Diario de Cannes 2

Por primera vez en los 71 años que se celebra el Festival de Cannes el jurado lo integraron una mayoría de mujeres. Lo presidió la extraordinaria actora australiana, Cate Blanchett, y formaron parte la realizadora afroamericana, Ava Duvernay (Selma, 13th, A Wrinkle in Time), la joven actora estadounidense, Kristen Stewart (The Twilight Saga), la actora francesa, Léa Seydoux (La Belle et la bête, La vie d’Adele, Spectre), la cantante y compositora burundiana, Khadja Nin, el actor chino, Chang Chen (Crouching Tiger, Hidden Dragon, Happy Together, 2046), el director y escritor canadiense, Denis Villeneuve (Blade Runner 2049, Sicario, Incendies), el director, productor y escritor francés, Robert Guédiguian (Au fil d’Ariane, A la place du coeur) y el director y escritor ruso, Andrey Zvyagintsev (Loveless, The Banishment). De los 22 filmes en competencia, solo había tres mujeres: la francesa de abuelos españoles anarquistas Eva Husson con Les filles du soleil, la italiana Alice Rohrwacher con Lazzaro Felice y Nadine Labaki con Capharnaüm que comenté en la columna pasada. Siento haber perdido el filme sobre el batallón Kurdistán de mujeres de Rohrwacher pero para el último día del Festival y a las 10:00 PM los ojos y el cerebro estaban casi en “shutdown”.

Comento seis de los filmes en competencia que pude ver. En la tercera página de mi diario de Cannes incluyo filmes fuera de competencia (Hors concours) y Un certain regard.

Todos lo saben del iraní ganador de dos Oscares por Mejor Película Extranjera, Asghar Farhadi (A Separation, The Salesman), fue el filme de apertura del Festival. Lo maravilloso de este filme es que su historia se desarrolla en un pueblo español, todos los actores son españoles y está escrito y dirigido por un iraní pero se siente como si fuera una historia muy particular de la región. Dentro de la reunión familiar para la celebración de la boda de la hermana menor, se dan los roces entre hermanas y cuñados. Todos celebran pero cada uno tiene algún conflicto que nunca ha resuelto y puede que el licor, el baile y la amanecida haga que esas espinas se expresen. Pero en el fondo de todo está el resentimiento de una clase terrateniente venida a menos y una clase obrera/trabajadora que se fajó y obtuvo con su sudor lo que siempre le fue negado.

3 Faces del también director iraní, Jafar Panahi, a quien su gobierno no permite viajar fuera del país desde 2010 por supuestamente hacer filmes críticos del gobierno iraní y por no acatar las reglas del Ministerio de Cultura y Orientación. Al principio de su arresto no podía salir de su casa ni socializar con familia y amigos pero ahora viaja alrededor del país, especialmente dentro de la región donde nació, y hace filmes que aunque nunca se exhibirán en Irán, sí logra enviarlos a festivales internacionales. Lo increíble es el resultado, tanto en historia narrada y estilo filmado, gracias al adelanto de las cámaras digitales. Este filme, ganador por el Mejor Guión en Cannes, deslumbra con su comienzo: una joven de las montañas filma su propio suicidio al no lograr que su familia le permita estudiar en la escuela de cine y lo envía a una famosa actora de telenovelas. Ella convence a Panahi de buscar a la chica para verificar si la grabación es verdadera.

Yomeddine del egipcio A. B Shawky nos da un “road movie” con dos personajes marginales: Beshay, recuperado de lepra que ha vivido en una villa/clínica aislada por 40 años y que decide buscar a sus familiares en un pueblo que recuerda muy remotamente; Obama, un huérfano que vive cerca del leprocomio, insiste en acompañarlo pues no tiene a nadie y su único amigo es Beshay. El viaje comenzará con un carruaje y un burro para luego montar en camiones, trenes y a pie. La humanidad que brota de este filme es incontenible.

Burning del surcoreano Lee Chang-Dong es un drama detectivesco pero sin investigadores profesionales. El protagonista es un joven que acaba de graduarse de universidad y anhela ser escritor pero no puede permanecer en la ciudad ya que su padre ha sido encarcelado y tiene que ocuparse de la casa y la finca. Pero su motor en esta etapa de su vida es una joven que conoce en una tienda (aunque ella recuerda que vienen de la misma región), Haemi, quien parece aspirar a cosas inimaginables para Jongsu como viajar por semanas a Africa, tener su propio apartamento en la ciudad, conocer a alguien rico y guapo que se enamore de ella. Todo eso parece suceder pero Jongsu poco a poco separará lo imaginario y la realidad con una violencia dignamente expuesta como suele suceder en el cine coreano.

Asako I & II del japonés Hamaguchi Ryusuke tiene un tono similar al del filme coreano en cuanto a la internalización de sentimientos de los personajes. Aquí Asako es la mujer que encuentra el amor de su vida, Baku, para luego perderlo cuando se despide para regresar en varias semanas y desaparece. Asako poco a poco reconstruye su vida y aunque rechaza enamorarse nuevamente encuentra a Ryohel, un hombre que se parece tanto físicamente a su primer amor que duda a veces si no son el mismo. Después de muchos años y de haber formado su propia vida junto a un hombre querido, aparece Baku para disculparse y ofrecerle su amor nuevamente. Asako tiene que reevaluar su vida presente y pasada y trazar su propio futuro. Toda esta historia se cuenta como si fueran lienzos donde se dibujan las emociones.

Cold War del polaco Pawel Pawlikowski fue la favorita de los críticos desde su primera presentación y obtuvo el Premio al Director en el Festival. El director se dio a conocer en 2013 con Ida que ganó el Oscar, BAFTA, Goya, Premio Europeo y fue nominado para múltiples otros premios. Filmada en blanco y negro con una cámara al estilo “film noir” la historia recorre el romance entre Wiktor y Zula en la posguerra hasta la década de 1960. Quizá porque había sido tan alabada y ya había visto excelentes filmes, Cold War no tuvo la misma impresión de excelencia en mi. Ciertas escenas, especialmente las del principio, me parecieron buenísimas—cómo logra presentar la ideología de los nuevos estados a través de la música y los bailes folklóricos—pero según Wiktor se mueve a través de Europa las partes parecen repetirse sin mucho desarrollo.

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