Muy “peligroso” Carlos Fuentes en Puerto Rico

 

CLARIDAD

El mexicano Carlos Fuentes está en la historia como uno de los principales intelectuales y escritores de América Latina y el mundo. Su enorme producción literaria comenzó a destacarse en 1958 cuando publicó La región más transparente, y cubrió muchas décadas y muchos géneros. Nunca recibió el Nóbel que merecía, pero sí el premio Cervantes, el Rómulo Gallegos y el Príncipe de Asturias de las Letras, además de doctorados honoris causa de Harvard, Cambridge y la Universidad Nacional Autónoma de México. En esa biografía donde destaca la calidad y el homenaje hay escondido un momento vergonzoso, no para él sino para los puertorriqueños. Pues resulta que cuando Fuentes intentó venir a nuestra tierra, no se le permitió desembarcar en San Juan porque se trataba de un extranjero “peligroso”.

El hecho ocurrió el 20 febrero de 1969 cuando ya Fuentes era un escritor muy conocido, habiendo publicado varias de sus mejores obras. Tal vez por eso o porque era un intelectual muy activo que expresaba sus simpatías con los movimientos de liberación que entonces recorrían América, las autoridades de inmigración determinaron que representaba un peligro para nosotros.

Claro está, la decisión de impedir que Carlos Fuentes desembarcara en Puerto Rico no la tomó ningún puertorriqueño. Tampoco se tomó en el puerto de San Juan, donde hizo escala el barco en que viajaba de España a Veracruz. Se tomó en Washington, donde entonces y todavía se decide todo lo que es importante para nuestro país. Tal vez la tomó el propio Edgar Hoover, el jefe del FBI, quien sí era peligroso, o alguien de la administración de Richard Nixon, de la misma calaña. Alguno de ellos atendió la consulta que otro gringo hizo desde San Juan y de inmediato decretó que un escritor de novelas de izquierda, no podía visitar la preciada colonia de Puerto Rico.

La estadía de Fuentes en nuestro país iba a ser breve, de apenas día y medio, porque tras ese término reembarcaría hacia Veracruz. Tampoco se proponía dar conferencias ni discursos. Tan solo quería pasar unas horas con su amigo Mario Vargas Llosa, quien entonces oficiaba como profesor visitante en la Universidad de Puerto Rico. El escritor peruano, quien por aquellos años también era de izquierda y aún no había comenzado su largo patinaje hacia la extrema derecha, pudo entrar en San Juan porque venía desde la Universidad de Washington donde también había fungido como profesor de literatura. La única liberalidad de la autoridad migratoria estadounidense fue permitir que Vargas Llosa subiera al barco a conversar un rato con Fuentes.

 La vergonzosa noticia, que entonces resonó por el mundo dada la notoriedad que había ganado Fuentes, vuelve a estar ahora a vista de todos gracias a la publicación de Las cartas del Boom, el libro que recoge la correspondencia mutua de los principales exponentes del llamado boom literario latinoamericano. En carta fechada en Tenerife. Islas Canarias, Fuentes le dice a Vargas: “pasaré por San Juan entre el 20 y el 21 de febrero… me daría una gran alegría verte y conversar contigo, aunque sea por unas horas.” En otra de Julio Cortázar a Fuentes, fechada 16 de marzo, el argentino le cuenta que leyó “en los diarios americanos la noticia del incidente de Puerto Rico y el revuelo que se había armado.” En una nota al calce los editores del libro añaden que The New York Times “publicó hasta cuatro artículos sobre el incidente”. La última referencia aparece en una carta de Gabriel García Márquez donde le dice a Fuentes: “Recibí tus partes de navegación desde Puerto Rico y Santo Domingo. El New York Herald Tribune publicó para los ávidos lectores de este lado de la mar océano la noticia de tu desembarco prohibido en Borinquen.”

Como surge de las cartas de los escritores, el desembarco prohibido generó un gran impacto noticioso destacándose, entre otros, en los principales diarios estadounidenses. En Puerto Rico, sin embargo, la prensa “oficial” intentó silenciar el incidente. En un artículo en Claridad (“Carlos Fuentes y la cortina de tinta yanqui”, 23 de marzo de 1969) Ramón Arbona denuncia el silencio sobre el “incidente Fuentes” (así lo llamó el NYT en un editorial) tanto de la prensa puertorriqueña como del gobierno. Aparte del despliegue dado al asunto en la prensa de Estados Unidos, según Arbona también lo cubrió el Times de Londres y L´Express de París, entre otros medios. “El in-Mundo, tan presto siempre a editorializar cuando a alguien se le ocurre sugerir que algún personero yanqui actuó mal, no dijo ni esta boca es mía”, sentenció.   

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