Con el empate, el boxeo perdió

Aunque no es lo ideal, empiezo este escrito haciendo la salvedad de que no se mucho de boxeo y que ésta es la primera vez que escribo sobre el tema. Aunque tengo algo de conocimiento del mundo y el negocio que rodea el deporte, y he asistido a muchas peleas de boxeo profesional y amateur con mi Padre, no conozco bien el aspecto técnico. Por ende, no voy a entrar en detalles técnicos del combate del pasado sábado 16 de septiembre entre el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez y el kazako Gennady “Triple G” Golovkin. Así que me limitaré a hablar sobre lo que rodeó la pelea, lo que vino antes, la decisión y las reacciones e implicaciones para el futuro.

En un deporte dominado en los últimos años por un boxeador con un estilo defensivo y que por ende sus peleas suelen ser aburridas y de un dominio total de él, como es el caso de Floyd Mayweather Jr, el anuncio de una pelea entre dos boxeadores que tienden a no ser tímidos a la hora de atacar y ser ofensivos, creó mucha expectativa entre los aficionados de este deporte. Si a eso se le añade que uno es estrella en México, que pelearía en el Día de la Independencia de su país, en una producción de otro niño mimado, Oscar de la Hoya, pues ya habían más elementos para ser un mega evento. Si a esta mezcla le agregamos un boxeador invicto, quien además ha vencido a la mayoría de sus oponentes por la vía del nocáut, entonces las expectativas subían más aún. Así, la pelea del pasado sábado prometía ser lucrativa para todos, además de ser un gran espectáculo boxístico, un banquete para los amantes de este deporte que esperaban con ansias una pelea en la que hubieran golpes y no sólo movimientos esquivos de gran defensa; como dirían los estadounidenses, una situación “win-win”, no había manera que fallara. Y pues al final hubo empate, y no sólo empate, sino que uno controversial, ya que la mayoría de los expertos y el público en general vio ganar, incluso muchos ampliamente, al kazako Golovkin.

El Negocio del Boxeo

No es novedad hablar sobre lo corrupto que puede ser el boxeo, que es un negocio, que hay múltiples intereses en juego y que a veces lo que sucede en el cuadrilátero no necesariamente es el factor principal a la hora de los resultados finales. El boxeo es un deporte donde uno de los dos peleadores puede producir una pelea, lo cual sería como si el Super Bowl fuera producido por uno de los dos equipos en vez de la NFL. También, al ser estas peleas “pague por ver” (Pay Per View) se hacen sumamente lucrativas, lo cual trae variables adicionales que influyen y que son aspectos extradeportivos. Finalmente, al ser un deporte en que el ganador se decide por la vía de jueces, a menos de que haya nocáut, el factor humano le añade muchísima subjetividad al asunto; no que los otros deportes sean objetivos, pero éste recae en tres personas que tienen gran poder a la hora de decidir el resultado.

El combate fue producido por Golden Boy Productions, la compañía del mexicano-americano Oscar De La Hoya, en el cuadrilátero había una promoción gigantesca de la cerveza mexicana Tecate y se celebró el día de la independencia de México. Aún siendo el kazako el actual campeón, y al inicio amplio favorito para ganar-aunque mientras se fue acercando la pelea el mexicano fue ampliando sus adeptos-era el “underdog”. Y en el boxeo es de los pocos deportes en los cuales aún siendo el favorito en términos deportivos, puedes ser el desventajado en general, por todos los aspectos adicionales que rodean el deporte. Sin duda, esta pelea era el evento deportivo del año. Así, había que verla sí o sí, por ende, aún siendo mi cumpleaños, tuve que adaptar los planes para hacer espacio para presenciar una gran pelea.

