Redescubrir nuestra fuente interior

Por Marcelo Barros/Especial para En Rojo

Quien camina por las carreteras del interior de Brasil, de una vez u otra, descubre al margen del camino una placa: “Aquí se redescubrió y se salvó una fuente de agua que se había perdido”. Un terreno baldío, o sitio seco, tenía escondido bajo la tierra una fuente de agua que, con cuidado, puede volver a brotar. Y nosotros, a veces, no nos sentimos como una tierra en la cual la fuente interior parece haber secado. ¿Cómo hacerla volver a brotar del más íntimo de nuestro ser para irrigar las sequías de la vida y saciar nuestra sed más profunda?

En 1943, en la Alemania nazi, en un campo de concentración, una joven judía de 28 años esperaba la muerte. En medio de las barbaridades que sufrió y veía a los demás sufrir, Etty Hillesun, esa joven, escribió:

 “Dentro de mí, hay un pozo muy profundo. No puedo ver su fondo. A veces me parece cubierto de piedras y basura. Para mí, Dios está sepultado. En algunos momentos, puedo desenterrarlo y puedo incluso ayudar a otras personas a desenterrarlo en sus corazones “(…) Podemos ayudarte, oh Dios, a no dejarte sepultado en nosotros y ser testigos de tu amor en una realidad en la cual todo amor es abolido. “.

 ¿Será que esas palabras de aquella época no cabrían hoy para nosotros? Para los cristianos que en estos 50 días celebran la Pascua, la fe en la resurrección de Jesús nos hace descubrir que, aunque la superficie parece árida como la tierra árida en tiempos de sequía, en lo más profundo de nuestro ser hay una fuente escondida en la cual el agua cristalina del Espíritu sólo espera ser liberada para convertirse dentro de nosotros en una torrente de vida nueva a renovar nuestra esperanza y llenar de dulzura la aridez de nuestras vidas.

Quien lee el diario de Etty Hillesun sabe que cuando ella supo que toda su familia había sido diezmada, escribió: “en esas circunstancias tan terribles, mi contribución a mi pueblo es que no podemos renunciar a la misericordia. Necesitamos hacernos incapaces de odiar, suceda lo que suceda con nosotros. Esa será nuestra única fuerza “.

Para el nazismo, ella fue una enemiga más temida que otras. Los enemigos la mataron, pero no la silenciaron. Su diario recorrió el mundo con su mensaje de indignación, pero no de odio. El amor fue su fuerza interior. La Mística y la Espiritualidad que cultivan ese amor no son cosas complicadas y solo accesibles à personas especiales. Según la fe cristiana, es camino gratuito y democrático. Pablo escribió: “El mismo amor divino fue derramado en nosotros por el Espíritu que nos fue dado”(Rm 5, 5).

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