La COP 26 y la defensa de la vida

Especial para En Rojo

El viernes 12 de noviembre, en Glasgow (Escocia), la Organización de Naciones Unidas concluye la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático (COP 26). A finales de octubre, Antonio Gutiérrez, secretario general de la ONU, advirtió a los gobiernos que si no se duplican esfuerzos y no se aplican soluciones inmediatas, en poco tiempo, el calentamiento global será de 2,7 grados y esto pondrá en riesgo toda la vida del planeta Tierra.

Muchas personas de delegaciones y gobiernos reunidos en Glasgow defienden la Ecología porque «es imposible comerciar en un planeta muerto», tal y como afirma documento enviado a la conferencia por empresarios. Además, un estudio de la OMS afirma que el cambio climático amenaza la salud de la humanidad. Aunque todavía no se puede asegurar el origen del Coronavirus, se sabe que el deterioro del medio ambiente y la contaminación del agua han favorecido la propagación de la pandemia. Cambios climáticos facilitan la propagación de enfermedades infecciosas como dengüe, chikugunya, zika y otras que afectan principalmente a las poblaciones más empobrecidas y vulnerables.

Hace más de diez años, el Manifiesto de la Ecología Profunda, coordinado por Arne Naess y George Sassions, comenzó afirmando: «El bienestar y el florecimiento de la vida humana y no humana en la Tierra son valores en sí mismos. Estos valores son independientes de la utilidad de la tierra y de la naturaleza para los fines humanos».

Cada vez más, quienes eligen un camino espiritual, sea en alguna religión, sea fuera de las tradiciones religiosas, necesitan desarrollar una espiritualidad ecológica que consiste en nueva relación de amor con la Tierra y la Vida en todas sus manifestaciones. Como humanidad, tenemos la misión ética de defender la vida y la comunión con la naturaleza. Si creemos en un amor que sostiene el universo, no podemos destruir ninguna forma de vida.

En la América Latina, las culturas de los pueblos originarios nos enseñan la reverencia a la Madre Tierra y la relación amorosa con todas las energías vivas (espíritus) de la naturaleza. Tanto las culturas antiguas como los científicos actuales consideran la Tierra como un único organismo vivo. Cortar un árbol es como cortar el brazo de un ser vivo. La Ecología Integral nos propone la socio-biodiversidad como camino hacia el bienestar personal y colectivo. Todas las tradiciones espirituales nos invitan a una relación solidaria con todas las criaturas y a una actitud de gratitud al Espíritu Divino por formar parte de esta gran comunidad de la vida.

 

El autor es monje benedictino y escritor.

 

 

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