En Memoria: Manuel Moraza Choisne

Por Julio Eduardo Torrea

 

Me entero a través de un correo electrónico la sensible nueva del fallecimiento del hermano Manuel Moraza Choisne. Otro querido amigo que se marcha de la vida. Es doloroso que por causa de la maldita pandemia no podamos rendirle las honras fúnebres que merece.

Me hermané con Manolo en mi segundo año de estudiante de derecho. Formamos un grupo inseparable junto a Reinaldo Rampolla, Miguel Arroyo y Johnny Pérez Reilly. Manolo era el intelectual del grupo. A más de uno nos inicio en el conocimiento de la poesía y la literatura. A mi personalmente me llevó también a  conocer de cerca  al glorioso Movimiento Pro Independencia de Puerto Rico.

Comenzamos juntos en el ejercicio de la abogacía en enero 1970. Eran los años duros de la represión contra el independentismo. Enseguida empezó a colaborar con el Instituto Legal de Puerto Rico que dirigía Roberto José Maldonado. El Instituto tenía como único fin defender a los independentistas reprimidos y a los perseguidos. Eso también incluía asistir a los que se negaban a ingresar al ejército de Estados Unidos. Fue colaborador externo del Instituto  poco tiempo, pues casi enseguida se integró a jornada completa como abogado de la organización.

Fue él quien me reclutó e inició en la defensa del independentismo víctima de represión. Personalmente me acompaño inmediatamente que juramos como abogados, a defender al independentista Aiboniteño Rafael Jiménez Carrasquillo, conocido por Comerio. En unión a Johnny Pérez, a Carlos Jesús Pérez y Quique Ayoroa, estos últimos los únicos con al menos un mínimo de experiencia, lo representamos en  un caso de armas por el que fue injustamente acusado.

Apenas llevábamos poco más de dos meses de abogados cuando ocurrió el asesinato de Antonia Martínez Lagares. Enseguida nos requirió a sus amigos para asistir a las decenas de estudiantes que eran arrestados. Poco tiempo después participó en la organización de la defensa de los que eran arrestados en la campaña playas para el pueblo.

El 11 de marzo de 1971 ocurrieron los sangrientos incidentes en la Universidad de Puerto Rico en que murieron el comandante de la fuerza de choque, un policía y un cadete del ROTC. Roberto José Maldonado fue brutalmente agredido en el cuartel de Río Piedras, por lo que estuvo hospitalizado por varias semanas. Manolo, con poco más de un año de experiencia como abogado, quedó solo en el Instituto. Defendió a muchísimos estudiantes acusados de diversos delitos. Reclutó abogados independentistas para defender a otros que su tiempo no le permitía humanamente defenderlos. Mientras hacía esto, organizó y participó en la defensa del estudiante Humberto Pagán, encabezada en ese momento por Norman Pietri. Humberto fue acusado de dar muerte al comandante de la fuerza de choque. Manolo participó desde el comienzo en esa defensa y se mantuvo activo en la misma en todos los momentos, incluyendo el proceso en Canadá, y hasta que Humberto fue exonerado en 1974.

Manuel estuvo activo en los años siguientes dando consejo y defensa a los rescatadores de terrenos que reclamaban su derecho a vivir en  un pedazo de la patria puertorriqueña. También dijo presente  en las Campañas obreras de 1974 a 1976.

Siempre estuvo disponible a participar y defender las causas más justas. Demás está decir que solo recibía, cuando lo recibía, un exiguo sueldo en el Instituto por dedicarse a jornada completa a defender a los que más lo necesitaban: los perseguidos.

Manuel fue también un destacado abogado en otras áreas del derecho, posteriormente especializado en el Derecho de Familia y conferenciante. Fue un ajedrecista de excelencia que no solo lo jugó sino que enseñó a cientos de personas, especialmente a los desventajados. En 1969 participó en la organización del torneo de ajedrez a nivel mundial que se celebró en el Colegio de Abogados de Puerto Rico. En todas las actividades en que se empeñó participar lo hizo con pasión y dedicación.

Manolo era un amigo de primera, de esos que si son amigos, lo son de verdad. Pero, por sobre todo,  tenía un gran amor a su patria: Puerto Rico. Ese amor guio sus pasos en la vida, la que siempre  actuó a la altura de sus principios. Por eso, al conocer su fallecimiento, celebramos su vida. Lo hacemos gritando  el mejor mensaje que podemos enviarle: HASTA LA VICTORIA SIEMPRE PATRIOTA.

 

 

Artículo anteriorKilómetro Cero: Toque de queda con menos penas 
Artículo siguiente¡Hasta siempre, compañero!