CLARIDADES

 

30 de octubre de 1950
Puerto Rico

En julio de 1950, el Congreso yanki aprobó la Ley 600 que culminaría en la farsa del Estado Libre Asociado. Albizu Campos denunció el engaño. De inmediato se desató una intensa campaña demagógica de miedo a la independencia dirigida por el gobernador de la colonia, Luis Muñoz Marín.

El 26 de octubre de 1950, el Partido Nacionalista conmemoró el natalicio del general Antonio Valero de Bernabe en Fajardo. Regresando a San Juan, ya en la madrugada del 27 de octubre, el auto en el que viajaba un grupo de nacionalistas fue detenido por la Policía a la altura del Puente Martín Peña. Según la policía, en el automóvil se encontraron armas y bombas que justificaron el arresto de los Nacionalistas. Ante esto, Albizu decidió adelantar la insurrección, entendiendo que era la mejor manera de llamar la atención del mundo sobre la situación colonial de Puerto Rico, aun cuando estaba consciente de la desventaja numérica y táctica.

El día 30 de octubre de 1950, estalló la Insurrección Nacionalista.

Los objetivos militares principales fueron: la toma de los cuarteles de la policía para obtener armas; la ocupación de las oficinas de teléfono y del telégrafo para cortar las comunicaciones y la ocupación de dependencias federales, como los correos y las oficinas del Servicio Selectivo Militar yanki. Hubo acciones armadas en ocho pueblos de la Isla –Peñuelas, Arecibo, Mayagüez, Naranjito, Ponce, San Juan, Utuado y Jayuya– y en Wáshington, DC.

Del: Calendario de Nuestros Mártires, 2020

1 de noviembre de 1950
Washington, DC

…[Oscar] Collazo se levantó como de costumbre en la mañana del 31 de octubre de 1950. Poco después se acercó a su esposa y le dijo: ‘Llama a la fábrica y diles que me siento mal y que no podré ir a trabajar hoy; luego vete al banco y saca cien pesos de nuestra cuenta de ahorros’.

Cuando ella regresó con el dinero, Oscar Collazo salió del apartamiento (sic) para encontrarse con su compañero Griselio Torresola. Juntos tomaron el tren subterráneo bajándose en el distrito comercial de la ciudad, donde compraron ropa interior y dos sombreros negros. Luego siguieron hacia la estación de Pennsylvania donde compraron sus pasajes.

Eran más de las siete de la noche cuando el tren en que viajaban llegó a Washington. Caminaron por la estación y sus alrededores, pasando por la oficina central del correo en busca de un hotel donde hospedarse. Decidieron que permanecerían juntos pero que se registrarían separadamente y con nombres supuestos, aparentando no conocerse.

Griselio Torresola tenía dos pistolas automáticas, una ‘Luger’ y otra ‘P38’, que había comprado hacía poco tiempo. Esa noche se comunicaron por la puerta del baño y cargaron tres peines adicionales, dividiéndose el resto de los cartuchos. Collazo, que no conocía el manejo de aquellas armas, se ocupó en cargar y descargar la suya hasta familiarizarse con su mecanismo. A las diez y media salieron a comer algo. Regresaron cerca de la media noche y se acostaron enseguida.

Por la mañana, el día primero de noviembre, se desayunaron cerca de los terrenos del Capitolio y juntos caminaron por los alrededores, comprando cada uno un ejemplar de periódico, sentándose en un banco para leerlos. Más tarde llamaron un taxímetro pidiéndole al conductor que los llevara a ver los sitios de más interés de la ciudad. El conductor, al ver sus sombreros negros tuvo la impresión de que eran seminaristas. Los llevó a ver varios lugares históricos y al pasar por las cercanías de la Casa Blanca, señalándoles la Mansión del Presidente, les informó: ‘Ahora está siendo reparada por lo que el Presidente vive en la Casa Blair, al otro lado de la calle’.

A las dos y cuarto de la tarde Collazo y Torresola dejaron el taxi en la esquina de Avenida Pennsylvania y la calle 15, a tres cuadras de la Casa Blair. Para no llamar la atención, los dos amigos se separaron para entrar por sitios distintos. Los dos caminaban despacio, confundiéndose con la multitud.

Cuando Collazo estuvo cerca de la baranda de entrada, sacó su pistola y disparó contra el guardia Birdzell, que estaba junto a ella. Birdzell se volvió a tiempo que sonaba otro disparo hiriéndole en la pierna derecha. Haciendo un esfuerzo corrió hacia el centro de la avenida, dice que con la intención de desviar de la residencia la atención de los atacantes.

En esos momentos, Torresola, pistola en mano, se asomaba por la ventana de la garita en la esquina oeste y comenzaba a disparar. En el interior se desplomaba herido mortalmente, el policía Coffelt y caía con heridas de menos gravedad el policía Joseph H. Downs. Entretando, Birdzell arrodillado sobre una pierna, sostenía un duelo a tiros con Oscar Collazo que lo había perseguido hacia el centro de la avenida.

A Torresola se le habían acabado las balas y tuvo que detenerse a cargar de nuevo. No podía imaginarse que Coffelt, el hombre a quien había dado la espalda, porque suponía muerto, tenía aun bastante vida y le encañonaba con su revólver. Tuvo tiempo suficiente para tomar la puntería y la bala le perforó el cerebro al patriota puertorriqueño que se desplomó sin vida.  Quedaba solamente Collazo enfrascado en enconado duelo … cuando un tiro en el pecho lo puso fuera de combate.

 

Tomado de Ramón Medina Ramírez, El movimiento libertador en la historia de Puerto Rico, Ediciones Puerto 2016.

 

Fuentes utilizadas: https://www.hoyenlahistoria.com/, facebook.com/dariow.ortizseda; historia.nationalgeographic.com; canalhistoria.es/hoy-en-la-historia; Calendario 2022 Latinoamérica y El Caribe del CSC de Puerto Rico; efemeridespedrobeltran.com; Calendario Histórico Nuestros Mártires 2024; https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-62616853, rumboalterno.net y otros calendarios consultados por José M. Escoda.

 

 

 

 

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