Israel: sacudido pero impune en su marcha de muerte en Palestina 

Foto: La Jornada

 

El ataque armado israelí contra un convoy de tres vehículos de la organización humanitaria World Central Kitchen (WCK), que causó la muerte de siete miembros de dicha organización en una zona llamada «de desconflicto»  en la franja de Gaza la semana pasada, ha sido  «la gota que colmó la copa» de muchas personas que, en Europa, Estados Unidos y todo Occidente, aún justificaban la más reciente guerra de exterminio de Israel contra la población de dicho territorio palestino. A raíz de este ataque, la verdadera naturaleza de esta guerra  ha quedado al descubierto ante los propios defensores de Israel. Ha quedado claro que la furia genocida israelí no respeta límites, fronteras, ni personas, ni siquiera  si son ciudadanos y ciudadanas de países que son sus más fieles compinches. Por eso, la reacción de portavoces de los gobiernos, medios de prensa, organizaciones de la sociedad civil y buena parte de las  poblaciones en dichos países se ha volcado súbitamente contra el gobierno de Israel, exigiendo cuentas por tan brutal acción. Hasta una carta denunciando el ataque con más de 100 firmas de miembros del Congreso de Estados Unidos le fue enviada al presidente de dicho país, Joe Biden.

¿Cómo es posible- pensarán- que hayan atacado, como quien dice, » a los de la casa», a seis portadores de pasaportes occidentales, una australiana, tres británicos, un polaco y un doble ciudadano de Estados Unidos y Canadá? ¿Cómo se organizó y autorizó un asalto tan brutal y certero? ¿Quién o quiénes dieron la orden?  Estas deben ser las preguntas que se están haciendo ahora en el  seno de los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros que siempre se lo han jugado todo por defender a Israel.

La séptima víctima fue el oriundo de allí, el chofer palestino al que, sin duda, necesitaban los extranjeros para que los llevara «con bien» por tan riesgoso camino. No se salvó ninguno. Tres veces recibieron el impacto de los misiles. En los tres  vehículos claramente identificados con las siglas de la organización, uno detrás del otro, hasta que se garantizó la muerte de todos sus ocupantes. Un asesinato calculado y a sangre fría, que debe tenerles los «pelos de punta» a los jefes de gobierno en los países occidentales, al descubrir que nadie, ni ellos mismos, están a salvo del monstruo que han creado, moldeado y armado «hasta los dientes» durante los 75 años transcurridos desde la fundación del Estado de Israel.

Este ataque mortal no es el primero contra integrantes de organizaciones humanitarias. Durante los seis meses de esta guerra, cerca de 200 trabajadores humanitarios han caído abatidos por proyectiles disparados por efectivos de la milicia israelí. Igualmente, más de un centenar de periodistas, y otros tantos médicos y demás personal de salud, también han caído víctimas en este conflicto, junto a más de 33,000 civiles palestinos, principalmente mujeres, niñas y niños. El nivel de devastación y muertes de civiles en esta guerra le ha valido a Israel una denuncia por genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia (ICJ), con la consiguiente intervención del tribunal reconociendo la plausibilidad de dicho genocidio  e imponiéndole a Israel medidas cautelares.

El ataque al convoy de WCK es solo el más reciente y el más publicitado de los ataques a personal de ayuda humanitaria, no sólo por la fama de la organización y de su fundador, el chef español José Andrés, célebre y favorito entre el «establishment» político y social en Washington, Nueva York y otras importantes ciudades del mundo, sino también porque ha significado un golpe grande al apoyo con que contaba Israel en los principales círculos de poder en Estados Unidos y el mundo occidental. El propio José Andrés – que hoy llora a sus compañeros caídos y denuncia la naturaleza deliberada y cruel del ataque de Israel contra los suyos- estuvo entre las primeras personas famosas que afirmaron el derecho de Israel a defenderse, cuando el 7 de octubre de 2023, la organización palestina Hamas, realizó un ataque armado en diferentes puntos de Israel, que ocasionó 1,200 muertes y la captura de más de 200 rehenes. Sin embargo, para los fanáticos que gobiernan en Israel, eso no fue suficiente. Acudir al llamado de la común humanidad en Palestina fue lo que les costó sus vidas a siete de sus compañeros.

Mientras, la situación humanitaria en la franja de  Gaza se torna cada vez más desesperada, con una amenaza de hambruna que hace inminente la apertura de nuevas rutas para la entrada de miles de toneladas en alimentos, agua, medicinas y equipo de salud y sanitario con que atender de emergencia a los 2 millones de palestinos que pueden morir si no reciben esa ayuda ahora. Queda por verse cuánto se avanza de aquí en adelante. A pesar del clamor internacional por el ataque a WCK, la respuesta de Israel ha sido insuficiente, ambigua y poco creíble. Atribuyen a un error de identificación el ataque al convoy, y suspendieron a los dos supuestos responsables. Además, permitieron la apertura de dos accesos, hasta ahora cerrados, para la entrada de ayuda humanitaria. Por su parte, Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania han recrudecido su retórica ante Israel  pero se han negado a suspenderle el suministro de armamento de guerra. Estos tres países suplen el 95 por ciento de las armas que Israel emplea en sus guerras contra Palestina y en la región del Medio Oriente.

Las muertes de los miembros de WCK han abierto aún más la fisura que aisla a Israel del llamado mundo occidental del cual se siente parte. También su rango e influencia internacional están muy debilitados. Pero, nada de esto ha sido suficiente para lograr la amenaza de desarme que le detenga el paso. Mientras eso no ocurra, Israel seguirá su marcha de muerte sobre Gaza y toda Palestina con total impunidad, como hasta ahora desde hace 75 años.

 

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