El adviento de la ecología integral

 

 

Especial para En Rojo

La actual Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático, más conocida como COP 28, es la 28ª conferencia de la ONU sobre el tema. Comenzó el jueves 30 de noviembre y se prolongará hasta el 12 de diciembre, en Dubai, Emiratos Árabes Unidos. A ella asisten diplomáticos de todo el mundo, así como presidentes y jefes de Estado. Una de las principales tareas es revisar los resultados de los compromisos firmados en conferencias anteriores, como la COP de París, en 2015.

A partir de ahí, tendrán que buscar fórmulas para frenar el calentamiento global, que ya está en marcha, de forma más rápida y violenta de lo esperado. En 2023, por primera vez, el mundo registró un día con temperatura media global 2 ºC por encima de la era preindustrial y octubre fue el mes más caluroso jamás registrado.

Como en todas las conferencias de la ONU, en la COP 28, también hay contradicciones. Parece irónico que la conferencia sobre cambio climático se celebre en el país que es el mayor productor de petróleo del mundo. Mientras los gobiernos no se vean a sí mismos como cuidadores del pueblo, sino como agentes al servicio de las grandes corporaciones económicas, las conferencias de la ONU sólo servirán de paliativo. Por segunda vez, la ONU ha publicado un proyecto (Agenda 2030) para combatir la pobreza. Pero no se puede luchar contra la pobreza sin luchar contra la riqueza, deshonesta y escandalosa de la pequeña élite que acumula renta equivalente à la mitad de la humanidad. Sin poner freno, o al menos, imponer límites al capitalismo depredador y cruel, cualquier proyecto de transformación social y ecológica será fracaso y ilusión.

Los poderosos del mundo, reunidos en la COP 28, están casi solamente firmando documentos que proponen medidas más simbólicas que reales. E incluso mismo si se firman estos acuerdos, esos sólo entran en vigor al cabo de unos años y por tiempo limitado. Sin embargo, el clima no espera y cada año toma importancia fundamental para evitar un aumento de dos grados centígrados de la temperatura mundial, punto desde lo cual, según expertos, la situación climática se vuelve irreversible y desastrosa.

Por otra parte, las personas que más sufren con las catástrofes ecológicas son siempre las más pobres. En el mundo, Estados Unidos, Canadá, China y Alemania son los países que más contaminan. Sin embargo, la naturaleza parece elegir el sur más vulnerable del mundo para enviar sus mensajes a la humanidad. Incluso cuando los torpedos de la naturaleza golpean zonas ricas de Estados Unidos, Canadá y Europa, las tierras más castigadas y viviendas destruidas son las de las zonas de riesgo, donde los más pobres intentan sobrevivir.

En América Latina, los pueblos indígenas y comunidades populares saben que no pueden esperar mucho de los gobiernos. Por eso las organizaciones indígenas y campesinas se movilizan en sucesivos encuentros para salvar a la Madre Tierra. Toman decisiones justas para luchar contra el proyecto perverso y destructor de las grandes empresas mineras, contra la lógica antiecológica del agronegocio y contra las semillas transgénicas y los pesticidas.

Para las comunidades cristianas, la fiesta de Navidad celebra el nacimiento de Jesús. Sin embargo, vale la pena recordar que en el siglo IV, el origen de esta fiesta fue la celebración del solsticio de invierno y la celebración de la vida que comenzaba a renacer. Hoy, ante la crisis ecológica que amenaza al planeta, es importante que en estas próximas fiestas navideñas descubramos cómo unir el recuerdo del nacimiento de Jesús con la dimensión del cuidado de la tierra, del agua y de toda la naturaleza que nos rodea.

El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros.

 

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