Club 700

 

 

  • Grupo de los cien

Un cuento del hoy retirado exgobernador Alejandro García Padilla me recuerda el ominoso destino del tan mentado Club 700, la selecta plantilla de estudiantes fundamentalistas que a razón de cien por año integraron la Facultad de Ciencias Naturales en lo que fue iniciativa del profesor Soto, pedágogo más tarde juzgado por corrupción. Desde 1978 hasta 1985, el tan famoso Grupo de los Cien dominó la vida académica de la Universidad. Novelistas de alguna notoriedad soñaron con ellos antes de que existieran. Robert Ludlum narra con alguna pizca de ironía los inicios de la red financiera que los iba a promover en Los Estados Unidos. Se esperaba que un arquitecto los cubriera económicamente cuando llegaran a aquel país, pero ya Ludlum los consideraba desgraciados y al arquitecto encargado de hacer la inversión un hellraiser. El exgobernador publicó un cuento en Fantasy and Science Fiction narrando el destino del arquitecto y su novia.

Ludlum narra la historia de un arquitecto que recibe por encomienda canalizar 700 millones de dólares a una red de setecientos niños hijos de ex nazis, todos por nacer y que nadie quiere por ser retoños de quienes son, que van a ser transportados por rollizas enfermeras alemanas en un viejo submarino. La intriga de espionaje no la recuerdo en detalle, el título de la novela es The Holcroft Covenant. El exgobernador continúa la secuela del arquitecto del Club 700 después de que repartiera el bacalao, cuando su novia pipiola le recrimina la dudosa gestión que realiza antes de acabar separados. Pero ella de cualquier modo tiene algo que ver, pues su encomienda es diseñar un camposanto, lo que seguramente es un comentario sobre los malhadados integrantes del grupo, que para otros cristianos son sepulcros blanqueados ya que estudiaron ciencias.

Los anuncios pagados del ministerio del reverendo Torres Ortega, que tenía un programa de televisión llamado también el Club 700, los veo todavía en la actualidad. Venden computadoras inhalámbricas, los que hacen las presentaciones son como los bien llamados entusiastas tan criticados por los peregrinos.

El exgobernador me recuerda un tipo muy parecido de finales del siglo XIX, que también acabó autor, Palacio Valdez que según recuerdo decía que lo mejor de Puerto Rico, cuando fue gobernador, eran los negros. La anodina novela del exgobernador Palacio fue un hito en España y llegó a inspirar a Unamuno. La novela de un novelista es un anticipo de Niebla, comentario velado a la política reformista, que todos los niños leíamos en la escuela superior. Victor Goti es un personaje de cartón piedra porque está conciente de que alguien lo imagina, y que no puede ser más que el señuelo de otra persona. El cuento en cuestión se titula Plinth without Justice, en español Ruego sin reparaciones, y cualquiera lo puede leer en la revista antes mencionada.

  1. LAS FASES DE LA CELULA

Peregrina como la gramática española es la teoría de la división celular, pero digna de tomarse en consideración para describir las vidas de un ser humano. El crecimiento de la célula tiene según el folklore de la Facultad tres fases diferenciadas. La profase es la primera etapa, la anafase es la segunda y la metafase es la última. Obviamente, aunque los libros de biología incluso llegaban tan lejos como para ilustrarlas, lo que describe el presunto desarrollo celular es más bien una realidad síquica y no física. La profase es la infancia, la anafase es la etapa adulta del ser humano y la última la ancianidad. Los prefijos de las palabras deben ser elocuentes. Cuando estudiaba en la Facultad de Ciencias, esas ideas imposibles de comprobar matemáticamente me interesaban más que las demás. Eran ideas sugestivas como las ideas gramaticales, que los matemáticos no han desarrollado hasta las últimas consecuencias. Claro, es con el debido respeto que Leibnitz se acercó a las viejas ideas de Nébrija, y con suma prudencia que se alejó con prontitud de esas tierras. Derridá también fue un tipo prudente.

