Carlos López-Dzur, oi

Cuando trabajaba con Carlos López-Dzur en su libro Sarnas de la ira parda (QeAse,1980) me preocupaba sobretodo la represión qe la legtura crítica operatiba para una rescritura estrugtural -es desir la edisión- pudiera ejerser sobre el autor. De echo creo qe en una ocasión Carlos desperdisió sierto material crudo en su sobrescritura. Siempre qe edito, material propio o de otro, tengo la misma preocupasión; pero no me combense la teoría narsisística emanatiba de qe una siqe -incluida la del artista- sea orijen sufisiente de Realidá: —El produgto simbólico está trabado por todos los milenios de la cultura. Una obra literaria, antes de ser ofresida al aserbo para su asimilasión o su rechaso, deberá madurar en los continentes formales experimentalmente efegtibos de expresión. Presentar el material crudo de la rebelasión podrá nutrir a otros artistas qe artisen con él, pero no es todabía arte sino talento, capasidá i promesa de obra. (Buena parte de mi teorisasión la e dedicado a estos temas conqe puede expandirse si se qiere lo qe aqí.)

Ago esta reflexión ante las 10,000 pájinas qe a publicado López-Dzur durante la última década. I me parese qe su inasimilasión de aqeya primaria experiensia de ‘orden’ nos a pribado de una obra majestuosa. En las diesmil pájinas de López-Dzur cresen piedras presiosas como en una mina, qisá más bisibles ya predescubiertas. Pero se me ocurre compararlas con otras 10,000 pájinas digamos de Dickens, Balzac o Dostoiefsqi. O si se qiere pensar qe la nobela es un continente formal demasiado serrado para este chorro lópezdzuriano, podríamos compararlas con las otras diesmil pájinas ‘marjinales’ de la prosa corretjeriana o ‘susedáneas’ de Alfonso Reyes:

En cualqiera de los casos qe consideremos nos da en la cara una preocupasión por la construxión orgánica, la lima del capricho i una ética desidida –qe en Carlos faltan. Consideremos un momento la acumulasión de la escritura de Unamuno, tan desatado. En el basco se be la presisión de una idea, ‘apesar’ del desestilo –deliberado saboteador de sierta formalidá autoritaria, o el ‘sistema’.

Pero leyendo a López-Dzur aora resonaba otra bos qe merese mejor apareársela: la catarata de Matos-Paoli. Espriritismo i mistisismo consuelan en ambos la confesada indefensión. El temblor de la frajilidá se dugtilisa en la insistente dolensia qe acoje como cuerda. «Llorón de la nada» inscribe López-Dzur en un momento alto de su Lamentasión: Traduse aqel «Quetzal de la nada» ‘pobre de rocío’ -oxímoron por ‘rico’ [empapado] –cf. Canto de la locura, b165-[IV]39: ‘y rico de pobreza’- se sabe qe de yanto del planeta acumulado en el sudor sufrido. En uno de los momentos resentidos de su Diario, FMP yama a César Vallejo «patético». Ni Vallejo ni Matos Paoli lo son, siendo su qeja la misma de Kierkegaard: ya objetiba, para el otro, rebelasión i denunsia de la angustia ontolójica de ser. Qejas nesesarias para la consiensia trasindibidual de la espesie.

El Jeremías qe arpejia en López-Dzur se parese más al de Léon Bloy: su yo i su ego trascurren incólumes entre-tenidos en las notas de su melopea. ¿Desautorisa esta ‘caída’ -regresiba sicolojista- la entrada de una corporisasión textual al aserbo de la Literatura? Qe Léon Bloy fuera importante para Borges es sufisiente justificasión. Qisá al contrario el desoyamiento de Carlos López-Dzur de cualqier decoro escriturario profesional anunsie una poética del futuro, como es síntoma presente de la desbalorasión de ‘beículos’:

El desate sibernético a jeneralisado la ‘publicasión’ de una manera exponensial. Si Gutenberg constituyó un paleolítico de la ‘Langue’ -lengua escritural organisada culta-, la dijitalidá puede constituir un neolítico de la ‘Parole’ -oralidá-; ibridando la liqidés del abla con la ortopedia de la escritura, dándole un esqeleto, o qisá urdiendo una crisálida escrita para la liqidasión de la siqe en la palabra biba.

