Argentina y Milei, un salto al vacío y la sombra de los militares 

Javier Milei

 

El triunfo de Javier Milei como presidente de Argentina- mandato que comienza el próximo 10 de diciembre- ha sido una gran sacudida al panorama político y electoral de dicha nación suramericana. El triunfo, que le otorgó más de 14 millones de votos a un «advenedizo» a la política Argentina, unido a su perfil mediático estrafalario y desbocado, crean un nuevo y pertubador paradigma para las fuerzas de ultra derecha adictas al caos en Argentina, nuestra región y el mundo. Esas fuerzas invisibles de los mercados de capital,  las milicias y los servicios de inteligencia, que se niegan a entregar su poder e inventan nuevos líderes y métodos para autoperpetuarse.

Ni en Argentina ni en ningún lugar, las personas saben qué esperar de la presidencia de Javier Milei. Tanto, que el autor de una de sus biografías, Juan Luis González, le puso por título a su libro: El Loco: la vida desconocida de Javier Milei  y su irrupción en la política argentina.

 

Por eso, a la distancia, su elección luce como un improvisado salto al vacío propulsado por la marea de jóvenes electores  menores de 30 años -autollamada «las fuerzas del cielo»,  y legitimado por el ex presidente argentino de centro derecha, Mauricio Macri, quien volcó su fuerza electoral, derrotada en primera vuelta, a favor del controversial profesor de economía, ahora un político, mezcla de provocador y mesías.

Javier Milei fue el candidato que convirtió las redes sociales en sus organismos de militancia, coordinación y movilización electoral, y a los jóvenes en su ejército, para llevar al triunfo a su  partido «La libertad avanza», que hasta entonces sólo contaba con dos miembros visibles, el propio Milei y su ahora vicepresidenta Victoria Villaruel, cuya principal señal de identidad es ser hija, sobrina y nieta de militares argentinos.

En solo dos años, y gracias a su copo de las redes sociales como Instagram y Tick Tock, Milei pasó de ser  prácticamente un desconocido a ser electo presidente de Argentina. Sin embargo, es precisamente en esa estructura digital, sin agarre en barrios y comunidades físicas, donde está su debilidad. Su catálogo de propuestas políticas, económicas y sociales parecen reproducidas de los manuales de la ultra derecha y, hasta ahora, no ha  explicado cómo se propone ponerlas en vigor. Entre otras, Milei propone convertir el dólar en la moneda de cambio de la economía Argentina, «dinamitar»el Banco Central, al que culpa por la inflación. También, convocar un plebiscito para derogar la ley que legalizó el aborto, y se opone a la educación en asuntos de género e identidad en las escuelas públicas. Propone la desregulación del mercado legal de armas y la venta de órganos humanos. Pero, para lograr el avance de sus proyectos tiene un gran escollo. Necesitará pactar acuerdos con otras fuerzas políticas- lo que no es el fuerte de ningún «pichón» de dictador- ya que su colectividad solo cuenta con 30 diputados electos de 257 escaños, y 12 senadores electos, de 72 escaños. «La libertad avanza» no eligió ninguno de los 24 gobernadores.

 

Como era de esperarse , de entrada ya Milei anunció su decisión de hacer lo que le parece más fácil de conseguir : la privatización de la red de empresas del gobierno argentino, incluyendo las más de 50 emisoras de radio, televisión y medios de prensa. El traspaso de éstas a bajo precio a manos privadas será una maquinaria formidable de propaganda para las propuestas de ultra derecha, y «música a los oídos» de los empresarios capitalistas, «amigos» y socios del ex presidente Macri. Una generosa  recompensa por el endoso presidencial, y de paso, neutraliza cualquier oposición del poderoso sector neoliberal.

«Entre la mafia y el Estado prefiero la mafia. La mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente, la mafia compite.» Esta frase resume la opinión de Javier Milei sobre el Estado y sus instituciones. También ha dicho que » la justicia social es una aberración.»  Dos pilares de su código de creencias y valores que ahora deberá armonizar como Jefe de Estado de la nación Argentina, y en representación de sus casi 46 millones de habitantes. Ya veremos cómo, de ahora en adelante,  compagina  su aversión confesa al Estado y al gobierno organizado con su desempeño como «estadista» y gobernante de una Argentina con una tasa de inflación de 140%, según los economistas, y una tasa de 40% de pobreza entre su población.

Javier Milei ya ganó. «Las fuerzas del cielo»  lo catapultaron a la cumbre del poder político que jura odiar. De aquí en adelante, las riendas están en sus manos. Podrá el bombástico nuevo presidente convencer a la mayoría del Congreso de la Nación y al pueblo argentino – tan avezado políticamente y tan orgulloso de sus conquistas- de seguirlo en su propuesta de dar un salto colectivo al vacío, ¿o regresará Argentina al tenebroso capítulo de vivir a la sombra de los militares, que hoy se escudan sigilosos tras un presidente inestable y una vicepresidenta de «la familia»?

 

 

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