calidad del servicio etc…, el subadministrador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi Urrutia, porque después de la imposición de la Junta de Control Fiscal tiene que pedir permiso antes de hacer cualquier cosa, ha ido mostrando lo que hay detrás de su máscara. Ni revisa por sí ni a través de sus subalternos, ni fiscaliza por sí ni a través de sus subalternos, y sus tímidas macharranerías de falta de paciencia, son un conjunto de aguajes e hipocresías. Y no está solo en el desempeño de esa conducta, puesto que él es solamente el actor de turno de nuestra tele novela del momento, puesto que así lo han hecho con sus estilos particulares los que vinieron antes que él, junto a su coro de seguidores legislativos, municipales, burocráticos y contratistas, para vivir del cuento. Todos ellos y ellas y quienes aspiran detrás de él, viven siempre con el temor del peligro de perder las mamaderas con las que se alimentan y con el propósito de jamás ofender al dueño del circo en el que viven. Ante los medios de comunicación y la ciudadanía sacan pecho por sus causas, critican a la Junta, se quejan de la colonia … pero ¿cuántos de ellos han cogido un macanazo o han pasado un día en la cárcel por la anexión, por el desarrollo del ELA, por la libre asociación?

Como una muestra de una de las mentiras desvergonzadas y dentro del contexto de su abierto apoyo al contrato de LUMA, en una reciente nota periodística aparece el señor gobernador hablando de la gran labor para restituir el servicio eléctrico después del paso del Huracán Fiona. Con este ejemplo vemos como su habilidad para decir mentiras es tan pobre como la cara plástica con la que se dirige al público, que en un juego de barajas, en menos de una hora perdería hasta la corbata. El 27 de septiembre de 2022 el periódico Metro reportó unas declaraciones del gobernador en las que expresó que tras el paso de Fiona por Puerto Rico nunca antes “[e]n 34 años se había restablecido el servicio eléctrico tan rápidamente”. Tratemos de comprender esa aseveración de una persona que tuvo el privilegio de estudiar y de graduarse de una de las prestigiosas escuelas privadas del área Metropolitana, el Colegio Maristas de Guaynabo. Después hizo su bachillerato en la Universidad de Tulane en el estado de Louisiana y se graduó de derecho de la Universidad George Washington en la ciudad de Washington D.C. Debemos suponer entonces que es una persona inteligente y bien educada, que debe tener sentido común y debe además saber cómo hacer comparaciones. Además, con su educación universitaria ha llegado a ser abogado en un prestigioso bufete en Puerto Rico, ha sido Secretario de Justicia, Comisionado Residente en Washington DC y ahora gobernador de Puerto Rico, experiencia profesional tras la que debe saber que tiene la responsabilidad de decir la verdad.

Fiona fue un huracán que como tal pasó por la parte suroeste de Puerto Rico, es decir, Cabo Rojo y pueblos limítrofes y de camino hacia el noroeste por el litoral de la costa oeste del país. Al entrar a Puerto Rico su fuerza mayor fue la de un huracán categoría 1 que no tuvo consecuencias de destrucción grave en la mayor parte del país, y en particular en la zona norte y este, siendo para la gran parte de Puerto Rico un evento de mucha lluvia.

Al 27 de septiembre, fecha del reportaje, Pierluisi declara que se está restableciendo el servicio con mayor agilidad y mayor premura que en todos los huracanes que nos han impactado desde el 1988. ¿De qué huracanes que pasaron por Puerto Rico desde 1988 habla el gobernador? Ciertamente no estaba hablando del Huracán Hugo que llegó el 18 de septiembre de 1989 como un huracán de categoría 3 al pasar por Puerto Rico, causando estragos mucho mayores que Fiona, privando a grandes sectores del país del servicio eléctrico por mucho más que dos semanas. No puede haberse referido a Marilyn que llegó como tormenta tropical el 16 de septiembre de 1995. Tampoco puede haberse referido a Hortensia que llegó en el mes de septiembre de 1996 como huracán categoría 1 y cuyos mayores estragos fueron causados por la intensa lluvia que cayó. De modo que Hortensia tampoco es comparable. Después sufrimos la llegada de Georges el 21 de septiembre de 1998 como huracán categoría 1 que causó grandes estragos y la pérdida del servicio eléctrico en partes del país por mucho más de dos semanas. Finalmente y antes de que Fiona llegara, no olvidamos el 20 de septiembre de 2017 y el paso del Huracán María como huracán de categoría 4, y las consecuencias del mismo para todo Puerto Rico por las muertes, los daños a la propiedad pública y privada y la pérdida del sistema eléctrico para grandes sectores del país por meses. ¿Con qué evento huracanado está entonces el gobernador comparando a Fiona y la gran labor alegadamente llevada a cabo por LUMA para restablecer el sistema eléctrico en el país en tiempo récord? ¿Aprendió alguna vez que no se puede comparar chinas con botellas, o dentro de la fantasía que vive en el palacio en el que come y duerme, el Palacio de Santa Catalina mejor conocido como La Fortaleza, vive de delirios, o a sabiendas miente porque piensa que por ser quien es y el puesto que ocupa la gente le va a creer?

Hay una leyenda que data de la época colonial española del siglo XVI, de los tiempos de Juan Ponce de León. En aquel entoces cuenta la leyenda que los indios taínos vivían la ignominia de una de las más graves agresiones culturales a la que se puede exponer un pueblo, la esclavitud, la muerte por enfermedades y por la violencia, y el ataque a la dignidad a través de la imposición de creencias culturales y religiosas. Como parte de esa transculturación se les impuso la figura de Jesucristo y una iglesia con todos sus mitos, ritos y santas leyendas. Se les prometió la resurrección en el más allá después de la muerte disfrutando entonces de la eternidad en la gracia de Dios como así lo hizo el propio Jesús al tercer día. Ante esas prédicas y la alternativa de la condena infernal, y ante el poderío militar de los colonizadores, era fácil suponer que los indios llegaran a pensar que estos hombres españoles y blancos eran también dioses capaces de resucitar al tercer día después de la muerte. Pero los indios, así como otros seres humanos por ser parte de nuestra naturaleza y de lo que nos ha permitido progresar desde la época de las cavernas hasta el día de hoy, tenían que poner esa premisa a prueba. Y en un río del oeste de Puerto Rico, estando a solas con Diego Salcedo, aprovecharon el momento para ahogarlo y velarlo por tres días para ver si habría de resucitar. Entonces descubrieron la verdad.

Así las cosas, ¿dónde están a la altura del siglo en el que vivimos, más de quinientos años después, los taínos y taínas de hoy para hacernos ver, escuchar, tocar, oler y sentir todas las mentiras que hemos tenido que soportar de gente de aquí y de allá desde el 25 de julio de 1898?

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