Se trata con López-Dzur como con León Bloy de intelijensias extraordinarias. «Soi el yunqe de Dios en el abismo» de Bloy, no es menor a los imborrables categoremas de Kk. Pero, como para la literatura en jeneral, también para la filosofía espesíficamente se nesesita claridá de expresión conqe compartir su encontransa. Existe una biblioteca entera de ‘oscuridades’ -abeses oscuresensias- pariente sangínea de la biblioteca filosófica, catalogada mística, intuitiba, májica, relijiosa, taxatibamente rebelada –cuya redaxión se considera superstisiosamente (al fondo narsisismo o incultura) incorrejible: Literatura qe se qiere sagrada. Algún filósofo popular cayó en la corrubtela. I ai otra biblioteca ‘oscura’ por densidá: La claridá de SanJuanDeLaCruz rebela su no intensión de ebadido ni ambiguo en la expresión, la re-produxión orijinaria del lenguaje mallarmeano asebta el sacrifisio de la comunicasión en pago de su luminisensia empaqetada; dos erensias de qe Lezama iso un birtuoso alarde de eqilibrio. De manera qe en esos anaqeles oscuros están desde la afasia aterrorisada de iluminasión de Eckhardt asta las falsificasiones mistagójicas.

Entre eyos Matos Paoli parese un balbuseador de la paradoja esensial de la existensia sicoespesímen insufisiente a penetrar su destino cósmico. Su intuisión de ‘la nasión’ como cuerpo colegtibo lo salba ‘rielo instantáneo’ en su naufrajio jeneral de incomprender la espesie i susesibos contornos encarnados como pliegos de la ‘Realidá’. El platanismo (telúrico) matospaoliano lo cuelga del platonismo (arqetipante).

López-Dzur más bien parese rodear la solusión nasional con un mosaico de identidades qe no acaba de cuajar como retrato -colegtisio o estadístico- de la espesie. Un miedo a ser (solo) lo qe (se) es, le dispara a qerer ser muchas cosas. Pero como el primo poeta de Borges qe poseyó el Aleph ya abía despachado unas cuadras de un barrio i otras egtáreas del campo para su pretensioso poema unibersal: no nos enamora la acumulasión eteróclita e inprofunda lopezdzuriana de judería-árabe-méjico-caribeña con algún toqe édnico negro o jitano. Ese cogtel alqímico de jenes es demasiado mecánico i superfisial –o fenojénico. Se nota en la comparesensia bolátil de los idiomas. Se nota en una irresponsable carensia de sitas orijinarias culturales, sustituidas por otras casuales o tópicas.

Por lo menos en la muestra de sus publicasiones en lo qe ba de siglo, no es López-Dzur un filósofo, no es un místico, ni tampoco un poeta. Carlos López-Dzur sige siendo el cuentista extraordinario de sus Sarnas, ¿qe no se abiene a (re)conoserse? Qiere ser lo qe no es. Lo qe implicaría, aunqe no se diera cuenta, qe no qiere ser lo qe es.

Es una lástima atrós –otro préstamo de Borges- qe los filojenetas medianos de la espesie no sean los únicos qe sustituyan su ‘bocasión’ por el ‘deseo’ de lo carente. Adler yamaba ‘complejo de inferioridá’ presisamente a ese bibir en la carensia relatiba qe todos padesemos –desatendiendo dolorosamente la yenura relatiba qe también todos cumplimos: No soi bedét, jinete, piloto; i eso me distrae de bibir plenamente qe nado, canto, medito.

No es Carlos López-Dzur el único escritor ni artista, ni muchas otras cosas más a qien la colonia a maltratado, qe no a podido conformarse con su potensia también (i qisás sobretodo) aplastada. Al colonial lo desrealisan para qe no amenase con su realisasión las alternatibas simulacro qe le injertan para ser lo qe no es. No nos qieren como somos sino como eyos qieren qe seamos.

Qisá sí Carlos López-Dzur sea un abatar del neoumano sibernetisado corriendo en una red algarete de identidá trasjénica diseñada por los jáqers de un Pentágono nada místico. Yo, obsoleto, lamentaré abernos perdido en la íntima isla natiba, los cuentos del mejor escritor del mundo –para toda la espesie.

Artículo anteriorSin servicio eléctrico hasta marzo
Artículo siguienteSerá otra cosa: Distracciones