La Editorial Tiempo Nuevo ha publicado el libro de Concha Meléndez titulado Pablo Neruda, poeta del más acá. Es un proyecto que había quedado en el tintero. En la década del cincuenta, Federico de Onís le solicitó a Meléndez que organizara todo lo que había escrito desde su pionero ensayo publicado en la Revista Hispánica Moderna (Nueva York) en 1936. Dada a la tarea, solamente llegó a escribir el prólogo. Hoy se divulga con la totalidad de los ensayos que la primera estudiosa de la obra total del joven Neruda realizó a lo largo de su vida. Es una labor del Seminario Federico de Onís de la Universidad de Puerto Rico que dirige el doctor Miguel Ángel Náter catedrático del Departamento de Estudios Hispánicos.
La curiosa frase del título del libro de Concha Meléndez “el más acá” la toma su autora de Geografía de Pablo Neruda, como lo revela en su Introducción. Se trata de una forma de afirmar la “residencia en la tierra” del poeta, opuesta al más allá de la metafísica. Para crear –como lo afirma Concha– su “extremo imperio de terrestre poesía”. Vale recordar aquí que con gran tino, y mucho antes de las Odas elementales, Gabriela Mistral nombró en 1936 a Neruda con un delicioso oxímoron que nunca he olvidado: “místico de la materia”. Años más tarde, en su “Oda a las cosas” el poeta le daría la razón, cuando dice: “Amo las cosas loca, / locamente”, porque “todo tiene / […] la huella / de unos dedos, / de una remota mano / perdida / en lo más olvidado del olvido”.
Pablo Neruda, poeta del más acá se estructura como un círculo: tras la Introducción de Náter y la Introducción de Meléndez, va del aleph (un ensayo de 1936) hasta el omega (otro de 1975) y se muerde la cola, pues este último complementa y alude al primero. Los ensayos son los siguientes: “Pablo Neruda en su extremo imperio: vida y obra (1936), “Leopoldo Santiago Lavandero y los poemas de Neruda (1937), “España en el corazón de Pablo Neruda (1940), “Tercera residencia de Pablo Neruda (1950), “Pablo Neruda: residente en la tierra y amador de América” (1972), “Camino y conversión de Pablo Neruda (1972) y “Epílogo a Pablo Neruda (1975), este último inédito, extraído de los archivos del Seminario Federico de Onís.
Si bien la Maestra indaga en las pulsiones del poeta, también emerge como pionera en la descripción de su arsenal de recursos formales. En inventariar símbolos nerudianos es decididamente pionera. Concha Meléndez concluye si reflexión en torno a Residencia en la tierra así: “En el vasto imperio de las confusiones se han abierto caminos anchos. Pero no agota Pablo su sed. La angustia es el océano que lleva a su espalda; su voz, cuando cerramos el libro, nos persigue con insistencia de timbre fijo. […] Nadie mejor que Neruda en la poesía hispánica podría hacer suyas con más derecho, las palabras de Apollinaire: Piedad para los que combatimos siempre en las fronteras de lo ilimitado y del porvenir”.
Al insistir en el epílogo en el carácter pionero de su crítica nerudiana, Concha Meléndez le atribuye el mérito a su patria, diciendo: “Puerto Rico, la isla con frecuencia ignorada por los más que deben reconocerla, se adelantó en el tiempo”.
Mercedes López-Baralt
Profesora Emérita Universidad de Puerto Rico