Centenario de Carmen Miranda: patriota puertorriqueña en la diáspora

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Especial para CLARIDAD

A Carmen Miranda (1922-1969) la conocí en los tempranos años de la década de 1960 en la ciudad de Nueva York. Su vida fue breve, 47 años, pero su legado ha sido inmensurable. Nace un 7 de diciembre de 1922 en Bayamón, y muere el 16 de enero de 1969 en Nueva York. Murió en la plenitud de su actividad cívica y política; murió ejerciendo el patriotismo.

Fue hija del tabaquero Rafael Miranda García y doña María Concepción Quiñones Santiago, quien la sobrevivió por más de una década. Estudió sus grados primarios y secundarios en el Colegio Santa Rosa y la Escuela Superior de Bayamón, graduándose en 1938. Sigue sus estudios en educación obteniendo un diploma de la Escuela Normal en 1941, completando su bachillerato en educación en 1943, de la Universidad de Puerto Rico. Se muda a la ciudad de Nueva York con su familia a proseguir estudios en la Universidad de Columbia, conducentes a la maestría, pero sus planes se retrasan con la muerte de su padre. Queda ella a cargo del cuidado de su madre “Conchita”, pero eso no es obstáculo para terminar su maestría.

Emprenderá entonces una infatigable lucha para conseguir una ocupación que le permita trabajar para su comunidad y para los oprimidos en general. La encontrará en el Departamento de Bienestar Público de la ciudad, pero pronto comprenderá que su trabajo solo consiste en ofrecer un paliativo, y que debe haber otras formas más dignas para lograr el progreso de su comunidad.

Volverá sus ojos hacia la educación, para lograr esos objetivos, en la que se destaca como una precursora de los Estudios Puertorriqueños en la ciudad de Nueva York. Regresa al salón de clase y concentra sus esfuerzos en la educación de la juventud; como forma que conozcan su cultura y su historia, y que amen el idioma de sus padres como forma de fortalecer su espíritu y su identidad. En su ejecutoria privada, sus esfuerzos se concentrarán en combatir el colonialismo y luchar por la independencia de Puerto Rico. Sin pausas, sin concesiones.

Será una líder comunitaria que atenderá las necesidades de la juventud, creará organizaciones como el “Yunque” y los “Yunquecitos”, que alienta la acción social y puertorriqueñista. Colabora con ASPIRA en su fundación, asociación esta que se proyectaba en fomentar y vigilar por el desarrollo educativo y social de la juventud puertorriqueña en los “guetos” estadounidenses. Escribe también una historia de Puerto Rico en inglés para ser usada como libro de texto en los niveles elementales. Había logrado también ser nombrada la Junta de Educación de Nueva York para preparar el primer currículo de Historia de Puerto Rico para ser usado en las escuelas elementales de la ciudad.

La Carmen que yo conocí fue la revolucionaria, entregada por completo a la lucha de Puerto Rico y al apoyo de la incipiente Revolución Cubana. Fue presidenta y fundadora de la misión Vito Marcoantonio del Movimiento Pro-Independencia junto a Ada Morales, Panchita Santos, Raquel Dixie, El Profe. J. Gonzales, entre otros. Nos reuníamos en Harlem, en la casa de Ada Morales, o en el Bronx, en la casa de Carmen Miranda. En esta última, para escuchar por onda corta al joven Fidel Castro, líder máximo de la Revolución Cubana. Ocasiones en que doña Conchita nos alimentaba con un suculento arroz con habichuelas, y algún otro acompañante. Tarde en la noche, partíamos hacia nuestros hogares en el distante Brooklyn, o el Bajo Manhattan, siempre con las bendiciones de Carmen y doña Conchita.

Mediante una nota de presentación de Carmen, pude conocer años mas tarde a Jorge Icaza, el notable escritor ecuatoriano, escritor de Huasipungo, obra magistral de la literatura latinoamericana, y uno de los precursores, desde el indigenismo del movimiento literario conocido como “Realismo Mágico”. Le conocí en la Biblioteca Nacional de Ecuador y hablamos extensamente de Carmen, de la biblioteca de esta y de su amplio conocimiento de la literatura hispanoamericana; biblioteca que Carmen donó a los jóvenes universitarios de Rio Piedras y que da constancia de sus preocupaciones por esa juventud que se levantaba. Ignoro si aun existe en la urbanización Santa Rita, en Rio Piedras, la biblioteca que ella dispuso se trasladara desde Estados Unidos y que doña Conchita debía administrar amorosamente durante los últimos años de su vida.

Recordar a Carmen es rememorar aquellos días difíciles de dedicación a la lucha independentista desde la diáspora es recordar las bienvenidas y acompañamientos, a Juan Mari Brás y la delegación que le acompañaban cuando este asistía al Comité de los 24 de las Naciones Unidas. Es también recordar la preocupación de Carmen en múltiples ocasiones, sobre todo por la seguridad de Juan y de la delegación, incluso asegurándose de que ese dispusiera de los recursos para el día a día.

Carmen Miranda es una patriota que luchó por la independencia en la cruda realidad de la diáspora. Es nuestro deber conocer sus hazañas, y sobre todo recordarla. Así se hace patria también.

 

 

 

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