La pelea que vio Adalaide Byrd

Como dije, no voy a hablar de aspectos técnicos. Pero en resumen, de lo que vi y de lo que leí y escuché, fue una buena pelea, en la cual ambos boxeadores salieron a atacar y en la cual, en general, dominó Golovkin. Mientras la iba viendo, miraba cómo la llevaba el juez retirado Harold Lederman de HBO, y siempre mantuvo delante a Golovkin. Él, al igual que muchos otros periodistas, la dio al kazako 116-112, lo que implica que vieron ganar a Triple G ocho asaltos, versus cuatro de Canelo. De igual manera otros periodistas la vieron más amplia, 117-111 (9-3), mientras que otros la tenían 115-113 (7-5). Unos pocos la tenían empate (114-114, seis asaltos por boxeador) y no recuerdo haber visto a ningún analista ganar a Canelo. Cuando terminó la pelea, nos sentamos a escuchar la lectura de las tarjetas, convencidos que había ganado Golovkin, pero para ver cómo lo tenían. Cuando leyeron la primera tarjeta 118-110 a favor de Canelo, reaccionamos con tanto estupor que casi no escuché las demás. ¡Que robo! O sea, no solo nadie había visto a ganar a  Canelo, pero que esta jueza lo viera ganar diez de los doce asaltos era un insulto a todos y todas. Las otras dos tarjetas, una dio a ganar a Golovkin 115-113 y la otra empate 114-114. Se escucharon abucheos, uno que otro aplauso y estallaron las redes sociales. Primero entrevistaron a Golovkin. Me sorprendió su calma, casi complaciente o condescendiente, felicitando a los mexicanos en su independencia, agradeciendo a la productora de De La Hoya y diciendo que estaba listo para la revancha. Luego Canelo, un poco más desafiante, diciendo que se sintió que había ganado y contestando que en vez de una revancha, harían un desempate, pues nadie había ganado. Aquí ya estaba en casa despotricando contra el boxeo, su falta de seriedad y la desfachatez del montaje que nos hicieron presenciar. Luego leí que allí mismo estaban abucheando e increpando al director de la Comisión Atlética de Nevada Bob Bennett en cuanto a la actuación de la jueza Adalaide Byrd, y éste se limitó a decir que es una buena jueza que tuvo una muy mala noche. El récord de esta jueza está plagado de decisiones controversiales, muchas de las cuales ella es la voz disidente de los tres jueces. Incluso Oscar de la Hoya dijo que él no entiende cuál pelea vio ella.

Las reacciones luego de la pelea han sido múltiples. Muchos analistas hablando de que fue un robo, mientras que otros ya se están centrando en lo que puede esperarse del desempate. Y es que, casi inmediatamente luego de la decisión, muchos pasaron página y empezaron a pensar en lo que sería el desempate. Pues no es sorpresa, ya que en el contrato había una cláusula de desempate, la cual De La Hoya dice que piensan usar. El promotor de Golovkin dijo que aunque HBO la tenía ampliamente a favor del campeón, definitivamente sería un desempate espectacular. Así, en un momento en el cual yo sólo quería escuchar discusiones de cómo arreglar el boxeo, hacerlo más justo, más regulado, y un deporte que se centre más en lo que pasa en el cuadrilátero, la discusión ya iba en torno al desempate, el cual obviamente traerá muchísimo dinero, audiencia y más expectación.

¿Ganó el boxeo?

Al final, incluso aquellos que estaban indignados con el resultado, argumentaron que fue una buena pelea y que el gran ganador fue el boxeo. Antes de la pelea era lo que se auguraba, una pelea buena y reñida que “salvara” al boxeo, que algo así era lo que el deporte necesitaba. Igual hubo muchos otros, como el analista Teddy Atlas, quien dijo inmediatamente luego de la pelea en vivo en televisión que el boxeo es corrupto y que sigue el dinero, y siguió enumerando todos los aspectos que hacen el deporte vulnerable a las fuerzas que lo corrompen. Al igual que Teddy, creo que la discusión luego de la pelea debería centrarse en eso, en cómo salvar el boxeo, si es que está en el interés de alguien del mundo de este deporte de reformarlo. Yo no dudo que fue una buena pelea pero me niego a pensar que una decisión objetada por la gran mayoría implique que el deporte en alguna medida salió beneficiado. Para mí perdió el boxeo, al perder credibilidad y seriedad, incluso cuando por doce asaltos nos dieran un buen espectáculo.

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