Israel cierra otra línea de la vida para la población de Gaza 

 

Al sur de la franja de Gaza está el cruce de Rafah, una línea de vida para la atribulada población palestina, en la frontera entre Gaza y Egipto. Al cierre de esta edición de CLARIDAD, el gobierno de Israel había clausurado ese cruce vital de ayuda humanitaria. En este momento, Rafah alberga a 1.4 millones de refugiados palestinos -cerca de la mitad de la población total de la Franja- que llegaron huyendo al estrecho cruce fronterizo, de los bombardeos de la milicias israelíes que por los pasados siete meses han convertido a Gaza en tierra de nadie.

Con este cierre forzado comienza la primera fase de la  tan anunciada y temida operación militar a gran escala de Israel en Rafah, acción que expertos y analistas de política internacional consideran como un paso decisivo en la estrategia militar y política de Israel para desplazar y exterminar a la población palestina de dicho territorio, devastado hasta el punto de haberlo hecho inviable para el regreso de sus ocupantes en el corto y mediano plazo. Se espera que en los próximos días se intensifiquen los bombardeos sobre Rafah, que junto a la presencia de tanques de guerra israelíes sobre el terreno, presagian la inminencia de una invasión que tendría consecuencias fatales sobre cientos de miles de refugiados civiles, entrampados en un espacio clausurado, del cual  no tienen salida.

No es la primera vez que Israel pone en marcha esta estrategia. Han sido varios los períodos de violencia y  desplazamiento forzado que han vivido los palestinos durante los años y décadas transcurridos desde la fundación del estado de Israel en 1948. Recalcamos esto porque en su sesgo informativo a favor de Israel, los medios de prensa corporativos en Europa y especialmente en Estados Unidos, han pretendido hacerle creer al mundo que este conflicto antiquísimo comenzó el pasado 7 de octubre, con el ataque armado  de la organización palestina Hamas dentro de Israel.

Desde que Israel anunció su intención de invadir Rafah, con el alegado objetivo de destruir a Hamas, se ha movilizado masivamente la opinión pública mundial contra dicha acción, incluso desde gobiernos afines a Israel en Europa, y el propio gobierno de Estados Unidos, principal socio y cómplice de fechorías del gobierno sionista. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha advertido sobre el potencial efecto paralizante que la operación tendría sobre el tráfico y distribución de ayuda humanitaria de primera necesidad a una población que ha sido declarada » en peligro inminente de hambruna» por la propia ONU y otros organismos internacionales.

A pesar de que el Secretario y demás oficiales del Departamento de Estado, y el propio Presidente de Estados Unidos, se han manifestado públicamente opuestos a la invasión de Rafah, sus acciones hablan en sentido contrario. Hace apenas una semana, y en medio de las protestas y movilizaciones universitarias contra la guerra en Gaza- al estilo de las más tumultuosas de los tiempos de la guerra de Vietnam- la administración Biden y el Congreso de Estados Unidos aprobaron un «paquete» de $29 mil millones en ayuda.militar de «emergencia» para Israel, lo cual desenmascara el doble juego de la política exterior de Estados Unidos y la hipocresía del discurso  en defensa de la «democracia y los derechos humanos» en el mundo.

Precisamente, el mismo día en que Israel cerró y tomó control del cruce de Rafah, impidiendo un acceso vital al pueblo palestino, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció un discurso- con motivo de una actividad en recordación del Holocausto en el Capitolio-en el que condenó «el furioso resurgir del antisemitismo» en Estados Unidos. Un mensaje que recalca la enajenación y el chantaje de la narrativa con la que pretenden justificar las repetidas atrocidades de Israel contra el pueblo palestino.

El cruce de Rafah, en el territorio palestino de Gaza, es un punto crítico para el acceso al exterior de la sufriente población de dicho territorio.  Además, es un punto crítico para la entrada de alimentos, medicinas y demás bienes básicos que desesperadamente necesita esa población.

Cerrar ese acceso por cumplir  una meta guerrerista de exterminio y venganza contra una población cautiva en un territorio ocupado, es un cruel castigo colectivo contra civiles inocentes y un crimen de guerra por cual Israel debería ser castigado si viviéramos en un mundo de verdadera justicia.

 

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