Así se bate el cobre

Kamala Harris

 

 

Especial para CLARIDAD

 

¿Por qué visitó recientemente Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, a Puerto Rico?  Pues muy sencillo. Para recaudar fondos de campaña para el comité de acción política “Biden Victory Fund” y para “enamorar” votos de la comunidad boricua en Estados Unidos. En la democracia estadounidense los votos se atan con dólares. Para esta gente así se bate el cobre…

¿Por qué el protagonista del evento fue el inversionista Nicholas Prouty?  Porque como beneficiario de la ley 22 de 2012 – Ley Para Incentivar el Traslado de Individuos Inversionistas a Puerto Rico –, ahora subsumida en la ley 60 de 2019 o Código de Incentivos de P.R., quiere evitar que el Servicio de Rentas Internas (IRS) del Departamento del Tesoro Federal lo coloque en su mirilla como evasor contributivo. Así operan los inversionistas políticos; así se bate el cobre…

Los más notorios beneficiarios de la ley 22/60 son Nicholas Prouty y John Paulson. El primero se destaca como donante de la campaña Biden-Harris; el segundo hace lo propio para la campaña de Donald Trump. De esta manera se cubre tanto el frente demócrata como el republicano y, por tanto, sus intereses quedan más ampliamente protegidos. Esta gente, como advirtiera Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, no son otra cosa que evasores, solo velan por sus bolsillos: “No son fieles con el país del que salen ni, mucho menos, con el país al que llegan”. Así se bate el cobre…

¿Qué papel jugaron en la visita los políticos del bipartidismo gobernante del Partido Nuevo Progresista y del Partido Popular Democrático? Pues el de siempre. Se dieron codazos en su afán de lucir como fieles servidores en la faena de entrega del país y en su humillante cabildeo por la dependencia. Se asemejan a perros de plaza que meneando el rabo, pero gruñendo entre ellos, se disputan las migajas que caen de la mesa del amo. Ante semejante espectáculo resulta imposible no sentir vergüenza ajena. Pero bendito, ellos creen – así los enseñaron – que no existen otras normas de conducta y que, en fin, así se bate el cobre…

Por fortuna, durante la visita de la vicepresidenta imperial no faltaron voces reivindicativas provenientes de varias comunidades. Se le preguntó para qué vino y si estaba dispuesta a hablar sobre la colonia, la Junta de Control Fiscal y la ley 20/60. En representación del sector Machuchal de Santurce se acusó el desplazamiento de residentes provocado por la ley 20/60. El valor de estas voces contrastó con el apocamiento de los siempre obedientes líderes del binomio PNP-PPD. Huelga decir que las preguntas que formularan estas valientes voces no fueron contestadas. Quizás la vicepresidenta ni las entendió. Por su parte, los socios PNP-PPD deben haberlas traducido mal puesto que, con toda seguridad, las juzgaron como incómodas y embarazosas imprudencias.

Durante muchos años el sello distintivo del sistema colonial de Puerto Rico ha sido,  con sus alzas y bajas, la promoción del capital a través de exenciones tributarias. Esto ha degenerado en la conversión del país en un paraíso fiscal o en una atractiva plaza para la cacería de rentas: lucro en función de privilegios montados en contratos leoninos, evasión tributaria, precios de transferencia, creatividad contable, estructuras monopolistas, degradación ambiental, corrupción… El “modelo” está predicado en una gestión extractiva a mansalva. Puesto que nada de esto se orienta hacia el desarrollo, hacia la actividad propiamente productiva e innovadora, se recurre entonces a mecanismos compensatorios o “válvulas de escape” como la emigración, la dependencia y la criminalidad, como el trasiego de drogas. Poco a poco el país se descompone. ¿No es esto lo que se vive? ¿Acaso el gobierno no se declaró en bancarrota y no está sometido a una imperial Junta de Control Fiscal? ¿No es así que se bate el cobre?

La visita imperial para la recaudación de fondos, como tantos otros sucesos, solo sirvió para sacar a flote la lacra colonial. En la llamada vitrina solo queda un maniquí descompuesto. Es, precisamente, el creciente reconocimiento de la disfunción del régimen vigente lo que favorece la orientación hacia un nuevo orden.

Artículo anteriorEl derecho torcido
Artículo siguienteViva la controversia en Paseo Caribe por el camino del Fortín San Jerónimo