Notas sobre poesía sci-fi: asteroide Mara Pastor

 

En Rojo

 

0.Hay una nueva edición de Poemas para fomentar el turismo, de Mara Pastor. Restando el tiempo que la pandemia nos robó, se trata de una publicación para recordarnos que hace diez u once años se imprimió el libro por primera vez. Desde mi punto de vista, se trata de un clásico contemporáneo. Un clásico del presente.

  1. Llamar así, clásico, a un libro que se publicó apenas hace una década puede parecer una exageración. No me he leído a Tucídides ni todo Heródoto, pero probablemente al leerlos descubra cosas que me causen sorpresa e interés. En el caso de Poemas para fomentar el turismo supe que era un libro importante desde antes de que se publicara. Allí estaban, evidentemente, las huellas de libros que le precedían. Desde el título, un diálogo a veces lúdico, a veces en duelo, con los Cuentos (…) de Belaval. En los poemas, la formidable tradición poética del país (Dávila, de Burgos, Lima) y la alusión directa a Belaval daba ya la idea estratégica de asumir el campo de la voz ajena y construir una nueva caja de resonancia, una contravoz. Por supuesto, el nuevo contexto (aquel 2011) arrastra significados que cobran una vida distinta. Que una poeta asumiera esta tradición reformulándola como voz nueva causa interés: un porcentaje positivo sobre el saldo de la tradición que la lectura/el lector recibe. Ganancia. Me sorprendió -digo hace más de diez años- un poemario tan completo, tan redondo, sosteniendo en casi un centenar de páginas una gradación de tonos como en una ópera espacial. Nada raro en una escritora que desde muy joven llevaba libretas en las que hacía incontables ejercicios de métrica, versiones de un mismo grupo de versos, trazos de musicalidad en las palabras.  Ahí estaba el ejercicio de búsqueda descubrimiento e intuición.  Como nos enseñaba José Antonio Portuondo -injustamente olvidado- Pastor ya sabía que la poesía es instinto como propone Aristóteles o inspiración divina de la armonía y el ritmo, como sostenía Platón. Y ambos estaban equivocados. Al menos cuando leo este libro por enésima vez: hay un debatirse entre dos negaciones, el “no más”, y el “todavía no”, la ida y el regreso, el entusiasmo y la nostalgia. Ese debate es la poesía, con permiso de los antiguos griegos.
  2. Pero, entonces, la dedicatoria: a 300,000 mil puertorriqueños que emigraron del 2005 al 2009. Anticipa la escritora el éxodo masivo de la década posterior. Uno podría decir que Puerto Rico es un país diaspórico desde la mitad del siglo pasado. Ciertamente, pero esa dedicatoria es hoy espeluznante porque a diferencia de los exilios de mitad de siglo pasado, la población neta de la isla se ha reducido: de 3,810,605 habitantes en el 2000 a 3,193,354 en el 2018. Una disminución de 16%. Las razones son varias, pero lo que quiero señalar es que hoy, 2022, esta dedicatoria se transforma en un dictum dramático.
  3. Decía que es un clásico contemporáneo porque ha pasado un tiempo razonable y porque “un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir” (Calvino, otra vez). Eso resulta de la lectura del poemario de Mara Pastor. Algo comienza con aquella publicación y no se ha dicho lo suficiente sobre ello. La segunda parte del libro “Llámame láctea” es el primer “libro” de poesía de ciencia ficción que se haya publicado en Puerto Rico. Alguien podría objetar mi apreciación a partir de buenas definiciones de “poesía” y “ciencia ficción”. Parecería que no deberían andar juntas. Sobre la ciencia ficción Kingsley Amis ha dicho:

Ciencia ficción es aquella forma narrativa que versa sobre situaciones que no podrían darse en el mundo que conocemos, pero cuya existencia se funda en cualquier                      innovación. De origen humano o extraterrestre, planteada en el terreno de la ciencia o de la técnica, o incluso en el de la pseudociencia o pseudotécnica.

Esta es una definición que uso porque es la más simple. Varios autores echan mano de ella para definir el género y ese es el problema. Afirmar que la ciencia ficción es, exclusivamente.. una forma narrativa podría entenderse como que la poesía tiene prohibido narrar. Sin embargo, lo cierto es que la poesía épica narra y la poesía lírica puede fagocitar un discurso previo, científico, y mutarlo hasta convertirlo en un poema especulativo o en la estetización de la ciencia. Ella, la ciencia, también es una cantera de metáforas. ¿Acaso una hipótesis no es una mirada prospectiva que pretende cancelar una duda?

  1. Entonces, es en el siglo XXI cuando surge la poesía de ciencia ficción en la literatura puertorriqueña: “Llámame Láctea” es un relato en verso en el que Hikari y Maduk conforman una conversación interestelar que desafía el concepto del tiempo, esa magnitud física con la que se mide la duración o separación de acontecimientos. Lo que acontece en estos poemas, “decepciones atómicas”, construcción de la “memoria”; ;o que se suscita en esta narración, palabras que no se entienden, “amor, ciencia, por ejemplo”, son “un nuevo lenguaje que se asoma”, un lanzarse al espacio.

No quiero repetir lo que ya han dicho bien Nicole Delgado o Luis Othoniel Rosa en los sendos prólogos a esta edición conmemorativa. Cierro mis notas con el entusiasmo de haber leído El astronauta, de Emanuel Bravo y Ciencia ficción en el mirador, ambos de Ediciones Flamboyán, que también contienen versos que se regodean en la fabulación científica con placer.  Les invito a fomentar la literatura puertorriqueña leyendo esta brevísima selección de poemas de Poemas para fomentar el turismo, de Mara Pastor.

 

Decepciones atómicas

 

Quisiera saber cómo se afrontan decepciones atómicas, pensó Maduk en el laboratorio. Una decepción no tiene materia, aunque sí memoria. Se ha averiado el acelerador de partículas. No se sabe cuándo repondrán imanes. Dicen que se escapó el helio y todos sabemos lo que les pasa entonces a las voces.

Conversación

 A distancias vemos tu mano

y el engranaje

que la aguanta. Cómo

te abrazo por entre

las grúas cuando ya nadie

se fía de los metales.

 

Carta a Maduk

 La electricidad no nos permite

cruzar las paredes.

La gravedad es una fuerza torpe.

Los relámpagos nos sobreviven.

 

Todo eso he aprendido de ti

pero eso no impide mirar la estática de la tele vieja,

de esos televisores

que ya no reciben ni en los basureros.

 

Ceniza de Big Bang. Ven, astrónomo,

y cuéntame tus abismos.

Esa estática que nos choca

en la cabeza siempre que remendamos

un comienzo. Dicen que la radiación

es antimateria. Por eso nos mata.

 Conversación II

 El otro día palabras que no entendía (amor, ciencia, por ejemplo) las echamos a la lavadora. Las vestimos y vino el frío, la primera nevada. Anochece a las siete de la tarde. Nos da sueño. Llegamos a donde siempre, con un poco más de cansancio. Otras capas. El abrazo, y el engranaje de la ventana son aperturas inversas que nos definen hacia lo vasto. El aire frío es verdadero, es amor, es ciencia. A veces recogemos la habitación cansados. Yo quisiera recogerla siempre y guardar lo que se ha quedado mal puesto, regresar a ciertas formas que mejor nos cuidaron. A penas, digo algunas cosas a los más jóvenes y nos reímos mirándolos a los ojos como si nada o presentamos grandes filósofos contando las pequeñeces.

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