Editorial: El Plan de Ajuste de Deuda, Detroit y Puerto Rico

 

No todas las quiebras de ciudades, enclaves o países son iguales, ni tampoco lo son los Planes de Ajuste de Deuda (PAD). Tampoco las reestructuraciones financieras son la panacea que los tecnócratas del capitalismo de mercado nos quieren hacer creer. Por eso, hay que tomar con pinzas sus evaluaciones genéricas  sobre el éxito o fracaso de tal o cual reestructuración financiera. Después de todo, a ese negocio se dedican, percibiendo fabulosos salarios y comisiones, y necesitan llenar sus resumés con variados ejemplos de su “expertise” y capacidad para hacer negociaciones de ese tipo.

En una entrada del pasado 21 de diciembre en una de sus redes sociales, la Junta de Control Fiscal (JCF) escribió el siguiente mensaje en inglés, que CLARIDAD traduce a nuestro idioma: “Detroit ha demostrado que las economías sí responden a la restructuración de deudas y la sostenibilidad fiscal: el crecimiento regresó, el ingreso familiar aumentó, el desempleo se redujo y el nivel de pobreza decreció. P.R. puede llegar ahí también.” Este mensaje fue publicado mientras en Puerto Rico se esperaba por la decisión de la Jueza Laura Taylor Swain, del Tribunal de Distrito de Quiebras de Estados Unidos (PAD), quien ponderaba la aprobación del Plan de Ajuste de la Deuda de Puerto Rico, según negociado, sometido y defendido por la JCF, con el aval del Gobernador Pierluisi y la Asamblea Legislativa de Puerto Rico. El PAD fue finalmente aprobado en estos días y se procederá a su implementación durante las próximas semanas y meses.

El único problema con el mensaje de la JCF es que no es completamente cierto ni tan brillante como se anuncia, a la luz de la realidad actual de miles de habitantes de Detroit, que aún luchan por levantarse luego de siete años desde la quiebra y reestructuración de la deuda de la ciudad. La descripción fabulosa que hace la JCF del proceso de recuperación de Detroit, convenientemente deja fuera lo que no cuadra con la narrativa de éxito. Después de todo, los planes de reestructuración de deuda no satisfacen a todo el mundo, excepto, quizá, a los acreedores buitres- que siempre se las arreglan para ganar en grande- y a los tecnócratas que viven de negociarlos. El cuadro casi perfecto que proyecta el mensaje de la JCF no existe para miles de personas en la realidad diaria de Detroit, como tampoco existirá para los miles de puertorriqueños y puertorriqueñas que se verán directamente afectados por las consecuencias de un PAD que los ha dejado en el limbo.  La medicina amarga de la quiebra y el ajuste de deudas deja un mal sabor imposible de disipar en los sectores que tendrán que acostumbrarse a vivir por décadas en la incertidumbre, la austeridad y la precariedad.

Los resultados de un estudio riguroso realizado por los expertos urbanistas y académicos, Laura Reese de Michigan State University  y  Gary Sands de Wayne State University, están contenidos en el artículo That Detroit recovery? In some ways, the city is worse off than in 2010,  publicado en medios internacionales y de Estados Unidos. Las conclusiones de los expertos contradicen el mensaje de la JCF. Luego de examinar las tendencias en una variedad de indicadores, como población, pobreza, disparidad de ingresos, recuperación de negocios, desempleo, precios de venta de residencias, y locales vacantes, sus hallazgos no son consistentes con la imagen positiva que muchos proyectan sobre la recuperación de Detroit. “Dos conclusiones principales emergen de nuestros datos. Primero, que en varios indicadores Detroit continúa declinando, e incluso cuando ha ocurrido algún cambio positivo, el crecimiento ha sido mucho menos robusto que el que sugieren la mayoría de las narrativas. Segundo, que dentro de la ciudad la recuperación ha sido altamente desbalanceada, y resultante en una creciente desigualdad.”

Aunque reconocen la nueva infraestructura de vivienda y negocios construida en las áreas del centro de la ciudad, ese desarrollo no se extiende a las periferias, donde aún existen enormes corredores de pobreza. Para Reese y Sands, la recuperación económica sostenible de Detroit implicaría el crecimiento de al menos 100 mil empleos bien pagos, una inversión robusta en transportación colectiva, y esfuerzos reales en promover la creación de pequeños y medianos negocios. Para el desarrollo sostenible a largo plazo proponen realizar una inversión significativa en el mejoramiento de la educación pública, actualmente un área que continúa en picada.

Detroit, la más importante y poblada urbe del estado de Michigan, la que una vez fue la “capital” de la poderosa industria automotriz estadounidense, fue protagonista en 2013 de la más grande quiebra municipal en la historia de Estados Unidos. La ciudad había acumulado entre $18 y $20 billones en deuda pública y su PAD se aprobó un año más tarde, en 2014. Hoy, siete años después de la quiebra y del inicio de la supuesta recuperación económica, la ciudad sigue estando entre las más pobres, con una mediana de ingreso anual familiar de $28,100, la mitad que en el resto del estado de Michigan. Tres de cada cuatro empleos son ocupados por personas de fuera de la ciudad. Además, el 36% de su población de 673,000 habitantes vive en pobreza, y en los niños y niñas la pobreza alcanza el 51%.

Puerto Rico es una nación intervenida, y no una ciudad ni un enclave. Ha demostrado tener un pueblo resiliente, con la capacidad de organizarse y movilizarse por su propio esfuerzo. Ahora nos toca hacerlo al margen de las fuerzas del imperio y de la colonia que nos llevaron a la bancarrota,  y que ahora pretenden que imitemos el ejemplo de Detroit.

 

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