A mí me alegró mucho verlas todavía en el primer año de mi carrera universitaria, y a decir verdad cuando las vi de pasada como tantas otras cosas, por alguna razón persistieron más que muchas otras como el rizoma tan famoso y difícil de Giles Deleuze, anodino también como los sentimientos. En la obra de Anderson Imbert hay pasajes que se refieren al mal llamado folklore de las ciencias naturales, como la hidrofilia y la hidrofobia, que llegó tal lejos en la vida, con personas como Watson y Krick con su DNA y RNA. Hoy en día quién sabe si es sólo poesía y lo que antes era ciencia. A Lezama Lima le parecía mortificante el odio al Barroco, si lo que nos toca es ser barrocos y heredar todo ese bagaje ya sentimental. Una persona mayor es barroca, un joven es científico. El niño puede ser sobrio y razonable.

  1. QUÍNTUPLES

Otro escritor que no dejó de decir algo sobre la plantilla de Torres Ortega fue Luis Rafael Sánchez, en respuesta a lo que proponen por su lado las Rodríguez y el narrador Agrait en su novela de misterio. Un poco en serio y en broma hablaba Don Gustavo de lo que se debía hacer con las bellas gemelas que me cuidaban de niño. El hermano del historiador proponía el reparto, lo que es urbanísticamente razonable. Una con el novio alemán y una con el caribeño. Una de ellas siguió los consejos del urbanista, pero la otra quería superar a Torres Ortega. En vista de ello es que se publica la obra de teatro Quíntuples, que va a medio caballo entre el comentario de la bella muchacha y lo que parecía ridículo del Club 700, que era cumplir con la visión ecuménica de los políticos de la región central de la isla. Torres Ortega le exigía a sus militantes un hijo por cada partido político, los tres de la localidad y el de los inmigrantes extranjeros o independentistas. Luís Rafael Sánchez dice algo sobre lo que pasaba con las gemelas Rodríguez, que estaban para cuadrar con los ecuménicos con menos novios, algo que a algunos le parecía bien y otros una burla velada a la tan cuadrada aritmética del templo de Carolina, que le quedaba cerca a una de las hermanas reurbanizada. El escritor de Humacao les recordaba que en Puerto Rico hay un quinto partido político, como en Estados Unidos, el ecologista que hoy se llama Proyecto Dignidad, y que una mujer que diera Quíntuples podía cumplir con los cinco representantes que solicitaba el religioso para su congregación.

4.OTRO ENERVANTE DETALLE

Otro enervante detalle del Club 700 era su política reproductiva. Cada miembro del cuadro financiero se comprometía a traer cuatro retoños con los cuatro organigramas políticos de la isla. Las hermanas gemelas Rodríguez, de las que habla Don Gustavo Agrait en su novela fantástica, estaban comprometidas con un alemán y un caribeño que en este caso iba a ser Don Gustavo. Eran amigas de mi niñera cuando tenía nueve años y venían ocasionalmente en una velada con el adolescente alemán y el narrador. No habían estudiado hasta que el ofrecimiento del famoso Club 700 le cuadra en particular a la gemela menos afortunada, que era la que le tocaba al escritor. Ella no tendría que tener cuatro novios para cumplir con la exigencia porque podía dar dos parejas de gemelos. Lo que hizo efectivamente porque se casó con un señor que le llevaba la publicidad a la Unión de Trabajadores de Energía Eléctrica, con la que tuvo dos gemelos fraternos, y luego con un policía estatal que la que tuvo dos idénticas como ella. No obstante, el Club 700 no le incluyó en su plataforma de inversiones porque les parecía ridículo que la excompañera de Agrait llegara tan lejos como para cuadrar aritméticamente aunque no políticamente con lo que les estaba pidiendo Torres Ortega a sus militantes religiosos. Relegada a un oscuro pueblito del Medio Oeste, prefiere vivir como un personaje de Stephen King también famoso, el de la novela On a Buick V 8, en español Sobre un Buick de Ocho Cilindros, que narra exactamente la visión que tuvo King de esa mujer y de lo que iba a ser su vida con el policía y todavía con el hijo de Don Gustavo.

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